XXII

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- No voy a dejar que duermas en el sofá, me voy a sentir mal! - Yoosung se quejó. Seven se encontraba poniéndole sábanas limpias a su cama, ya que las otras se encontraban llenas de pedazos de Honey Buddha Chips y dormir rodeado de trozos de patatas fritas trituradas no iba a ser muy cómodo.

- Venga, venga, no te quejes tanto. He llegado a dormir sentado en una silla, el sofá no es nada.

Yoosung se encogió de hombros. La verdad es que hubiese preferido mil veces dormir en la misma habitación que el joven hacker para poder hablar hasta quedarse dormidos, tal y como solían hacer antes. Las charlas que tenían a las dos de la mañana eran las mejores, ya que los dos estaban medio dormidos y, con la excusa de que por la mañana no recordarían nada, siempre acababan hablando de cosas bastante personales.

Los temas iban desde hablar de videojuegos hasta contarse experiencias embarazosas, tales como aquella vez en la que Seven estuvo coqueteando con una chica y al final el que consiguió su número fue Zen, o aquella otra vez en la que Yoosung se tropezó y le tiró una taza de chocolate caliente encima a uno de sus profesores.

- O quizás... No quieres que te deje solo? - El hacker susurró con voz juguetona. - Te da miedo quedarte a oscuras?

- No... B-Bueno, quizás un poco, vale? - Las mejillas del rubio enrrojecieron. Siempre le había dado miedo la oscuridad, y Seven lo sabía porque Yoosung se lo confesó cuando ambos eran aún muy jóvenes. Era bastante sorprendente pensar que el pelirrojo recordase una conversación de cuando Yoosung aún no había cumplido catorce años.

- No hay otra opción, entonces. Tendré que dormir aquí para asegurarme de que mi bizcochito no pasa miedo. - Seven se sentó en el borde de la cama, y dió un par de palmadas en el colchón para indicarle al rubio que hiciese lo mismo. - Ven aquí.

El rubio le hizo caso, y lentamente se dejó caer en la cama. Estar allí se le hacía extraño, hacía mucho tiempo que no dormía en casa del hacker y, aún así, recordaba perfectamente muchos detalles de la habitación.

Por ejemplo, el techo estaba lleno de estrellas amarillas que brillaban en la oscuridad, y cada cierto tiempo Seven cambiaba su distribución. A veces formaban la silueta de un gato, y en otras ocasiones estaban ordenadas por tamaño. En aquellos momentos, sin embargo, las había colocado de tal forma que escribían un "707" en el techo.

- Te gustan? - Seven preguntó de pronto y sacando de sus pensamientos al rubio, quién se limitó a asentir. -Siempre he querido dormir bajo las estrellas, pero ya que nunca salgo de casa y probablemente nunca pueda cumplir ese sueño, decidí conseguir mi propio cielo estrellado.

- Es muy bonito... - Yoosung hizo una pausa de un par de segundos, intentando construir una frase en su mente. - Se que hay una colina en las afueras de la ciudad en la que se ve bien el cielo de noche. No podrías ir allí?

- No tengo tiempo. Aunque supongo que no pasa nada, soy consciente de que moriré sin hacer un montón de las cosas que me hacen ilusión.

Yoosung tragó saliva, y miró preocupado a Seven. La forma tan casual con la que hablaba sobre la muerte le asustaba, y pensar en todo lo que pasaría si el pelirrojo desapareciese de su vida le producía una espantosa sensación de ansiedad. Poco a poco, sus ojos violetas se llenaron de lágrimas, y comenzó a sollozar de forma extremadamente ruidosa, cosa que hizo que Seven se alarmase al no entender qué estaba pasando.

- No quiero que te mueras! S-Seven... - La voz de Yoosung tembló.- No me abandones como hizo Rika... Por favor...

El rubio se aferró a su amigo, quien le devolvió el abrazo sin pensárselo dos veces. Durante un par de segundos, lo único que se escuchaba en la desordenada habitación de Seven era la respiración agitada de Yoosung.

- No te voy a abandonar.

Los ojos violetas del rubio se clavaron en el rostro del hacker al escuchar aquellas palabras.

- Te lo juro. - Seven susurró, y comenzó a acariciar la mejilla de Yoosung delicadamente.

- G-Gracias, Seven. Siento que hayas tenido que verme así... Dos veces.

- No tienes que disculparte, bizcochito.

Yoosung hundió su rostro en el pecho de Seven, y se agarró con fuerza su torso, levantando ligeramente la camiseta que llevaba puesta. Ambos muchachos permanecieron callados y en aquella misma postura varios minutos, durante los cuáles la respiración de Yoosung fue calmándose de forma lenta.

Por otra parte, cada vez más pensamientos pasaban por la mente del pelirrojo, quien no estaba demasiado acostumbrado al contacto físico. El cabello teñido de Yoosung le estaba haciendo cosquillas en el cuello y el fuerte agarre de sus brazos le estaba dificultando el respirar, pero poder notar el tibio cuerpo del rubio contra el suyo propio era más que suficiente para no romper el abrazo.

- Un chico me estuvo insultando antes. - Yoosung dijo de pronto, aún apoyado en el cuerpo de Seven y abrazándolo.

- Qué?

- Que un chico en el LoLoL me estuvo insultando. Y el mouse... Lo rompí por la rabia y me corté con uno de los trozos. -El rubio suspiró. - Aún me duele.

- Te duele que te haya insultado o te duele la mano por el corte?

- Ambas.

- Podría intentar ayudarte... Prometo que esta vez no te desnudaré en medio del pasillo. - Seven se rió de forma nerviosa. - Creo que eso fue algo excesivo.

- Bueno... Tampoco fue tan malo. E-Es decir, no por que me quitases tú la ropa! Sino porque necesitaba una ducha!

El pelirrojo comenzó a reírse por la reacción de Yoosung, pero fue silenciado inmediatamente por una almohada que se estrelló contra su rostro.

- Oh, así que crees que tienes derecho a atacarme con mis propias almohadas?

- Es que te metes mucho conmigo! No es justo!

Seven lanzó un pequeño cojín en la dirección en la que estaba Yoosung, y aprovecho la distracción del rubio para abalanzarse sobre él.

- Ataque de cosquillas!

Yoosung chilló al notar los dedos de Seven en sus costillas, y comenzó a reírse descontroladamente. Sus ojos se llenaron de lágrimas a causa de las escandalosas carcajadas que escapaban de sus labios, y su rostro se tornó tan rojo como el pelo del hacker.

El rubio intentó alzar los brazos para hacerle cosquillas a Seven a modo de venganza, pero este consiguió inmovilizarle poniendo sus brazos por encima de su cabeza.

Justo en ese instante, el teléfono de Yoosung comenzó a sonar, y ambos muchachos se quedaron inmóviles.

- Zen? Qué quieres? - El gamer preguntó intentando no hacer muy obvio que le faltaba el aire.

- Seven me ha dicho que estás en su casa, y he decidido llamarte para ver si todo está bien. - El albino hizo una pausa. - Por qué estas jadeando como si acabases de correr una maratón?

- Ah, eso... Bueno, es que estábamos haciendo una guerra de cosq- - Intentó decir Yoosung, pero antes de que pudiese terminar la frase el pelirrojo le pellizcó una mejilla de forma juguetona. - Seven, déjame en paz! Me haces daño! No me toques!

- Eh... Ya veo que entonces estáis bien. Bueno, ya os dejo para que sigáis con vuestras... Cosas? - Zen susurró y colgó, no sin antes escuchar las quejas y gritos de Yoosung y la risa de Seven.

Shooting StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora