Capítulo 33: Remus y Tonks.

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Hoy era luna llena. La peor época para Billius y para sus amigos quienes tenían que mentir para no decir que era hombre lobo. Los tres, Victoire, Teddy y Billlius, ya empacaron para irse a San Mungo. Estaban por salir cuando a Victoire se le ocurrió una idea:
-¿Por qué no podemos ir al sauce boxeador? ¿Remus no iba ahí? -preguntó.
-Sí, según lo que me contaron lo hacía. ¿Por qué no podemos ir? Le voy a preguntar a McGonagall -feliz Teddy se dirigió al despacho de su directora.
Los cuadros de los antiguos directores estaban colgados en sus respectivos lugares. Una taza de té estaba en su escritorio con algunas libretas y fotos. Teddy miró una foto: una señora joven le cantaba a sus, según Teddy entendió, hijas. Una mano lo acarició por la espalda.
-Lindo, ¿no? Soy yo con mis sobrinas de pequeñas. ¿Por qué me vino a visitar? -preguntó con una sonrisa.
-No entiendo por qué Billius no va al sauce boxeador. Mi padre iba ahí -le contestó.
-Sí, podría ser. Pero hace mucho tiempo que no lo inspeccionamos y no sabemos qué hay ahora.
-¿Podemos ir? -le preguntó Ted girando sus pies.
-Inspeccionaré primero, esperen mientras -dijo y se fue.
Esperaron alrededor de dos horas, sentados en las escaleras. Jugaron al smash explosivo y contaron anécdotas.
-Nunca supe como se llaman los dos perros que siguen a Mcella -dijo Billius.
-Mandy Roberts y Emily Lee. ¡Dos estúpidas! Y el otro que me cae re mal es Steven Shakes, de Ravenclaw -explicó Vick la más experta-. Ahí viene McGonagall -susurró.
McGonagall caminaba con paso firme, con la varita en alto. Tenía el pelo despeinado y algunas manchas en la cara.
-¡No, definitivamente, no! -dijo caminando exaltada y se sentó junto a Victoire- Al parecer una acromántula puso huevos ahí y crecieron bastantes. Y hay como, puff, capullos con humanos muertos adentro, muggles si no me equivoco. ¡Repugnante! -asqueada por lo que pasó tomó la mano de Billius y lo condujo a la salida de Hogwarts. Ahí estaban el señor, la señora Weasley y John con Fiona. Billius corrió hacia sus familiares y los abrazó.
-¿Te gustó tu abrigo? -le preguntó la señora Weasley porque lo llevaba puesto.
-Sí, es mi favorito -contestó y Molly lo volvió a abrazar.
-Lo vas a asfixiar, Molly -dijo Arthur-. Hola, chicos -saludó a Vick y a Teddy que contestaron con un hola y se despidieron de su amigo.
-¡Suerte! -lo animó Victoire.
Entraron otra vez en Hogwarts. Victoire iba a visitar a su hermana y sus amigas y él iba a leer un poco del diario. Lo abrió y respiró el rico olor de libro viejo.
Querido hijo:
Hola, que esté todo muy bien allá. Hoy va a relatar tu madre y el siguiente capítulo tu padre.
Mi pelo ya no era color rosa chicle, sino gris. Comía poco y ya no prestaba mucha atención en las reuniones de la Orden. No sabía nada de Kevin y de Michael solo que estaba saliendo con Melanie. Molly una tarde tocó la puerta de mi cuarto cuando estaba pensando en mi mala suerte.
-¿Puedo pasar querida? -de lo distraída que estaba asentí pero no lo supo porque estaba del otro lado de la puerta.
-Sí -le respondí sin ánimos y ella entró.
-Sé que te pasa algo -me dijo mirándome fijamente-. ¿Podría ser un lobito?-me preguntó.
-¿Cómo lo sabes?-le pregunté.
-Sé las miradas que le das a Remus y él a vos, aunque no lo sepas. Sé que a Ginny le pasa lo mismo con Harry y que a Harry con Ginny. No veo por qué estás así -me sorprendí.
-El otro día, yo se lo dije -ella saltó-.Me dijo que era muy pobre, muy viejo y muy peligroso. No lo entiendo -sollocé.
-Lo hizo para protegerte, los hombres no saben nada de nada. No te des por vencida. No hay edad par el amor si estás dispuesto a amar-me dijo y esa frase iba a ser mi siguiente puerta-. Inténtalo.
-Lo intento, pero me ignora. Dice que le pediste ayuda o que tiene que hacer algo -le expliqué ella me sonrió.
-Ya sé el siguiente sábado le voy a decir que venga a casa porque necesito ayuda. Vendrás un poco más tarde y voy a ir a la cocina. ¡Van a estar solos! -festejó riendo.
-Gracias por ayudarme, Molly. Acepto -le dije sonriendo.
Ella salió de mi cuarto cantando. Mi pelo volvió a estar rosa chicle en solo pensar en él. Ya sabía el vestido ideal para la ocasión. El peinado, la rosa que me iba a poner. Todo estaba listo.
Ya terminó el capítulo, si tienes tiempo da vuelta la página y ahí va a seguir.
Teddy lo hizo esperando a que pase algo entre sus padres. Empezaba con el típico querido hijo, pero se lo salteó.


