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⎯ "chicσ rαrσ" ⎯

Empezamos con la hora de receso.
Los alumnos, gran parte de ellos se atragantaban con la comida chatarra que había en la cafetería y hablaban entre sí de cosas triviales. Cada quien por su lado.

Todo el mundo se mantenían en su grupo, todos menos Tord.

Si. "Nuestro pequeño" caminaba entre la multitud. Aún a pesar de la característica fama que obtuvo en los últimos días.
Era algo raro en él, solo por esta vez, quiso hacer algo diferente, distinto. Decidió no quedarse aislado en el salón como siempre solía hacer.

Hacer algo nuevo. Confrontarse a su ahora temor.

Con la miraba al suelo y su constante jugueteo con las mangas, salió al patio trastero de la escuela. En eso, pudo divisar cada distintivo grupo que los alumnos solían hacer.

Grupos creados para sentirse parte de algo. Para ser identificados.
"Por no estar solos"

Que irónico.

El ambiente era alegre y escandaloso. Entre ellos se empujaban, conversaban, reían, gritaban; convivían.
"Lo que uno daría por formar parte de algo así"

No iba a negar que tenía miedo, solo se había expuesto un poco y ya era el entretenimiento. Ese cambio fue abrumador.
Cada alumno lo miraba de reojo, lo podía sentir. Podía oír como las chicas cuchicheaban entre ellas diciendo la palabra raro y feo entre risas. Como susurraban y como tan de repente se ha quedado en silencio toda el área.
Empezaba a ponerse paranoico, solo preguntándose si se había puesto bien su sudadera de lana o si tenía algo en el cabello.

Sentía que se ahogaba.

Tratando de evadir toda esa incómoda situación, fue a comprarse algo para beber.
Tenía mucha sed.

No muy lejos de él estaba esa típica tiendita llena de letreros mencionando la oferta de hoy y tales días con sus respectivos alimentos y precios. Abundantes siempre de dulces.
Aún inseguro, llega hasta el mostrador recargando levemente su pecho, buscando con la mirada algo que podría saciar su antojo.

— ¿Qué te gustaría comprar mi niño? — una señora regordeta de ojos color almendra llegaba con varios platillos a la mano. Colocándolos en la barra y mirando una notita para luego tocar una campanilla clásica de esas que avisan que la comida acababa de ser servida — ¡Un sándwich especial! — avisa la señora.

— ¡yo!
Se oye decir — muchas gracias leonor.

— no es nada querida. Sabes que siempre es agradable tenerte como comensal — sonríe cálidamente.

La chica de cabellera negra ríe con ternura aún tomado entre sus manos el platito de plástico.
Tord se sonrojó cuando los ojos de la chica hicieron contacto con los suyos.

— entonces, ¿deseas algo?
Con la señora interrumpiendo ese extraño momento, exaltado por haber tenido un contacto de miradas de más de treinta segundos con una persona que no sean sus padres, empieza a jugar con sus dedillos nerviosamente en busca de relajar esa ansiedad.
Era su típico "tic" de desahogo.

— e-es que, busco algo para, hem, ya sabe, lo que una persona común viene a la tienda.

Lol.

— hum... — la mujer de apariencia de 60 años estaba un tanto confundida. Admitía que el chico se le hacía desconocido, ella normalmente tenía grabada mentalmente el rostro de cada alumno. Por lo que solo terminó de deducir que era nuevo.
Ante su perspectiva, Tord le dio la impresión de ser tímido y alguien que, llama mucho la atención.

lα ѕudαdєrα rσjα| tσmtσrdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora