Nadie es perfecto al 100%
Eso Candice lo sabía. Pero ella tenía que ser perfecta, desde siempre se había presionado a ello.
Sin embargo cualquiera puede equivocarse cuando de tener un corazón roto se trata. Y así cuando su novio la dejó de un día pa...
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Lydia amarró las sábanas al barandal de su balcón, recibiendo las miradas de sus amigas.
—¿Qué haces? Tu madre te va a matar, Lydia —acotó Emily, mirándola preocupada desde la cama.
—Ay, ya déjala. Sólo quiere divertirse con su pequeño amorcito sexy.
Sasha sonrió divertida. Lydia rodó los ojos. No se iba a acostar con Steven. No salía a media noche para verse e ir a un hotel a tener sexo, claro que no. Sólo quería verlo. Su noche había sido horrible partiendo por esa incómoda cena, y por las miradas de desconfianza que su amiga le daba en la vídeollamada.
Al menos no ahora, pensó.
—Cúbranme. Si mamá pregunta, díganle que... bueno, díganle algo convincente.
—¿Y a Candy?
—También.
Emily y Sasha asintieron. Em siguió mensajéandose con alguien y, la castaña de su lado desvió la vista hacia su mejor amiga, cuando la vio abrir la boca para hablar.
—Bueno, adiós —dijo desde el balcón, pasando una pierna hacia abajo, sentada, y con la otra punta de la sábana atada a su cintura, con múltiples nudos y, además, sujeta de las manos—. Volveré en... un rato.
—Un bueeen rato —dictó, sonriendo pícara.
La rubia menor bajó y enseguida sintió de golpe una sensación indescriptible en su cuerpo. Tocó el césped con sus pies y soltó un suspiro de alivio. Aún a pesar de no ser su primera vez, tenía un sentimiento de euforia y adrenalina.
Ya se había escapado de su cuarto muchas veces. Y sólo lamentaba una, en la cual, no había sido buena idea. Su madre nunca la había descubierto, sólo su padre, no obstante, fue en una ocasión en la que no la castigó y tampoco delató. Pero así era él, no era duro con sus hijas, en especial con su consentida; Lydia.
Divisó de espaldas a ella, a su madre, unos metros más allá, hablando con Candice, quien, fijó su mirada en ella, y abrió un poco los ojos con sorpresa, los entrecerró levemente y volvió a hablar con su madre.
No la iba a delatar.
Sonrió y con fuerza y disimulo, tiró la sábana hacia su balcón, con el fin de que el objeto no fuera visible desde donde estaba Hellen. Después de lograr su cometido, victoriosa, avanzó hasta el jardín delantero. Su casa no tenía rejas, por lo que no era necesario tener llaves o algo para salir del sitio. El auto de su hermana se encontraba disponible, pero sacarlo requería de las llaves de éste, y esas ae encontraban en el primer piso, en el llavero colgado al lado de la puerta.