El patronus de Molly llegó a casa diciendo que necesitaba ayuda. Como caballero fui unos diez minutos antes a la madriguera. Toqué la puerta y Molly me abrió sonriente.
-¡Hola, viniste! -asentí- Pasa, pasa.
Entré. Había una mesa para dos en el jardín decorada con rosas. Podría ser el aniversario de casados de Molly y Arthur, pero no estaba.
-¿Qué necesitas Molly? -le pregunté.
-Hay un boggart en casa, no lo puedo sacar. Me muestra cosas horribles, mi...mi...muerta -me dijo temblando y entendí que se refería a su familia. La agarré por los hombros y la senté-. Gracias. Dime, ¿estás saliendo con alguien? -esa pregunta fue rara y la negué- Ah, entonces no está mal si sales con alguien.
-¿A qué quieres llegar? -le pregunté.
-Nada, solo es que tienes algunas admiradoras -me dijo despreocupada. Tocaron el timbre-. ¿Quién es? -preguntó.
-Soy yo.-respondió una voz muy conocida.
-Dora, pasa -le dijo y yo me quería esconder tres metros bajo tierra.
-Hola. Umm, hay olor rico -dijo-. Ah hola Remus -me tuve que parar y darle un beso en el cachete-. ¿A qué se debe tu visita?
-Me llamó Molly -le contesté.
Escuché un no de Molly. Fui a la cocina y dijo lo que menos quería escuchar.
-Me llamaron, me tengo que ir. Dora, la comida se está preparando. ¡Coman afuera! -dijo y desapareció.
¡Justo afuera! Hasta le vi la cara a Tonks y ella se veía igual. No había visto a tu madre muy detenidamente. Tenía el pelo largo color rosa chicle intenso. Un vestido rojo apretado arriba y después fluido. Me sonrió.
-¿Qué se trae entre manos? -me preguntó divertida y fue en busca de la comida.
Yo esperé sentado en el living cuando escuché que algo se cayó.
-¡Merlín! ¡Soy un desastre! -gritó. Cuando llegué la comida estaba en el piso y ella estaba limpiando. La ayudé a limpiar manualmente.
-¿Qué pasó? -le pregunté viendo si se había cortado.
-Torpe Dora -fue lo único que me respondió.
-No te preocupes, voy a encargar comida a Las tres Escobas. ¿Quieres? -le pregunté y asintió.
Pedí cervezas de manteca y mucha comida. A los tres segundos la comida llegó.
-Yo pago -me dijo.
-No, yo pago -rió.
-Parecemos mis padres -le entregó la plata.
Llevé la comida yo, porque tu madre la iba a tirar y nos sentamos.
-¿Cómo estuviste, Remus? -me preguntó un poco acusante.
-Bien -le respondí-. ¿Y tú?
-Bien.
-¿Qué te estaba pasando? -le pregunté.
-¡OK! Pasa, que alguien oculta lo que siente -me gritó enfurecida y su pelo se tornó color lava-. ¡Me ignoras, no me miras, apenas me hablas! ¡Lo que pasó entre nosotros no implica una grieta! -gritó más fuerte y una lágrima pasó hasta su cuello. Se la sequé.
-Por favor, no llores. No me gusta verte llorar -le supliqué. Ella puso fuertemente la cerveza en la mesa.
-¡Que no llore! No quiero llorar. Me dijiste que te gustaba. ¿Era mentira?-no le respondí y miré al piso sintiéndome culpable-. ¡RESPONDE! Estoy harta. Quiero saberlo ahora y ya no te volveré a molestar.-me dijo más tranquila y decepcionada.
La miré fijamente. Hasta enojada era perfecta, no me merecía que estuviera así por mi culpa.
-Sí -le respondí y ella me miró más de cerca-. Lo eres todo. Me encantas hasta cuando estás triste.
-¿Por qué no quieres estar conmigo? -me preguntó llorando- ¿Me quieres, o es una mentira barata para no romperme? -me paré para estar más cerca de ella y le sequé las lágrimas. Respiraba como un rayo nunca estuve tan cerca de ella. Me arrodillé y ella se cayó de rodillas al piso. Ambos estábamos arrodillados. Sin pensarlo le agarré la cabeza, junté sus labios con los míos y sentí como su pelo volvía a estar en mi color favorito para ella: rosa chicle. Puso sus manos en mi cuello y sin dejar de besarnos me di cuenta que alguien nos estaba mirando. Molly. La solté y ella me miró sonriendo.
-Adiós, Remus -me dijo y desapareció.
-Adiós, Dora -le dije a la nada y me fui.


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HOLA PERSONAS QUE LES GUSTA LEER COMO A MI. YA SÉ REMUNPHADORA. ES MI PAREJA FAVORITA. ¡GRACIAS POR LEER!

Teddy Lupin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora