Capitulo 10

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-Eh... hola Mario, el del aliento a frutas.- trato de sonar lo más natural posible. Nicola nos mira sin saber qué pasa.- Este... Mario, él es Nicola, el prometido de mi hermana. ¿Recuerdas a Evelyn no?
-Sí la recuerdo, creo que ella está más obsesionada con nuestra historia, que nosotros mismos. ¿No?- recuerda Mario.- Oye, por décima vez... lo siento.
-No importa, quedó atrás.- miro a Nicola.- Eh, él es Mario Un viejo amigo, que se supone que vive a tres horas de aquí y me tiene muy confundida por su ubicación ahora mismo. ¿Te escapaste? ¿Te corrieron? ¿Te perdiste? ¿Hace cuánto que pasaste por esa tienda que se llama "indicaciones, aquí"?
-¿Estás nerviosa Angie?- me pregunta Mario arqueando las cejas.- Desde pequeña hablaste mucho cuando te ponías nerviosa en extremo.
-No... pfff.- sacudo la mano, intentando golpear el cristal, y los perritos me miran divertidos.- ¿Yo? ¿Nerviosa? No... estoy hambrienta. Eso es lo que siento ahora mismo. Hambre. Lo siento Mario tengo una sorpresa que preparar con éste de aquí. ¡Nos vemos!

Sacudo mi cabeza y me toco la frente. Tengo temperatura. Voy a morir. Estoy roja como un tomate. Jalo del brazo a Nicola y entramos al bar. Pedimos ambos una limonada con agua mineral y comenzamos a sopesar las ideas para el discurso que dará Nicola el día de la boda. Por alguna razón ya no me siento tan mal por nada. Ni por dejar a Matt ahí parado como tonto, o por el teléfono de Nicola, o por la boda. Cuando estoy con él me vuelvo locamente positiva. Y lo estoy ayudando a enamorar aún más a mi hermana, sabiendo que yo misma me estoy enamorando de él. ¡Que viva la locura!

De regreso a casa ya no tengo escapatoria. Tengo que decirle que he destrozado su teléfono. Estoy abrazándolo con tanta fuerza, que siento que ambos explotaremos. Coloco mi barbilla en su hombro y aspiro su aroma directamente en su cuello. Cierro los ojos, vencida. Giro mi cabeza y me encuentro mirando el camino. Poco a poco se va convirtiendo en ese camino conocido para llegar a casa. Paramos. Me bajo de la moto y noto que él no quiere quedarse esta vez. Me sonríe y estira los brazos.

-Nicola, antes de que digas algo amable, debo decirte algo.- agaché mi mirada. Dispuesta a confesar.- Yo he...
-¡Angie! ¿Podrías entrar? Está llamando papá.- grita Jose desde la ventana de su habitación. Nos estaba observando-
-Eh, tengo que irme, tu comprendes...- señalo hacia la ventana, en donde Jose estaba hace unos segundos. Estoy rogando porque no me pida su teléfono.- ¿Nos vemos mañana?
-No puedo mañana, lo siento.- se disculpa, algo culpable.- Evelyn y yo veremos el salón donde será... tú sabes.- se rasca la nuca, intentando no decir "boda".- Hasta el sábado por la tarde. ¿Te parece?
-No, yo no puedo.- recuerdo. Me siento increíblemente mal.- Es mi cumpleaños... iré a visitar a mi papa y luego saldré un rato con mis amigas.
-Entonces el sábado por la mañana.- me guiña.- Debo de festejar contigo esto. ¡Serás legal! Por favor, dime que sí.
-Eh...- me sonrojo. Está verdaderamente entusiasmado.- Está bien. Pero solo si me dejas conducir esta cuando tenga mi licencia.
-Te tendré una sorpresa.- guiña.- Bueno, no te entretengo más. ¡El sábado!
-Hecho.

Lo miro alejarse con la moto. Da vuelta en la esquina, miro a mí alrededor cerciorándome de que no hay nadie. Salto de emoción y pataleo como loca. ¡Tengo una cita de cumpleaños con Nicola! Entro a casa y subo las escaleras de dos en dos. Me siento feliz. Y por suerte, no me preguntó por su teléfono. Tengo un plan para eso.
Hablo con mi padre y me dan ganas de llorar. No ha invitado a nadie a su nuevo apartamento, yo soy la primera. Por mi cumpleaños. El sábado. En la mañana, mi cita con Nicola, después con mi padre toda la tarde, y en la noche, en casa de Jaz mirando televisión, comiendo porquerías y con música de los sesentas setentas, noventas, etc. Hasta llegar a la época actual. ¡Qué fácil es la vida!

"La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar." - Thomas Chalmers.

En la mañana del viernes, me levanto con una flojera terrible. Cuando sabemos que solo falta un día para el fin de semana, todo pasa más lento, como una tortura, o algo así. Y mi tortura es doble, pues sé que mañana será un día importante. No quiero cumplir dieciocho años, la verdad, significa ya mucha responsabilidad, pero una persona debe crecer. No hay vuelta atrás. Solo pienso que este cumpleaños no será como muchos. Voy a hacer cosas todo el día y en vez de ir a la escuela, como todos los viernes, en serio quiero estar en casa, haciendo nada, preparándome para lo que sigue. Tampoco se puede. Si de por sí el día es lento, haciendo nada, es mucho peor, con este pensamiento negativo, bajo a la cocina a tomar mi desayuno.

My sister's boyfriendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora