Capítulo 30

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Mi respiración sigue siendo irregular y se entrecorta con suspiros. Nicola sigue acariciando mi cabello, esperando pacientemente por mí. Cuando por fin estoy calmada, me levanto del piso y me recargo en el final del muelle, dándole la espalda al océano. Limpio mis lágrimas y respiro hondo nuevamente. 
No quiero mirarlo. No me atrevo siquiera a pensar que sigue ahí, quisiera que se levantara del piso y se fuera a otro lugar, no necesito verlo. No hoy. No ahora. Para siempre necesito que se vaya. No es justo para él todos los problemas que yo causo. Giro mi cabeza lentamente hacia él y me encuentro con su mirada desvanecida por la oscuridad de la noche que nos rodea. Se levanta y se acerca hacia mí con paciencia. Me encojo un poco y abrazo mi cuerpo. Tengo tanto miedo de su simple presencia… es como si automáticamente sintiera pavor a toda la población masculina del mundo. Miro con los ojos llorosos y manchados de maquillaje hacia adelante. Tiemblo con sentir el aire helado golpeando mi piel y traspasándola hasta mis huesos. Es una noche fría. Y fea. La luna se ve borrosa, por los nubarrones de aire que la tapan como una noche de terror. De pronto siento como Nicola coloca su chaqueta por mis hombros y la sostengo con mis manos. Le dedico una sonrisa quebrada y sigo mirando hacia adelante. 

-¿Quieres hablar de lo qué pasó ahora?- niego con la cabeza sin expresión alguna. Nicola suspira y me toma de los hombros.- Muy bien. ¿Quieres que te lleve a casa? Necesitas descansar.

Asiento una sola vez y nos dirigimos juntos a caminar por la feria vacía y oscura. Me sentía incómoda con la mano de Nicola en mi hombro, pero intenté zafarme y me sentí peor. Solitaria, sin protección. Así que accedí a que el me tomara del brazo de nuevo. Caminamos hacia su auto y antes de encenderlo, tomó su teléfono y marcó a mamá, diciendo que me había encontrado y que me llevaría a casa. Claro, a la de mi padre. No sé que voy a hacer. Él regresa mañana en la noche y no quiero que sepa lo que me ha pasado. 
Al llegar a casa, bajo del auto y Nicola corre detrás de mí. Me da la media vuelta para que logre mirarlo a los ojos. Me sonríe un poco y yo solo hago una mueca en un intento por devolverle la sonrisa. Él no tiene la culpa, debo sentirme mal por eso. Decide quedarse conmigo para darme apoyo. 
Entramos a casa y le ofrezco algo para tomar, ambos nos terminamos una botella de jugo fresco de naranja y pasamos a mi habitación. Entro en el clóset y saco un pijama de pentalón y blusa azul de manga larga. Me dirijo al baño a cambiarme y al desnudarme me siento de nuevo en las manos de Vasco. Me siento al descubierto. Alzo la mirada hacia el espejo de cuerpo completo y me da pavor. Aún tengo los rasguños de sus uñas marcados en mi cintura y en mi estómago. Ahogo un grito en mis manos y cierro los ojos con fuerza. Estoy llorando de nuevo. No quiero hacer ruido, no quiero que él me vea tan vulnerable. Aún con solo ropa interior, me siento en el suelo del baño y me pongo a llorar en silencio. Todo es tan difícil, el mundo se vuelve tan cruel… después de un tiempo en silencio, tomo algo de papel higiénico y seco mis lágrimas, me desmaquillo y lavo por completo mi rostro. No me veo tan afectada. Seco mi cara con una toalla y me coloco el pijama. Abro la puerta y Nicola está sentado en un extremo de mi cama. Alza la mirada y se levanta, tomando las sábanas y acomodando todo. Me acerco con timidez y en contra de todas mis reglas mentales que se han hecho justamente hoy, y le doy un beso en la mejilla, con mi rostro, labios y manos temblorosos. 

-Gracias.- musito antes de entrar en la cama y cubrirme con las sábanas.- No te preocupes… puedes quedarte.

Él se quita sus zapatos y sus medias y entra a mi lado. Me rodea con sus brazos y me pierdo en su aroma. En la tranquilidad que me transmite. De pronto siento un golpe de miedo y comienzo a temblar, me separo de él, como si fuera una loca y me pongo a llorar en un extremo de la cama. Tallo mi rostro con las manos y me escondo en mí misma.

-No llores… no llores.- repito en voz baja y cortada por el llanto.- Dios…
-Tranquila, calma.- me dice Nicola intentando acercarse.- Dios Angie ¿Qué fue lo que pasó? ¡Dímelo!
-Vasco… yo…- cubro mi rostro con mis manos y comienzo a llorar más fuerte.- Nicola perdóname. En verdad yo no tuve la culpa, y tampoco es tu culpa. 
-¿Qué te hizo ese imbécil?- me observa, pero yo no contesto. Estoy escondiendo mi rostro lo más que puedo, y él me toma en sus brazos. Comienzo a patalear y a rogarle que me suelte.- ¿Te ha tocado? ¿Eso es lo que pasó?
-No cerré la puerta… él me siguió… intenté defenderme a como diera lugar, pero era demasiado fuerte.- recordé entre lágrimas.- Yo, lo siento mucho…
-Mierda…- Nicola se alborotó el cabello con desesperación y golpeó el acolchado con su puño.- Ese maldito te tocó. Lo voy a matar, créeme, ese imbécil se va a arrepentir de haberte tocado. 
-No… Nicola…- me volví hacia él y pude notar cómo su rostro estaba sonrojado de ira y lágrimas salían por su rostro.- Sé que debo de reportarlo… pero ahora solo quiero tu apoyo, no pienses en lo que pudo haber sido o lo que harías por favor.- le ruego mientras intento controlarme. Me acerco hacia él y tomo su rostro en mis manos.- Tú no tienes la culpa, y no tienes por qué hacerle algo. Yo lo haré. Pero ahora no, necesito estar bien para hacerlo. 
-Descansa… necesitas hacerlo Angie.- se acerca totalmente calmado hacia mí y besa mi frente con dulzura.- Mañana yo mismo te llevo al doctor… a donde tú quieras. 
-Gracias.- muerdo mi labio inferior y me decido a abrazarlo.- En verdad lo siento. Entiendo si estás confundido y me quieres dejar de ver…
-Angie.- toma mi rostro entre sus manos y me observa a los ojos.- Te amo. Y te voy a apoyar en todo lo que quieras. Siempre voy a estar contigo. Siempre. 

“El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es.” - Jorge Bucay.
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Volviendo para términos del año :D

My sister's boyfriendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora