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—¿Tienes miedo? —La pregunta de Steven la sacó de sus pensamientos y lo miró de reojo.
—Estoy perfectamente bien, deja de preguntármelo.
Rió un poco y continuó caminando a través del oscuro pasillo.
La verdad es que no estaba bien. En su niñez había sido muy cobarde y eso era parte de los defectos que se habían mantenido en sí misma desde que decidió cambiar. Pero decírselo a Steven era difícil. Lo quería mucho, pero aún así era muy complicado hablar de su pasado con cualquier persona.
Steve se detuvo y se plantó frente a ella, tomó su barbilla haciendo que ambos tuvieran contacto visual.
—Sé que no estás bien. Sé que necesitas a alguien que te abrace y te contenga cuando desees llorar, Ly. Sé que me necesitas.
Sintió sus mejillas arder y sonrió levemente, se inclinó para besarlo. No había mucha diferencia de altura entre ambos.
—¿Puedo besarte hasta dejar hinchados tus labios?
—Sólo si yo puedo besarte hasta que dejes de querer llorar. —Respondió él, sonriéndole y acercándose para besarla también.
Lydia no resistió más y lo besó con fuerza, con pasión y desesperación, con deseo y seguridad. Rodeó su cuello y él rodeó su cintura. La chaqueta de Steve estaba abierta y ya que era tan grande y la chica tan pequeña, decidió taparla ligeramente por la espalda, en modo de protección, aunque claro, no pudo hacerlo por completo, fue un gesto de que quería tenerla cerca.
Pasaron así un rato y después decidieron continuar su recorrido por la Casa embrujada, en la cual aparecieron algunos fantasmas, zombies, además de otros monstruos clásicos de películas. Lydia dejó de sentir miedo y sonrió mucho más que la última vez que había estado ahí.
Estaba bien.
Ahora estaba bien.
Ahora estaba con Steven.
Y él la hacía estar bien. El sólo estar cerca de él le hacía bien.
Al llegar a la parte de atrás de la casa, Steven sonrió y pasó su brazo por detrás de sus hombros. Estaban sentados en el suelo, apoyados en la pared de el lugar. La chica tenía su cabeza recargada sobre el pecho del chico.
—¿Sabes algo? Me encantas. Me encanta tu voz, me encanta tu sonrisa, me encantan tus ojos, me encanta tu boca, me encanta tu risa y simplemente me encantas tú, toda tú.
Lo único que hizo fue lanzársele en un beso aún más apasionado que el de hace un rato. Acunó su rostro con sus manos y él la pegó así sí sujetándola por la espalda con fuerza y deseo. Lydia decidió sentarse en el regazo del chico y pasó ambas piernas por cada lado de su cadera, sin darle importancia al hecho de que estaba usando falda. El muchacho tampoco lo hizo, de hecho, estaba bastante gustoso con ello.
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Call Me or Fuck You
Teen FictionNadie es perfecto al 100% Eso Candice lo sabía. Pero ella tenía que ser perfecta, desde siempre se había presionado a ello. Sin embargo cualquiera puede equivocarse cuando de tener un corazón roto se trata. Y así cuando su novio la dejó de un día pa...