02. Entre Canibales

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  "So you think you can tell heaven from hell?"

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"So you think you can tell heaven from hell?"


Cierra los ojos...  ¿Qué es lo que ves, Bex?

¿Qué es lo que recuerdas de aquella noche?

Recuerdo oscuridad. Donnie llamando a mi madre y luego gritando mi nombre. La risa gutural de un hombre, el frio del bosque. Recuerdo un gusto metálico en la boca. El ruido de un torno férreo, el sabor salado de mis lágrimas. Las manitos de Donnie aferrándose a mi suéter azul Francia. Olor a podredumbre, olor a muerte. Recuerdo un conejo blanco.

Bex Burdeaux despertó de manera súbita a mitad de la noche. Sentía el sudor frío recorriéndole el cuerpo, la cara mojada, los oídos le zumbaban y el amargo sabor de su boca pastosa invadiéndole las papilas gustativas. La cobriza jadeo frenéticamente al incorporarse de la cama intentando suprimir fallidamente la pesadilla que acababa de sufrir hacia unos pocos segundos. Pero no le fue posible volver a conciliar el sueño. Cada vez que cerraba sus ojos volvía a ver toda la secuencia como en esos comerciales chupa neuronas de llame ya! Su corazón desbocado como el de un cervatillo latía frenéticamente sin cesar y Bex realmente creyó que moriría de un infarto, pero la mañana no tardó en llegar, aunque para Bex había sido una eternidad o al menos un par de milenios como mínimo.

Su madre la llamo a eso de las 7:30 de la mañana. Margaret Burdeaux no solía realizar trabajas que ella consideraba exclusivamente tareas para sus criados, y aunque despertar a su hija era una de aquellas cosas que no sentía necesidad de hacer, el psiquiatra de Bex le había aconsejado a la distante mujer que intentara comunicarse con su hija.

La cobriza bajo las escaleras a desgano, cruzo rápidamente el living y la salita de estar donde aún había un par de cajas de embalaje apiladas, últimos vestigios de la mudanza express de la familia, que para la tarde ya habrían desaparecido, ingresando a la cocina. Louisa le sonrió levemente a lo que la adolescente le devolvía con agrado el gesto y se posicionaba sobre una de las banquetas de la barra de la cocina. Ana la otra chica que asistía a Louisa en las tareas de la casa cortaba mango y frutillas con un esmero casi exacerbado.

¿Qué vas a querer Beckett? — Inquirió su madre que recién ingresaba a la cocina desde el jardín, donde seguramente había tomado su desayuno— Louisa y Ana prepararon huevos, tostadas con mermelada, miel y queso crema, ensalada de fruta, yogurt, masitas, galletas y cereales— La rubia posiciono el diario que sostenía en su mano segundos atrás sobre una de las banquetas vacías junto a su hija. —¿No quieres desayunar fuera? El día esta lindísimo.

Bex arrugo la nariz de manera instintiva. La realidad es que después de la noche que había llevado nada le apetecía menos que comer.

La verdad es que no tengo hambre—murmuro la chica restregándose los ojos.

THE WHITE RABBIT || BILLY HARGROVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora