Capítulo 23

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-Dejemos el auto aquí.- dice Nicola al llegar al típico puesto de aparcamiento de la playa. Salió del auto, rodeó corriendo éste y antes de que yo pudiera abrir la puerta, él lo hizo, como todo un caballero.- Oye, espero que entiendas que desde este momento voy a ser y a hacer todo lo que quieras. Así que seré decente y un caballero. ¿Lo entendemos?
-Claro...- sonrío mientras tomo mi bolsa del fondo del auto.- Listo, ¿a dónde vamos primero?- Nicola sonrió y se acercó a mí tomándome de los hombros y juntando nuestras frentes.- Ah, vaya, creo que nos quedaremos aquí... no hay problema...- sus labios me interrumpen y no hay mejor manera que ser interrumpida con un beso suyo.
-Hablas mucho preciosa.- susurró en mis labios, y después los atacó de nuevo.- Primero, correremos en todo el malecón como dos lunáticos ¿vale?- asentí, mordiendo mi labio inferior, sonrojada y encantada.- Después vamos a surfear un poco, pues esta vez yo te voy a ganar en cuanto a domar olas.
-Eso ya lo veremos hombre.- amenacé inclinándome hacia él y besando la punta de su nariz.- He estado practicando equilibrio. En el emocional no me ha ido muy bien, pero creo que al fin lo logré.
-Está bien, me parece perfecto.- tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos con dulzura, se llevó mi manos a sus labios y besó los nudillos.- Y después... oh eso será una sorpresa. Una sorpresa grande.
-¿Ni siquiera una pista puedes darme?- pregunto impaciente, viendo la sonrisa que se formó en su rostro. Me derrito cual helado en verano.- Por favor, por favor, por favor...
-No.- ríe Nicola y comienza a correr hacia el malecón.- ¡Vamos, vamos sígueme!
-¿Por qué siempre debemos de correr cuando venimos aquí?- pregunto. Pero al verlo un poco lejos, me cuelgo la bolsa y corro tratando de darle alcance.-

Corremos como dos turistas locos es un lugar que hemos visitado tantas veces que podría ser nuestro. En la cima del mundo. Las estatuas siguen abarrotadas de gente a su alrededor tomándose fotos con poses extrañas, puestos de comida en todos lados, en la playa hay gente jugando con una pelota de playa, niños corren felices con flotadores, pronto nos encontramos con algo nuevo. Justo en donde el océano choca con la muralla de concreto, hay ahora un puente de madera por el cual puedes caminar, casi por encima del agua, literal. Nicola no duda y sigue corriendo por ese nuevo puente, pasamos el malecón y el puente pasa por detrás de casas y tiendas que hay en la última calle. Seguimos corriendo por encima del océano enorme y me da miedo mirar abajo. Está como a cinco metros de altura. En los soportes de madera del puente, hay binoculares de monedas nuevos. Y mucha gente abarrotando el lugar. Choco varias veces con desconocidos y me disculpo. Damos una vuelta por una mini curva y de nuevo llegamos a la calle principal. Justo a lado del club de surf.
Esperamos varios segundos para que nos tocara el turno de apuntar nuestra hora de visita, y la fecha en el formulario. El recepcionista es el mismo de la otra vez, así que vagamente nos reconoce y es algo más amable. Esta vez no nos indica donde están los vestidores, pues ya tenemos una idea de donde se encuentran. En el pasillo, Nicola camina detrás de mí y me toma de la mano, mientras que con la otra, toma mi cintura y me acerca a él, besando mi cuello, mientras respira dulcemente en él. Mi piel se eriza y el lo nota. Ríe en voz baja y llegamos a los vestidores, donde nos dan trajes a nuestra medida y nuestras tablas. Estando listos, salimos a la playa y entramos directamente al nivel que dejamos anteriormente. Pronto un instructor se acercó a nosotros intentando ayudarnos. Nos iba diciendo qué olas son aptas para montar, nos recuerda la postura y esas cosas. Pronto ambos estuvimos empatados en cuanto a olas. Al final, Nicola cayó de su tabla en la última ola de la hora. No puedo creerlo, he ganado. Alzo las manos al aire y entrechoco una con el instructor. Los tres salimos de las olas y el profesional se marcha, para buscar otro discípulo. Entregamos nuestras tablas y vamos a cambiaros de ropa. Me seco el cabello con una toalla seca y me pongo un traje de baño azul agua. Una blusa amarilla encima y un short de tela blanca. Mis sandalias cómodas y espero a Nicola fuera de los vestidores. Sale y no puedo contener la respiración. Trae un traje de baño negro, común e increíble al mismo tiempo, pues lo luce muy bien. Sus abdominales a la vista junto con sus tatuajes que nunca me había puesto a examinar bien. Sonríe y me toma de la mano, dándome un beso increíble. Me abraza con fuerza y sus labios aún saben a mar. A amar. Me siento tan bien y tan libre con él, que no veo la hora de luchar por esto que siento. Y sé que él también lo va a hacer. Estamos juntos y de una forma u otra al fin encontramos armonía con nosotros mismos.

My sister's boyfriendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora