Hay mucho que yo tampoco te he dicho
y deberías saberlo.En cuestiones de desafío, me queda claro lo imposible que sería que tu y la ternura no se llevasen tan bien juntas siempre, que poco me importa si llevas el cabello rapado o lleno de serpientes venenosas como Medusa. Poco me importa si después de todo hay nueve mil quinientas treinta dos cosas mas que nunca te harían pasar desapercibida ni en una conferencia de ciegos. Pero en el fondo comprendo tu actitud desafiante y pretoriana, esta ciudad agresiva y tempestuosa logra a veces sacar lo más frágil de uno mismo, y como el pez globo, el cuerpo encuentra siempre maneras de mantenerse seguro. Yo, por el contrario, aun no encuentro formas de salir ileso de tu sonrisa.
Sobre las estrías y tu vestido corto mis manos tienen otras consideraciones que merecerían un ensayo grueso de varios volúmenes. Hasta ahora mi inquietud mental no ha hurgado en el pantone de tus prendas íntimas, aunque siempre voy a querer inclinarme por el café natural de tus ojos desnudos, o el canela dulce de tu espalda descubierta, o el arrebol de tu lengua humeda y tibia, o el lila de tu vientre desconocido.
También admiro tu habilidad olímpica de convertirte en pulpo sin perder el encanto; de llevar la tristeza a raya cuando los que te demandan amor presionan mas de lo que ellos asumen que soportarías, y se que en el fondo solo quieres que entiendan el orden sagrado de tu propio desorden.
Sobre los homicidios debo aclararte, y en mi defensa puedo alegar, que tu me pediste desde un principio que escribiera, que echara andar mis manos nuevamente hacia la poesía, y mientras tu haces recuento de cadáveres que aún respiran, yo celebro en silencio el parto natural de los versos que salen de mi cuando te pienso.
Pero también mi cuerpo a veces es una casa de madera, que cruje por cualquier movimiento en la madrugada, que la carcome la culpa como una infección de termita, y de vez en cuando también queda a oscuras cuando el inquilino que vive conmigo se vuelve un extraño atorado a mitad de un beso, y pienso entonces en el refugio tranquilo de tu abrazo en un ascensor de un piso cualquiera, en el té caliente de tus ocurrencias lucidas, y en el silencio de tus ojos cuando me dicen "por favor, quedate".
No se que mas decirte sobre mis ganas, sobre el deseo que me provoca verte distraída con una pose de escultura renacentista mientras dibujas, si hasta en pleno orgasmo ajeno he cerrado mis ojos y he imaginado la extensión ilegal de tu desnudez en movimiento.
Que también eres mi confidente, mi única amiga en todo el territorio chileno, y sabes bien lo extenso que es este jodido país, que he llevado a la guillotina centenares de cosas que me cuentas y me dan celos, que a veces eres insoportablemente adorable y eso me desespera, que tu risa es mejor cuando no está lejos, que he querido llevarte a lugares que amenazarían de muerte segura a tu dieta absurda, que no me importa si de S pasas a talla M, mientras la pases con Zeta o conmigo, que he leído sobre Kandinsky para saber más sobre tu vida, que Valparaíso me supo a ti, que no me he comido tu jamón pero si tu filetes de pollo, y en un sueño hace un par de lunas atrás la parte inferior de tu boca, que tambien te quiero y de eso si no tengo la culpa.