Noctámbulos

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Todas las luces ya reposan dormidas, menos la tuya. Llegas como siempre cuando todos duermen, pero esta vez yo no consigo conciliar el sueño. Es un fastidio sentirme así, sin poder hallarme a esta hora de la noche. Entras, te oigo ir de aquí para allá, soltar tus cosas, despojarte del cansancio de tu día mientras recorre la casa. Vas al baño, agitas la cocina, rebuscas en tu bolso, respondes un whatsapp, abres un empaque de cereal, y en cada una de tus migajas de ruido yo te voy imaginando; hasta que todo queda en silencio perpetuo nuevamente, y ahí, entre tu silencio y el mio,  se que te has hundido en ese cansado sofá azul.

Tu no lo sabes, pero en ese punto oigo tu soledad susurrándome, destilándose por todas las paredes, como una densa nube de polvo invisible que flota en el aire. 

También siento tu nostalgia, casi dormida, como un niño llorando levemente en el suelo.

En ese instante vuelvo a tus notas, en las notas de tu diario, en tu yo ahogándose en melancolía a las tres de la madrugada queriendo ser rescatado; y yo, detrás de la puerta queriendo extender mi humanidad hasta la tuya y abrazar cada poro de tristeza que se abre en tu cuerpo por un instante. 

Mentalmente simulo que me levanto de la cama, abro la puerta, cruzo el pasillo, llego a tu pequeña zona de refugio y me siento acompañarte en ese café que siempre veo que tomas contigo misma, sin mas intenciones que hacernos compañía, como dos extraños que se citan a mitad de la noche sin poder dormir.

Monólogo de los ausentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora