▶Thomas Collins
Me desperté y me acerque hacia la ventana, oía ruidos provenientes de la casa de al lado, la cual estaba en venta hace ya mucho tiempo.
Asustada, corrí en pijamas hacia la cocina, donde allí estaba mi madre.—Mamá...
—¿Qué pasó cariño? —Gira hacia mi y alza ambas cejas.
—Sucede algo extraño en la casa de al lado.
—No cariño, una familia compró la casa —me responde mientras me sirve una taza de chocolate caliente.
—Por fin, ¡Era hora de tener vecinos! Voy a cambiarme que se me hace tarde.
Caminé cuidadosamente hacia mi habitación, ya que llevaba la taza en mi mano e ingresé.
Fue inevitable espiar por la ventana para ver quiénes eran mis nuevos vecinos. Mi ventana daba a la ventana de una de sus habitaciones, la cual siempre estuvo cerrada. Había unos cuatro metros de diferencia entre esa ventana y la mía, algo incómodo quizás.
Las cortinas estaban cerradas, no pude ver nada, sólo una sombra de alguien que iba de un lado a otro cargando cajas en sus brazos.
Terminé de cambiarme y dejé la taza vacía de unos grandes sorbos. Al salir de mi habitación, noté que mi madre ya se había ido.
Fui hacia la parada de autobús, me pasé allí unos momentos y de repente algo, o mejor dicho, alguien llamó mi atención.
—Ah bueno, ¿A caso me sigues? —Oí una voz.
Di la vuelta y ¿Quién era? Si, Thomas.
—¿Qué haces aquí? Jamás te vi.
—Es que me...—un coche rojo toca la bocina y no logro escucharlo.
—Ah, igual no me interesa.
Hace una mueca y luego subimos al autobús.
—Buenos días, hasta Winston por favor.
Le digo al chofer, que ya casi me conoce y pongo mi tarjeta en la máquina para que me cobre.
Me siento en uno de los asientos del fondo como siempre, para leer Irresistible propuesta durante el camino.
—¿Qué lees? —Dice interrumpiendo mi lectura.
—Una novela.
—Que interesante —dice irónicamente.
Me mira y yo a él, pero incómodamente, decidí llevar mi vista hacia el celular nuevamente.
De vez en cuando, sentía que intentaba molestarme, pero lo ignoraba y él volvía a mirar por la ventanilla.
Al llegar al instituto, bajé del autobús y caminé.
—Nos vemos en la clase. —me dice y se va.
Puse mis ojos en blanco mientras iba dando pasos apresurados por el parque delantero, hasta que me cruzo con Chad.
—Hola ¿Cómo estas? —pone cara sonriente.
—Bien, ¿Y tú?
—Bien, ¿Qué te parece si este domingo vamos al cine?
¿Chad invitándome al cine?
—Eh.. claro, si, vamos. ¿18:00 pm?
—Si preciosa, estaré en tu casa a esa hora.
Me alejo y camino, cuando miro hacia la izquierda, Thomas había visto la escena.
-Hola —dice Molly con mucha emoción—. Tengo algo que contarte.
—Yo igual.
—Voy a ir con Austin al cine este domingo. —se adelanta.
—Yo también, con Chad.
—Oh vamos, ¿Y la alegría? —Ladea su cabeza.
—Uju, también iré.
No soy muy demostrativa, o quizás si, pero nunca me puse a prueba. Será por mi signo zodíaco.
Suena el timbre y caminamos al aula.
Nuestro instituto era lo suficientemente grande, por lo tanto para llegar al aula debías pasar por los casilleros y luego por un pasillo el cual se dividía entre ellas.—Hoy yo me siento con M —dice Brad.
—De acuerdo, yo me siento sola.
—No, conmigo —me interrumpe Thomas y se sienta a mi lado.
—¿Really?
—Déjame, solo una hora. Estoy solo.
—Ok.
Entra el profesor de política y comienza a hablar, mientras yo siento la vista de Thomas clavada en mi perfil.
Intento verlo de reojo y me estaba viendo, con su estúpida sonrisa.
—¿Pasa algo?
—Que histérica —dice aún sonriendo.
—Voy a decir sus calificaciones. —Se escucha al profesor—. Johan Lynnu, siete, Brad Rollyn, cinco.
—Mierda. —Se escucha.
—Cuide sus palabras Rollyn.—Alza la vista—. Matt Guller, siete, Molly Steivy, ocho, Gian Dlenn, siete.
—¡Si!
—Keira Cyrus, diez.
Largué un suspiro y me acomodé en el asiento.
—Vaya vaya, que inteligente —dice Thomas.
—A ver a ti...
Le saco la lengua y él señala al profesor, para que yo oyera con atención su nota.
—Thomas Collins, diez.
—¿Qué decías? —Alza una ceja y se acomoda cerca mío.
Luego de verme, me hace un guíneo.
—Casi me sorprendes, casi.
El profesor terminó de decir las calificaciones y al rato sonó el timbre.
Caminamos con mis amigos al comedor y nos sentamos.
Se acercan los chicos del equipo.—Hey, el domingo a la tarde jugamos el partido. —Dice Brad.
Es atractivo y alentador, cualquier chica que lo mirara y lo escuchara se enamoraría rápidamente de él, pero yo no soy el caso.
—Luego nos vemos —me hace un guíneo.
Suena el timbre y al llegar al aula, se sienta a mi lado.
—¿Qué hay entre aquel y tú? —Me pregunta apoyando sus brazos en el respaldo del asiento.
—Nada, ¿Por qué?
—¿Nada? No parece. —Mira hacia un costado.
—Me refiero a por qué me lo preguntas.
—Nada, no interesa. —se niega.
Pasan las horas y llega el momento de irnos. Camino hacia la parada del bus y lo freno.
Veo a Thomas desde la ventanilla caminando lento, no llego a tomar el mismo que yo.—¡Oye, gracias por esperar! —Grita sarcásticamente.
Lo ignoré, aunque me causó gracia, y me coloqué mis auriculares, comenzando a escuchar una canción.
*
ESTÁS LEYENDO
A Cuatro Metros
Romance"Odiaré cada kilómetro, cada metro, cada centímetro, cada milímetro que me aleje de ti."