Nadie es perfecto al 100%
Eso Candice lo sabía. Pero ella tenía que ser perfecta, desde siempre se había presionado a ello.
Sin embargo cualquiera puede equivocarse cuando de tener un corazón roto se trata. Y así cuando su novio la dejó de un día pa...
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—¿Y? ¿Cómo va la escuela, chicas?
Lydia observó a Hank con evidente fastidio, dejando de lado su tenedor y limpiándose la boca para hablar.
—Bien.
—¿Y tú, Claire? ¿Te va bien en el último año? —curoseó, pero sólo obtuvo una alzada de ceja de parte de Lydia, y un chasquido de lengua de Candice.
—Es Candice. Y ya entré a la universidad, gracias —respondió fríamente, sin apartar la vista de su plato de comida.
Llevaban media hora así. Incómodos y en silencio de funeral. Hellen estaba más que molesta con ambas debido a la actitud que estaban teniendo. Blake era el único que sonreía en la mesa. Se le hacía gracioso el que su presencia molestara e incomodara tanto a la rubia mayor.
—Y, ¿tienen novio? Digo, unas señoritas tan lindas como ustedes deben tener, ¿no?
Candice enterró con fuerza su tenedor sobre una albóndiga en su plato.
—No.
Lydia carraspeó, para desvíar la atención de su pobre hermana, que apenas enfrentaba una separación.
—Yo... nunca he tenido novio.
—Oh. Es una pena —respondió Hank, sintiendose incómodo por haber formulado tal pregunta.
Sasha y Emily se sentían como las piezas sobrantes en un rompecabezas. No sabían qué decir, ni hacer. Reconocieron al chico de la disco, se complicaron igual que Candice, y aún así, era como si sólo ellas estuvieran fuera de contexto.
—Eh, Sasha. ¿Qué tal están los espaguetis? —dijo la madre, para empezar una conversación.
—Muy buenos, ¿no crees, Em?
Emily reaccionó de golpe. Los ojos de Hank, Hellen, Sasha y Blake estaban sobre ella.
—S-sí... ¿c-cómo se conocieron ustedes? —miró a los dos adultos pareja en la mesa.
Hellen sonrió, Hank también.
Emily quiso dar un suspiro de alivio al darse cuenta de que, había salvado un poco el ambiente con esa pregunta. Después de todo, lo importante era que ellos disfrutaran.
—Él también es socio. Nos conocimos en la empresa, y, bueno, ahí surgió algo.
—Sí. —Respondió Hank—. La vi y mis instintos me dijeron que tenía que hablarle.
