Capitulo 2

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"Haz que las buenas acciones se hagan costumbres en tu vida." - Rolando Escardó

El tomó su auto y se ofreció a llevarme, pero yo opté por tomar la bicicleta y seguirlo hasta el lugar. Tomé el CD que me había regalado y lo coloqué en mi bolsa, poniéndola en la canastilla. El se marcha y yo me retraso un poco para verme en uno de los pequeños espejitos que tiene mi pequeño vehículo. Sentía que tenía un mechón de cabello mal acomodado, pero fue falsa alarma. A veces pasa. Y odio que piense que fue un error, no me revise y al llegar a casa, tenga el cabello todo mal acomodado. Es como un mal karma o algo así. Pensando en eso, echo a andar rápidamente para alcanzar el auto.

Lo diviso a lo lejos. Y pronto le doy alcance. Seguimos conduciendo con nuestro respectivo medio de transporte, por así decirlo. Esta ciudad es mucho mejor que la mía. Mejores carreteras, más tranquilidad, todo es como más sencillo, no lo sé... hasta hablar con los chicos es más sencillo. ¡Me tengo que mudar! Si, solo me lo imagino y grito a los cielos un gran "Gracias". Es cierto. Un chico me ha hablado, y no solo por que cree que soy linda. De hecho no lo ha mencionado. A ver. Repasemos lo que dijo: Dijo que duda que no sea una rompecorazones. ¿Sirve algo de ahí? Es decir, puede interpretarse de muchas formas. Odio ser así, o sea, odio ser la típica chica que se preocupa por lo que piense un chico, o también otras personas en general. Pero no puedo evitarlo, yo creo que todas las chicas en el mundo me van a entender. Nunca nos preocupan los demás pero cuando encontramos a alguien que nos interesa, volteamos todo. Desearía no hacer eso nunca más.

En fin, después de unos cuantos minutos pedaleando, llego a lado del auto que ya esta aparcado en frente de una cafetería. Bajo rápidamente y veo al chico esperándome a lado de la puerta de entrada. ¿Por qué no deja de sonreír? Me pone nerviosa. Me hace pensar en lo que me dijeron de pequeña: "No aceptes nada de un extraño". Pero por favor... basta con tan solo mirarlo para darse cuenta de que es adorable. Camino hacia él y abre la puerta caballerosamente para que yo entre. Lo espero un poco, y nos encaminamos hacia la barra para pedir nuestras bebidas. Está prendida la radio .Canturreo en mi cabeza la canción. En vez de helado, pido un batido de fresa y él también. ¡Los mismos gustos! ¿Qué más quiero?

-Yo pago.- guiña y saca su cartera.- Oye, en las citas los chicos siempre pagan.
-Pero en esta, la chica paga.- sonrío amablemente. A ver... ¿dijo cita?- Vamos, por favor, ni siquiera sé tu nombre y no me dejas pagar.- pago antes de que él pueda hacer algo.- Se pondría feo si no lo hubiera hecho.
-Bueno, te diré mi nombre si dejas que para la próxima cita yo pague.- sonríe, de nuevo. No me canso de verlo sonreír.- ¿Hecho?
-Hecho.- digo rendida, es que de verdad quiero saber su nombre.- Espera.- me dirijo a la camarera.- ¿Puedo dejar un café pendiente?
-Claro, aquí respetamos eso.- dice la chica amablemente.- ¿Te parece uno mediano?
-Si, sí.- asiento.- Es perfecto.- pago y me vuelvo hacia él.- Vamos a buscar una mesa.
-¿Me podrías explicar qué es eso de un café pendiente?- pregunta él mientras buscamos una mesa a lado de la ventana, por suerte, hay una que acaba de ser desocupada.-
-Se trata de que dejes un café pagado.- me siento y limpio la mesa con una servilleta de papel.- Leí que en Italia se hace mucho eso.- revuelvo mi batido con la pajilla y lo miro.- Tu sabes... ellos se encargan de que ese café que ya está pagado llegue a las manos correctas. De alguien que no traiga el suficiente dinero para comprar algo.
-¿Y cómo sabes que si lo entregan y no se quedan con ese dinero extra?- me escruta. Retándome.-
-Tienes que aprender a confiar.- me defiendo.- No me has dicho tu nombre.
-Nicola.- toma un poco de su batido.- Ahora dime el tuyo.
-Te lo diré si me prometes que harás de ti una costumbre.- bebo un poco.- La costumbre de dejar un café pendiente.
-Vale, lo haré.- me apunta con su índice.- Te toca la parte del trato.
-Angie.-bebo de más.-
-Veo que te encanta el batido.- se burla. No me molesta y eso es nuevo.- ¿Qué edad tienes?
-Dieciocho.- qué mas da... solo faltan algunos meses.- Déjame adivinar... me veo de catorce. Todos lo dicen.
-Honestamente pensé que tenías dieciséis o diecisiete.- caramba. Tiene buen ojo.- Pero dieciocho está bien.
-¿Bien?- mi corazón late con fuerza.- ¿Bien para qué?- me arriesgo.-
-Para tu madurez.- se encoge de hombros.- Eres mucho más madura que algunas chicas de mi edad.- intento no pensar en mi hermana.- Justamente acabo de terminar una relación con una chica algo inmadura.
-Déjame adivinar.- sonrío maliciosamente.- ¿Celos?- me apoyo a la mesa con mis codos. Mirándolo interesada por el tema.- No, no... miedo al amor. No, espera... eso se daría en los chicos. ¡Ya sé! Eres demasiado para ella.
-Ojalá fuera eso.- dice conteniendo la risa.- Es solo que ella cree que yo soy "poco" para ella.
-Qué idiota.- espero no sonar muy interesada en él, y por descontado lo estoy.- Perdona. Es solo que nadie debe de sentirse superior a las personas. Todos somos iguales, a no ser que tengamos poderes, cosa que no existe. ¿Me entiendes?
-Claro, claro.- asiente.- Es solo que te alarmaste más que yo.- bebe un poco de su batido sin apartar la vista de mí.- Así que, Angie. Tenemos los mismos gustos en música, en batidos y casi unos hermanos en la forma de pensar. ¿No te parece que eso amerita que me des tu teléfono?
-Oh...- este chico va muy rápido. Casi me ahogo con el batido.- Te lo daré cuando termine mi batido. Casi haces que me atragante con él.

My sister's boyfriendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora