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                                — "Gris" —
[1/3]

Tord era el tipo de persona, que envuelto en la oscuridad, se aferraba desesperadamente en las delgadas franelas. Creyendo que su alrededor, se salía de órbita, haciendo ver la distorsión de su realidad.
El pecho le dolía, sentía como su cabeza le pesaba, como en su mente hacía crecer pequeños pensamientos provocándolos en gigantes mareas, que arrasaban con su persona. Hundiéndolo y robándole la respiración, donde sus músculos se tensan, donde siente que podría darle un paro cardíaco, donde solo oía ruido...

Espirales, espirales, espirales...

Tord era el tipo de persona, que para no sentirse solo, colocaba a su alrededor muchos peluches diferentes, varias almohadas que lo hacían pegarse hacia la pared...
Teniendo el abanico encendido muy cerca de él, más a parte dos cobijas, cubriendo cada parte de su ser.

Con eso, se quedaba absorto en algún pensamiento cualquiera, que lastimaba mucho, pero que tenia la extraña obsesión de querer entenderlo y darle una respuesta. Incluso si no lo había.

¿Por qué? Él tampoco lo sabe.
Pero con eso, las horas de la noche y la madrugada, se iban.
En dolorosos nudos en la garganta. Donde el cerebro jalaba, y el corazón también.

Tord era el tipo de persona, que no sabía lo que sucedía. Y mucho menos quién era.

Tord era el tipo de persona, que no tenía control sobre su mente.

───☆───
Parpadeó, varias veces con sus rizadas pestañas. Alzó su ceja, y frotó su mentón con la mano derecha.

— ¿estás molestándome, cierto?. — traía puesto una camiseta holgada color púrpura, con unos jeans de mezclilla oscuros ajustados. Junto un par convers blancos. Pese que lucia como una ave exótica, Matt se sentía a gusto con estos tonos. Creía que ayudaba a resaltar su cabellera pelirroja.

— No. Pienso que tú puedes ser esa... — Abre sus brazos señalándolo completamente. — persona que le haga salir de su zona de confort.

El dúo de amigos, aislados pero tampoco tan alejados de la cafetería, debajo de un árbol, sentados en una de las mesas color rojas, esperaban a otro inquilino para unírseles a un plan del cual, el de Cuencas, había considerado, hace como tres días de su última visita con los Larsson.

Se sentía algo avergonzado porque, con el hecho de que el diminuto y huesudo cuerpo de Tord, lo haya hecho derribar estruendosamente, le había dado justo en su orgullo. Y no solo eso, si no que fue otro motivo para que detestara más tenerlo pegado como garrapata. Es decir, estar con él no era tan malo, pero ya sé estaba hartando de intentarlo una y otra vez, para que lo único que reciba, son solo empujones.
No lo niega, tuvo un arrebato de ira con la que tuvo que disculparse después con Tord, por haberle dicho algo como "pues sigue ahogándote en tu mierda". Dejando al pobre en su habitación, en un estado de shock.

No fue lo más favorable, es decir, siempre a sido tan tosco con las personas cuando lo hacen enfurecer, pero por alguna extraña
razón, a ver dicho tal cosa, y ver esa carita con la expresión de sorpresa, junto con su ceño fruncido, lo; le hizo sentir culpable.

Fue como: "¿pero que dije?".
Después de eso, llegó a su casa, expresando a su madre, esas sensaciones de malestar. No era algo que él hiciera pero...

No sé, le lastimó. Y mucho. Y eso lo hacía sentir como cuando una persona accidentalmente se moja los pies con calcetines en agua. Incómodo. Ó cuando de repente se molestaba con su pequeña hermana, ignorándola y haciéndola llorar.

lα ѕudαdєrα rσjα| tσmtσrdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora