Alex formó una línea recta en sus labios y nos observó con cara de pocos amigos. Él no sentía mucha simpatía por Nick que digamos...
-Gracias por traer nuestras cosas Alex.- mamá apareció ignorando el incómodo ambiente que se había generado a nuestro alrededor.
-No se preocupe señorita Yisel.- Alex se aclaró la garganta y le entregó los suéteres a mamá mientras le preguntaba que le ocurría a Mike. Yo me separé de Nick y tomé mi abrigo de las manos de mamá para colocármelo; el sitio estaba helado.
-Probablemente lo tengan aquí toda la noche y no quiero dejar sola a la mamá de Mike.- habló ella.
-Yo me puedo quedar esta noche. Hay una sala de espera en el piso de arriba, descansaremos ahí.- apareció Irina.
-¿Segura? No me gustaría irme hasta conocer el estado de Mike.
-Yo me quedó.- decreté firme.- Dormiré en un sofá mamá, pero no me iré.- me encogí de hombros.
-Yo tampoco me quiero ir.- habló ahora Adam. Y así uno por uno protestó por ver quien se quedaba esta noche.
***
Nick tenía una pierna por fuera del pequeño sofá en el que se había acomodado y me recordaba a un pretzel de lo doblado que estaba su cuerpo, aun así se encontraba profundamente dormido. Mi madre descansaba sobre dos sillas muy cómodas que unió para hacer una improvisada cama, al igual que habían hecho Irina y la madre de Mike. Adam estaba sentado y se atoraba con sus propios ronquidos para toser, quejarse y posteriormente seguir durmiendo. Mia estaba sobre una banca acolchada que se encontraba en la pared y yo intentaba dormir en mi improvisada cama en el suelo ya que un enfermero muy amable me facilitó una colcha y almohadas y sabanas a todos. Claro que después de protestar que nos dejaran quedar a todos, lo cual fue sumamente difícil pero que, con ayuda del doctor Gregory, conseguimos al final, creamos nuestra propia área para dormir.
Los ronquidos de Adam no me dejaban dormir y yo simplemente desde mi lugar admiraba la capacidad que tenían todos para hacerlo tan profundamente cuando a mí me costaba pegar un ojo. Supongo que tenía mucha ansiedad pensando en Mike; sentía que en cualquier momento un doctor entraría precipitadamente para darnos noticias sobre él. Y no estaba lista para recibir unas malas.
¿Sería este el gran secreto que Mike me quería decir el otro día?
No comprendía porque había guardado silencio con algo tan importante como su salud. No perdía nada con informarnos; al contrario, hubiéramos permanecido al tanto de su estado a cada momento. Habríamos ayudado y brindado apoyo. Pero ya igual eso no hubiera servido de nada. El ataque le dio estando con su madre, con la única persona que conocía verdaderamente su condición. Y aun así no logró hacer mucho, actuó probablemente como cualquiera de nosotros lo hubiera hecho. Pero aun así aquí estábamos; durmiendo todos en camas improvisadas, impacientes y preocupados hasta tener noticias de nuestro Mike, el cual se hallaba inconsciente, entubado y sólo en una habitación. Eso me colocaba los pelos de punta.
Suspiré profundamente y me giré de lado para echarle un vistazo a Alex, el cual dormía a unos metros de mí en otra colcha. Si, él había insistido en quedarse conmigo. Pero me sorprendí al verla completamente vacía, con arrugas que indicaban que su cuerpo había estado ahí. Me senté lentamente buscándole con la mirada. Distinguí una pequeña cajita al lado de su colcha, me coloqué de pie para tomarla. Era una cajetilla de cigarros, los favoritos de Alex. Los guardé en mi bolsillo y muy silenciosamente abrí la puerta que llevaba al único pasillo por donde se tuvo que haber ido.
Los hospitales nunca me habían ocasionado ningún temor. A pesar del largo y poco iluminado pasillo que se extendía frente a mí, yo solo tenía en la cabeza a Mike. Me abracé a mí misma ya que el frío era más fuerte que mi delgado suéter. Caminé por varios pasillos que por mi sentido de orientación deberían llevarme a los balcones. Conocía el hospital de igual manera, yo solía enfermar mucho y reconocía los caminos de aquí.
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Drug
RomanceLa vida siempre se conforma por varios factores, y personas especifica y delicadamente elegidas por nosotros. Decidimos quienes componen nuestra felicidad, a quien amar y darle un sitio en el corazón que, ademas de regalárselo para cuidarlo, te brin...