Nadie es perfecto al 100%
Eso Candice lo sabía. Pero ella tenía que ser perfecta, desde siempre se había presionado a ello.
Sin embargo cualquiera puede equivocarse cuando de tener un corazón roto se trata. Y así cuando su novio la dejó de un día pa...
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—¿No te agrada que esté aquí, Finnstone?
La rubia suspiró y apoyó su cabeza en el hombro de su hermana menor, lo mejor sería ignorarlo.
—Oh, vamos, ¿ahora no me hablarás?
Comenzó a charlar con Steven y Lydia, mientras ignoraba al castaño sentado un asiento más atrás. La pareja estaba bastante incómoda ante la situación, pero aún así le respondían a ella y trataban de conversar "normalmente".
Blake no sabía cómo llamar la atención de la chica, así que decidió enviarle un mensaje.
Blake: ¿Sabías lo sexy que luces enojada?
Al leerlo, Candice sólo rodó los ojos y lo dejó en visto.
Decidió enviarle otro.
Blake: Bueno, quizás no eres una zorra. ¿Quieres dejar de ignorarme de una vez por todas?
Eso la molestó.
Candice:NO. Ya déjame.
Donovan bufó y decidió probar con algo diferente.
Blake: Me encanta cuando te haces la difícil, porque me hace pensar en las enooormes ganas que te tengo, Finnstone. Además, no puedo resistir las ganas de tocar tus pechos, son de buen tamaño, ¿eh?
Al recibir otro mensaje, Candy estaba preparada para voltearse y golpear a Blake, sin embargo, al leerlo, sintió sus mejillas arder y no supo qué responder, se giró y vio una sonrisa que no había visto antes en él; una juguetona y que parecía que alguien usaría para coquetear. ¿Le estaba coqueteando? No, no era eso, era algo diferente, tampoco le estaba pidiendo disculpas.
Se percató de un hecho y entonces escribió:
Candice: ¿Por qué quieres que te hable? Dime la verdad.
La respuesta tardó, pero al llegar, fue extrañamente dolorosa.
Blake: Se supone que eres mi novia, Hank nos invitó a cenar con él, sus hijas y tu madre la próxima semana; no quiero que vayamos y me trates así. Teníamos un trato y aunque Kathetire me haya dejado en paz, si voy solo entonces volverá a hacerlo. Pero ten claro que no significa que me importe cómo me tratas fuera de eso.
Eso no era realmente lo que quería decir, pero no podía admitir nada. Tenía un orgullo demasiado grande y sentía que, si le decía que la extrañaba, ese orgullo saldría perjudicado. Simplemente, no quería decirle la verdad, no podía.
