CAPÍTULO 24. Amnesia.

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Abrí mis ojos y me encontré nuevamente acostada en la camilla.
Había tenido un sueño extraño, donde cantaba junto a alguien en una ventana, mirando a la luna.

Oí un ronquido y giré mi cabeza, dirigiendo la mirada hacia un pequeño sillón, donde se encontraba el joven de pelo morocho sentado, durmiendo.

Hice un fuerte carraspeo de garganta y se despertó.

—Keira, lo siento me he quedado dormido.

—Disculpa, ¿Tú eres? —levanté una ceja y me sentí confundida.

—Cierto, yo me llamo Tom.

Miré hacia mis lados y luego volví a dirigirle la mirada.

—¿Y de donde nos conocemos?

—Pues yo soy tu... —se llevó la mano hacia su nuca y miró al suelo— vecino.

—Oh.

Aún confundida, entrecerré mis ojos y recordé mi sueño.

—¿En qué piensas? —me pregunta el joven, es decir, Tom.

—Tuve un sueño.

—Cuéntame.

Me acomodé en la camilla de manera tal que pudiera verlo con comodidad para poder contarle.

—Me encontraba junto a alguien, al lado de una ventana y ambos cantábamos mirando hacia la luna.

Noté una pequeña sonrisa en su rostro y miró hacia el suelo, pero una pequeña lágrima cayó de uno de sus ojos.

—¿Por qué lloras? —le digo y comienzo a preocuparme, me dio mucha lástima.

—Solo recordé algo, que bonito sueño tuviste.

—Puedes contarme si quieres, Tom.

Intentó por unos segundos contener sus lágrimas pero fue en vano, comenzó a llorar y hundió su cara en una de sus manos.

Intenté ponerme de pie para contenerlo pero me dolió absolutamente todo el cuerpo y no pude si quiera moverme.

—Ya basta no llores, por favor, me hace mal verte así.

—Pero no sabes quien soy.

—Pero se que en algún momento lo supe.

Intentó con todas sus fuerzas largar una sonrisa, se puso de pie y fue hacia la puerta de la habitación.

—En unos momentos volveré, necesito tomar un poco de aire.

Al abrir la puerta, no solo él salió, si no que también entró una chica, la cual no me costó ni un segundo recordarla.

—¿¡Molly!?

—Keira, ¿Si te acuerdas de mi?

—¡Nunca te olvidaría! —extendí mis brazos y ella corrió hasta quedar entre medio de ellos.

Estábamos abrazadas, me sentía aliviada de por fin reconocer a alguien.
La mujer que vi al llegar a esta habitación volvió a entrar nuevamente.
En su mano llevaba un pequeño cuaderno.

—Cariño, se que no me reconoces, pero ten este cuaderno y léelo, quizás te ayude.

—Gracias señora, lo haré.

Vi como mis palabras se clavaron en su pecho como una espada y salió con la cabeza agachada por la puerta, me dolió muy en el fondo.

—Molly ¿ella quién es?

—Es tu madre, intenta ser un poco mas comprensiva aunque no te acuerdes.

—Oh, cuanto lo siento, espero poder recordarla rápidamente. —dije haciendo una mueca, que horrible el hecho de no conocer a mi madre.

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