Era de noche, exactamente las 2:30am, observaba a la ventana y tenía puesta la camisa de The Ramones de Harry. La cual ya me quedaba un tanto apretada. Usaba también un abrigo sobre ella color rojo y unos jeans de maternidad azules. Mis inseparables converse y un gorrito negro. Me enredé la bufanda en el cuello y esperé a mi amigo de ojitos verdes.
La puerta de mi habitación se abrió lentamente y él con su chaqueta negra, su bufanda gris y su gorro negro entró con una gran sonrisa.
-¿Lista?
-Nací lista –Respondí y caminé hacia él tomando mi mochila. Estiró su mano y me ayudó a bajar las escaleras un poco más rápido. Mi pansa era enorme, por lo que me costaba mucho andar más rápido y escabullirme. Tomó las llaves de su auto y él lo había dejado estratégicamente fuera del garaje.
-Tendremos que empujarlo para que el sonido del motor no despierte a la víbora –Informó Harry haciéndome reír.
-Bien –Dije- ¿Quién lo hará? –Nos miramos- Te mataré Harry –Dije mientras empujaba con todas mis fuerzas y él conducía para poderlo alejar, cuando lo encendió solté el auto y él salió del lugar del copiloto.
-Toma los mereces –Dijo entregándome una caja de bombones, lo fulminé con la mirada y él me abrazó, a mí y a mí embarazado vientre- Te extrañé –Respondió de nuevo, lo apreté a mí y yo asentí en sus brazos.
-Yo también, me sentía terrible al castigarte así, pero era la única forma de que reaccionaras de ese letargo en el que vivías –Mencioné.
-Lo agradezco, me enseñaste algo –Dijo él y yo entrecerré los ojos y lo miré confundida ¿Qué podría enseñarle yo a él?
-¿Qué? –Pregunté mientras caminábamos hacia la puerta.
-A que todo es muy difícil si tú no estás conmigo. A lo solo que me sentía cuando no hablabas conmigo y lo oscuro que se torna todo si tú simplemente te vas –Respondió.
-Harry a veces... te juro que te odio –Respondí.
-¿Por qué? –Preguntó.
-Porque puedes ser el hombre que yo quiero para mí, del que me puedo enamorar, del que tal vez nunca me cansaría, con quien me casaría o qué se yo –Dije y él sonreía- Pero otras veces, me decepcionas tanto que me asustas. Enserio, no tengo una sola idea de cómo tratarte.
-¿Te gusto? –Preguntó y yo lo miré incrédula.
-Sí –Dije entrando al auto y subiendo mis pies cuidadosamente. Él cerró la puerta y corrió al lado del copiloto.
-¿Qué tanto? –Preguntó de nuevo.
-Lo suficiente –Respondí.
-Como... ¿Para salir conmigo? –Preguntó y yo lo miré fijamente.
-No tanto –Respondí y él bufó.
-¿Puedo besarte? –Preguntó y yo negué- ¿Por qué no?
-¿Qué tal si me embarazas? –Pregunté y él soltó una carcajada mientras encendía el auto.
-¿Puedo embarazarte más? –Preguntó tocando mi vientre.
