09. El Secreto Mejor Guardado

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"Nothing haunt us, like the things we don't say"

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"Nothing haunt us, like the things we don't say"

El aire fresco de la noche soplo con fuerza, silbando entre los arboles enrarecidos, producto de la oscuridad. El aroma a colonia, cigarros y cerveza que emanaba la piel de Billy envolvió a Bex en un estado de embriaguez repentina. La chica sentía las rodillas enclenques, débiles ante cada paso que la alejaba de la casa. Sentía aun los ojos de Steve clavados en su espalda, junto a todas las demás miradas prepotentes de sus compañeros de clase que no daban crédito a lo que veían. Billy Hargrove, el rey de Hawkins, el chico más codiciado se estaba llevando a su camaro a Bex Burdeaux, el hazme reír de todo el pueblo, la loca psicópata sin remedio.

Cojetela duro Billy, hazle saber quién manda—grito Tommy H a lo que lo seguían un coro de carcajadas.

Quien sabe hasta por ahí le quitas lo loca—exclamo socarrón Gardner.

El rubio ni se inmuto. Continuo caminando sin siquiera regalarle una mirada a aquellos que le festejaban el supuesto ligue. La cobriza se sintió como un jodido objeto, un trofeo, y eso género que se le revolviera el estómago nauseabundamente. Respiraba furiosa, imaginándose el millar de rumores que de seguramente ya habían comenzado a engendrarse y que luego los días siguientes de colegio tomarían forma adulta y la atormentarían constantemente. Aun así pronto el griterío de la fiesta y la música estridente comenzó a apaciguarse en la intemperie de la noche, el silencio poco a poco empezó a hacerse presente a lo que ambos adolescentes se acercaban al coche del californiano aparcado a un par de metros de la casa de Betty.

Súbete—le ordeno el rubio a lo que se quitaba el cigarrillo de los labios y abría la puerta del conductor.

Accedí a hablar contigo, no a meterme en tu jodido camaro—ladro, harta de que el chico se creyera con el derecho de mandarla.

Billy sonrió macabramente.

No estás en posición de negociar Burdeaux—bufo el chico, a lo que la miraba fulminante desde el otro costado del auto— Te vas a subir, te vas a callar y me vas a contar toda la verdad—le hablo calmadamente, pero algo en el tono de voz del rubio género que a Bex se le pusiera la piel de gallina— O todavía no entiendes que te tengo agarrada por los pelos.

La chica sintió los ojos cristalizados por el horror. El californiano tenía razón, estaba a total merced de sus decisiones. Como hablara de lo que la había visto hacer, su vida estaba acabada. Siempre se había mantenido al margen, jamás había utilizado sus poderes. Sabía que en el segundo que aquellos psicóticos que la habían secuestrado hacia años la encontraran, la arrastrarían de vuelta a aquel laboratorio y esta vez sí que no podría escaparse. Estaba jugándose su libertad, sus chances de encontrar a su hermano, de por fin ponerle punto final a un asunto que la había atormentado toda su vida.

THE WHITE RABBIT || BILLY HARGROVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora