(Antes de que empieces a leer este capítulo, verás que aparecerán canciones que muy específicamente escogí. Pienso que mejorará la experiencia de lectura, así que espero las escuches y te identifiques con ellas)
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
En horas de la madrugada de un jueves, Kelsey Miller se encontraba reunida con su familia en la habitación de sus abuelos José y teresa. Su madre, con lágrimas en los ojos. Su abuela, desconsolada con ambas manos sobre la boca aguantando los sollozos. A pesar de su tóxica y problemática personalidad, amaba a su adorada nieta con todo su corazón. Y su abuelo, firme, calculador y paciente como siempre, pero asustado, preocupado y sin poder creer lo que ocurría, buscaba alguna clase de solución para la situación de su nieta Kelsey.
Ella había logrado admitir todas sus experiencias con el chico que la había hecho sucumbir ante un mundo de megalomanía, hipocresía y destrucción total, convirtiéndola en un ovillo nada comparable de lo que era la Kelsey de antes de conocerlo. La frialdad con la que ella relató los hechos los sorprendió a todos, pero entendieron, después de una larga y exhaustiva conversación que ella había cambiado.
Sin embargo, creían haber conseguido una solución.
La banda delictiva del psicótico Ethan era un problema a nivel nacional. Eran los narcotraficantes más buscados por la policía y por los militares que resguardaban el área limítrofe. José, al enterarse de que Kelsey había sido secuestrada por él se lamentó aún más que cuando les habían mentido sobre dicho secuestro; él sabía que Ethan cumplía muy bien su función de verdugo y comprendió que Kelsey había corrido con muchísima suerte.
José era un ex general muy prestigioso de su país. A pesar de su retiro al jubilarse, seguía manteniendo contacto con militares de alto rango gracias a sus logros en batalla. Poseía un poder increíble cuando se trataba de seguridad y contactos en todo el país.
Inmediatamente terminada la conversación, él apoyó pesadamente ambos pies en el suelo, a un lado de su cama. Y al levantarse para ir hacía el teléfono que escondía para situaciones de inteligencia policial, el cual nunca pensó que usaría de nuevo, sintió que a cada paso que daba sus pies eran de plomo puro. Rebuscó en su closet mientras su nieta y su hija lo miraban con interés y turbación. Llamó a su mano derecha en combate y en vida, el general Florentino Garcés. Una vez se le había informado de la situación, Florentino acudió a su hombre de mayor confianza; importante militar y fiel a su moral justiciera, su hijo Timothy Garcés, o el pequeño Tom. Él comandaba equipos de fuerzas clandestinos para situaciones de máximo peligro; misiones confidenciales. Y la situación de Kelsey entraba perfectamente en esa categoría.
Luego de horas de planeación, preparación y enlaces que descubrieron entre la banda delictiva y criminales que anteriormente no se encontraban involucrados, consiguieron un plan para liquidar a Ethan, sus secuaces y el asunto de las drogas de una vez por todas.
Muchos cabos se amarraron gracias a la información que Kelsey, de primera mano, les pudo proporcionar.
Alex Fletcher era un agente ambiguo; jugaba para ambos bandos; los buenos y los malos. La historia que le había relatado a Kelsey era real. Sus problemas con las drogas, su introducción a ese mundo idílico y peligroso, sus trabajos para la pandilla de Ethan y su búsqueda de ayuda con la policía en un momento de pánico. Comenzó a trabajar con la policía y logró escapar de varios años en una correccional si se convertía en un agente secundario y se infiltraba en las acciones de sus compañeros para luego facilitarles los planes a los agentes policiales. Lo que él no sabía, es que el padre de Ethan se había infiltrado antes que él en la comisaria más importante. Este siempre logró alterar la información, cambiar datos y confundir a la policía haciendo casi imposible la captura de su hijo y todos sus trabajadores.
ESTÁS LEYENDO
Drug
RomanceLa vida siempre se conforma por varios factores, y personas especifica y delicadamente elegidas por nosotros. Decidimos quienes componen nuestra felicidad, a quien amar y darle un sitio en el corazón que, ademas de regalárselo para cuidarlo, te brin...