Extra #1

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—Oye, ¿Puedes quedarte quieta? —Dice Molly.

Ella estaba acomodando mi vestido y Kim mis zapatos, me trajo recuerdos de aquella obra de teatro en el Instituto.

Habían transcurrido cuatro años desde entonces.

—Me duele, ¡Me duele!

—¡Lo siento! —Dice Molly, desajustando las tiras del vestido.

—Ustedes nunca cambiarán —dijo Kim mientras terminaba de acomodar mis zapatos, brillosos como a mi me gustan.

Ambas la miramos y luego nos vemos entre nosotras, ella me saca la lengua y lo arrugo la nariz.

—¿Estás nerviosa? —Me pregunta Molly.

—¿Y tú qué crees?

Puso los ojos en blanco y yo me reí.

Me vi al espejo y acomodé mi pequeña tiara, luego me coloqué los pendientes y ya estaba lista.

Matt entra al vestidor y me ve con una sonrisa.

—Vayan muchachas —les dice.

Molly bufó, pero luego salió de allí junto a Kim.

—¿Me veo bien?

—Te ves reluciente —me responde con una encantadora sonrisa.

Me acerqué hacia él y le di un fuerte abrazo, muy correspondido, por cierto.

—¿Y si se arrepiente?

—¿Tom? —Ríe—. Eso no va a pasar nunca.

Sonreí y luego salimos de aquel lugar. Hacia la izquierda, había un pasillo y en cuanto lo cruzamos, nos quedamos de pie frente a dos puertas grandes.

Al abrirse, se oyó la música y tomé a Matt del brazo, dando lentos pasos hacia adelante.

Había un parque hermoso, muchas sillas con gente en ellas, que al vernos se pusieron de pie, y una tela en el piso, para que crucemos sobre ella.

Iba mirando mis zapatos, rogando que no se enreden a mi largo vestido blanco.

Mi mano temblaba y las flores que llevaba en ella, también.

Pero todo se calmó cuando alcé la vista y vi a los ojos de Tom, a tan sólo unos pasos de mi. Mientras nuestras familias tiraban flores hacia nosotros, yo llegué al altar y por fin sonreí.

A su lado, estaba Eloy y al lado mio, mi madre.

Había decidido ingresar con Matt, ya que es como un hermano para mi.

—Hola morocha —me dice Tom sonriendo.

—Hola Thomas —le respondo también sonriendo.

Nos giramos hacia el cura que había en el altar y él comenzó a hablar.
Luego de unos minutos que parecieron una eternidad, llegó al final.

—Thomas Collins, ¿Aceptas a Keira Cyrus como tu esposa? —Pregunta el cura hacia Tom.

Él me mira a los ojos con una amplia sonrisa y y yo a él igual.

—Si, acepto —responde.

—Keira Cyrus, ¿acepta a Thomas Collins como su marido? —Se dirige hacia mi.

No es que haya querido hacer suspenso, pero esa pregunta me dejó pensando en todas las cosas que vivimos, en nuestra historia que por cierto fue hermosa.

Vi al amor de mi vida a los ojos y se encontraba impaciente, entonces asentí con mi cabeza.

—Si, acepto.

El cura procedió y dijo lo último.

—Entonces, por el poder que me declara la ley, los declaro marido y mujer, hasta que la muerte los separe —dijo.

—Oh, eso tampoco nos separará. —Respondió Tom y todos se rieron.

Se acercó a mi y nos besamos, mientras nuestras familias nos aplaudían.

Corrimos por el pasillo y nos tiraron flores, luego nos subimos a un auto negro con un moño blanco en el techo y avanzamos.

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Voy a extrañar mucho la historia de Tom y Keira, y ustedes?

Gracias por los votos, los adoro❤❤

Keiler

A Cuatro MetrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora