Todo el Día I.

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Detestaba levantarme temprano, detestaba la escuela y más detestaba tener clases tanto en la mañana como en la tarde.

Detestaba serle infiel a mi cama con el instituto.

Pero por alguna extraña razón, en mi instituto no consideraban suficientes la cantidad de horas académicas que nos tenían asignadas, así que un día a la semana nos torturaban con clases bien tempranito en la mañana y gran parte de la tarde.

Nos encontrábamos vía al instituto e iba quedándome dormida. Teníamos a primera hora condicionamiento físico en clase de deporte y siempre hacíamos dinámicas del estilo militaristas o ejercicios y competencias. Duraban la mañana entera, ugh.

Si me tocaba alguna me iría de bruces al suelo rendida del sueño.

Por alguna extraña razón dormité muy poco anoche.

Bueno, en realidad si conocía esa razón.

-¿Te pasa algo?- Preguntó mamá curiosa mientras nos acercábamos al instituto.

-Nah.- Murmuré con mi cara pegada al vidrio y mi gorra para deporte cubriéndome hasta la nariz para evitar la claridad.- Solo dormí poco.

-¿Te quedaste despierta hablando con Mia hasta tarde?

-No ma, solo no conciliaba el sueño.

Ella soltó un suspiro con una pequeña risa. Volteé lentamente con cara de muerte lenta para entornar mis ojos hacia ella bajo mi gorra.

-¿Que?

-Estás nerviosa.

Sabía que se refería a Alex, así que solté una pequeña carcajada.

-Quizás por eso amaneciste así.- Continuó.

-Mamá.- Dije sentándome bien en mi asiento.- Admito que Alex me tiene un poco curiosa con todo este juego suyo; pero no es razón para que me quite el sueño. Dios, es Alex. Sabes lo que pienso sobre él.

-Sea lo que sea que pienses sobre él, igual estás nerviosa.

Volteé los ojos. Tenía razón. No sé qué ocurría, me sentía temerosa... pero, ¿temerosa de que?

Ahora cada vez que pensaba en hablarle volvía a mi esa sensación en mi pecho que no sabía si describir de desagradable o confusa; o ambas en realidad. Era como un malestar creciente en mi cuerpo. Pero un malestar que generaba en mí el aumento cardíaco, el sonrojamiento de mis mejillas y una sensación de calidez en mi pecho.

Y con mis conocimientos empíricos de psicología sabía que eran síntomas de...

-Vengo por ti a la hora del almuerzo.- Me informó mamá haciéndome volver a la realidad.

-Está bien.- Abrí la puerta y salí.- Hasta luego mamá.- Ella se despidió y yo me dirigí a la clase de deporte.

Vi a mi grupo de amigos sentado junto a una de las paredes que rodeaban la cancha. Inmediatamente divisé a Mia que charlaba animadamente con todos. Tenía que hablar con ella, y debía hacerlo ya.

No había dormido bien pensando en Mia. Pensando en cómo reaccionara si me ve hablando con Alex o estando a su lado todo un día.

Debo admitir que mi intuición me dice que hay un 90% de probabilidades de que Alex ni siquiera me salude o de que me ignore, justo al igual que ayer. Pero si el otro 10% de probabilidades se daba, debería darle una explicación a Mia.

¿O no?

Por qué, ¿porque habría de pasar un día con el chico que tanto le gusta y que se supone que yo detesto?

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