Ella me ha dicho que huya,
que corra sin mirar atrás hasta un lugar seguro,
porque el mundo le ha convencido que es un monstruo de carne y polvo
sin futuros ni garantías,
de garras largas y falda corta,
de labios carmesí y escote homicida
que entre sus piernas hay una guillotina
de flores y lujuria
que desangra
dejando los cuerpos malheridos
como una cajetilla de cigarros tirada en
un callejón de bares.Soy un monstruo - advierte de nuevo-
sólo puedes huir o herirnos,
y ya son tantas las heridas que se me han
cicatrizado que insisto nuevamente:
Huye.Y en efecto seguí su consejo,
corrí, corrí con todas mis fuerzas
pero en dirección opuesta a sus advertencias,
y como un mago que devela el truco
despojé el antifaz falso de sus creencias
y me hundi suavemente en sus ojos turbulentos
de furia y rabia
como un barco que se adentra directo al corazón de la tormenta perfecta,
y todo mito de su bestialidad desapareció:
de todas las criaturas que el mundo había inventado ella era la más hermosa
Y yo, yo el más afortunado
de haberla descubierto.Por eso le escribo con ternura
y le acaricio la tristeza con mi poesía,
porque aún hay gente que apuesta a señalarla con terror
y yo, que no me asusto tan fácil
me reniego a no quererla tercamente
cada día.