"Lo cuidaré".

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(En multimedia Luke)


-Es el apartamento de Alexis.- habló Alex.

-¿Trafica órganos o qué?- pregunte impresionada.

Recorrí la habitación con mis ojos, escrudiñando cada rincón. Nada se escapa de algún lujo. De las blancas paredes colgaban gigantescos cuadros con dibujos abstractos y otros eran retratos fotográficos de vaya Dios a saber quién; al único que reconocí fue a Bob Marley. Era una habitación enorme que abarcaba también una barra con un gran bar. Copas colgaban del techo y botellas de todos los alcoholes que yo conocía y más, se extendían ordenadamente a lo largo de la barra. Los muebles eran modernos y psicodélicos. En todas partes, ya sea en algún adorno, silla, mesa o cuadro habían colores fosforescentes rosa, verde, amarillo y la barra de colores completa. Luces led iluminaban tenuemente el lugar; lo más extraño es que no sabía de donde provenía la iluminación, como de algún tipo de placa escondida en el techo. Había no una, sino dos pantallas planas en las paredes de los costados, una frente a otra.

¿Quién necesita dos televisores en una habitación?

El estéreo venía acompañado de una pequeña mesa de DJ. Pero lo que más me impresionó, era la vista a través del enorme balcón que tenía en frente. Caminé hasta salir y dejé que el frío aire de la madrugada me congelara por un instante. Me dolían los pies, recordé que toda esa persecución de hace unos segundos la realicé descalza. Pero eso ahorita no era relevante.

Había un jacuzzi a un costado del balcón, una parrilla a su lado y algunas plantas en pequeños conucos que daban un aire veraniego al ambiente. Todo el piso, incluyendo el del balcón y las pequeñas escaleras para llegar a el, era de una madera color oscuro.

Era imposible que Alexis tuviera en su posesión semejante casa con el sueldo de un bartender, por muy popular y ostentoso que fuera ese bar.

Las luces de la ciudad más el silencio de las altas horas de la madrugada me hacía sentir como si fuera la única persona despierta en el mundo. La vista era impresionante, y la luna iluminaba la gran y extensa ciudad. Desde aquí se podía distinguir el centro, con sus altos edificios, hasta los suburbios.

Me abracé a mí misma, me empezó a dar más frió. Volvería adentro mejor. Me volteé y Alex seguía de pie en mitad del salón.

Me miraba de una forma muy extraña. De nuevo ese ceño fruncido y esos ojos verdes que me perforaban. Desde aquí podía notar como tenía sus hombros tensos. Se convertía en una estatua petrificada con sus ojos fijos sobre mi. 

Esa era una de las cosas que más detestaba de él, Alex es indescifrable. Sin embargo ya conocía cuando estaba pensando mucho en algo, como en ese justo momento que me miraba. Pero el problema es que podría ser cualquier cosa y yo no sabría comprender si es algo bueno o malo. El nunca demuestra lo que siente. A diferencia de a mí, que con una mirada sé que soy capaz de demostrar todo lo que pasa por mi cabeza.

Me acerqué a paso lento a él. Mire fijamente sus ojos esperando ver alguna señal de lo que estaba pasando por su cabeza en ese momento.

Nada. Alex es un libro cerrado.

Cuando quedé frente a él, el paseó su mirada por mi rostro y mi cuello. Dirigió su mano a un mechón de mi cabello colocándolo detrás de mi oreja. Enseguida sentí como su tacto me transmitía esa cálida corriente por mi mejilla.

Separé mis brazos y le rodeé con ellos. No sé por qué de repente necesitaba abrazarlo. Aunque creo que él lo necesitaba más porque enseguida toda la tensión en su cuerpo desapareció y me apretó fuertemente. Escondió su rostro en mi cuello y luego soltó un suspiro.

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