— Despierten chicos.
Oí a mi mamá.
Ibamos cuatro horas viajando en el auto de Eloy.
Tom estaba dormido contra la ventana de su lado y yo contra la ventana del mio.—Chicos...
—Ya te oí.
—Pero Tom no.
Es verdad, Tom seguía durmiendo con la boca abierta, por cierto, se veía muy gracioso.
—Hijo despiertate.
—¿Qué? Déjenme dormir.
Que carácter.
Puse mis ojos en blanco y vi que Eloy frenó al lado de un lugar muy bonito para comer.—Quiero llegar, me duele el trasero.
—Hijo no hables así.
—Por dios.
—Será un interesante viaje. —dije irónicamente.
Bajamos del auto, yo cerré la puerta detrás de mí y caminamos sobre un camino de piedras.
Llegamos a una casa grande de comida, había arcos hechos de flores y mesas con manteles blancos, con una rosa grande en el centro de cada una.Nos sentamos en una que daba vista a un lago color celeste y azul marino, se veía precioso.
—¿Recuerdas cuando nos sentamos aquí y me pediste que sea tu novia?
—Si, lo recuerdo perfectamente, fue uno de los días más felices de mi vida.
Yo los estaba viendo con curiosidad de que algún día vuelvan a estar juntos, además moría por saber su historia.
Tom se sentó frente a mi y me estaba mirando, pero luego vio hacia el lago.
Aún seguía distante de él, no pensaban perdonarlo.—¿Qué van a comer?
—Quiero pastas. —dije yo.
—También yo.
Ambos pedimos ravioles, mi madre y el señor Collins pidieron salmón.
A mi no me gusta mucho el pescado.Luego de comer, pedimos la cuenta y subimos al auto.
—¿Cuánto falta para llegar?
—No lo sé hijo, dos horas aproximadamente.
—¿Cómo es el lugar? —pregunté yo.
—Es una cabaña en un pequeño bosque, de un lado de este hay montañas y del otro, la playa.
—Que agradable.
Tom se puso sus auriculares y yo los míos, iba mirando a la ruta desde la ventana cuando de repente se cruzó un cachorro por delante y Eloy pudo esquivarlo rápidamente.
Con ese movimiento, Tom se había resbalado por el asiento y había quedado tendido sobre mí.
Abrí mis ojos como dos faroles y el también, cuando largo una sonrisa lo empujé fuerte y se golpeó contra su puerta.—Lo siento.
Me quedé callada sin darle respuesta y tomé mi celular nuevo, enviándole un mensaje.
—No, no lo sientes.
—Fue sin querer, no quería quedar encima de ti.
—Lo hiciste y sonreíste.
—No fue mi intención.
—No parece, ahora déjame en paz, ya te dije que no quiero saber nada de ti.
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A Cuatro Metros
Roman d'amour"Odiaré cada kilómetro, cada metro, cada centímetro, cada milímetro que me aleje de ti."