Capítulo 31

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Después de tomar un desayuno forzada por Nicola, me alisto para salir al doctor. Los nervios me consumen toda. Tengo que hacer un montón de cosas al llegar al hospital, como apuntarme, poner todos mis datos en varias formas y esperar. En el transcurso de la espera, Nicola hacía todo lo posible por verme sonreír. Imposible. Cuando supo que no podía hacer mucho por ver una sonrisa mía, tomó un auricular y me lo colocó con cuidado en la oreja, dejándome escuchar la canción que estaba escuchando. Paramore. Last hope. Apoyé mi rostro en su hombro y me quedé ahí, a su lado. Escuchando cada una de las frases motivadoras de esa canción. Por primera vez en el transcurso de toda esta espera, pude sentirme a gusto. Tomé la mano de Nicola y el la apretó con fuerza y me besó la mejilla. Esperamos otro rato, hasta que escuché mi nombre, me levanté y decidida me encaminé a hacerme todas esas revisiones de “rutina” como lo llamó la enfermera.
Me sentí mucho más cómoda con una enfermera atendiéndome, la verdad. Así que, decidí intentar relajarme y solo hablar si me lo pedían. Tuve que recordar detalles de lo que me pedían que dijera y eso fue bochornoso. Pero por otra parte, es mejor contarlo todo antes de sufrir por no haberlo hecho. Después de un tiempo haciendo estudios, pude ir a casa, ya que mis resultados estarían hasta mañana en la mañana. 
Cuando salí del consultorio, tuve muy claro lo que debía hacer antes de que algo malo pasara con Nicola. Vasco es muy listo y no quiero involucrarlo de más. Ya tengo suficiente de todo esto. Nicola me deja en casa y me vuelvo hacia él. Tal vez esa chispa de antes se ha terminado. Estamos los dos aquí en el auto sin decir nada. Muerdo mi labio inferior y decido decirlo ahora o nunca.

-Gracias por apoyarme.- él se vuelve hacia mí sin ninguna expresión.- Volveremos a ser como antes… ¿verdad? Es decir, no estaremos juntos hasta saber que va a pasar.
-Esa es la idea.- suspiró pesadamente.- Angie recuerda que siempre vas a contar conmigo.- hecha la cabeza hacia atrás y aún sostiene el volante con fuerza.- Aún si es que tu hermana nunca se da por vencida y no tenga cómo descubrirla. 
-No puede ser que en verdad quiera tanto a Vasco Yzaga.- pronuncio su nombre con odio y asco.- Tiene todo lo que una chica debe odiar. ¿Porqué es tan estúpida?

Nicola se queda en silencio y aprieta el volante con ambas manos. Aprieta la mandíbula con fuerza y mira hacia otro lado. Está molesto. Sé que quiere hacer pedazos a Vasco, pero de eso ya se encargará la ley. Supongo. Abro mi bolso y saco las llaves. Le tomo el hombro y le doy un beso en la mejilla y trato de formar una sonrisa, pero no me sale. En este momento no puedo ser hipócrita.

-Nicola.- se vuelve hacia mí, sin quitar su mirada pensante y llena de odio.- No quiero que te estreses por mí. Solo… intenta relajarte y descubre a mi hermana. Si es que puedes. No te preocupes por mí, en este momento no me siento digna de nada. Si quieres irte después de que todo se resuelva, estoy de acuerdo. Son demasiados problemas juntos y solo quiero que seas feliz. Te doy esas opciones. Puedes irte, puedes dejarme. Te juro que no te buscaré. Quiero que busques lo que siempre has querido. Realiza tus sueños. Dime que lo harás y podré estar bien.
-Angie...- sus ojos cristalizados me miraron fijamente.- Tú eres mi felicidad.
-No.- niego con la cabeza mientras empiezo a llorar aún más.- Tú te mereces a alguien mejor que no te traiga los problemas que yo siempre tendré. Solo promételo.
-Nena…
-Prométemelo.- insisto.- 
-Te lo prometo.- murmura Nicola en un hilo de voz antes de que me tome da las mejillas y me bese fugazmente en los labios.- Seré feliz. Buscaré mi felicidad si tú me lo pides. 

Sin decir nada más, me apeo del coche y corro hacia mi casa. Abro con lentitud, por mis manos temblorosas y cierro la puerta a mis espaldas sin mirar atrás. Es lo mejor, es lo mejor. Me repito una y otra vez. Nicola ha sufrido tanto por mí… simplemente no es justo darle inconvenientes a alguien que ya tuvo suficiente. Me encierro en mi habitación y no salgo de ahí hasta en la noche que mi padre llega. Me comporto lo más normal posible, pero cada noche, en la penumbra de mi habitación, lloro desconsoladamente, silenciando mis sollozos con mi almohada. Cuando mi padre no está, lloro en voz alta para desahogarme, en la escuela hago un esfuerzo sobrehumano para fingir que estoy bien. Nadie debe de saberlo. 

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2017 ⏰

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