XXXVII

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Yoosung dió una bocanada de aire, e intentó contar hasta diez antes de abrir la puerta del coche.

— Me gusta mucho tu camisa. — Murmuró el hacker con una sonrisa pícara.

— Uh, gracias. — El rubio se quedó en silencio durante un par de segundos hasta que encontró algo más que decir. — A mi me gusta tu... Tu chaleco.

Seven llevaba una camisa negra cubierta por un chaleco de color blanco, y se había peinado la raya del pelo hacia un lado. Iba tan extremadamente formal que Yoosung comenzó a sospechar que quizás era todo una fachada, y que su plan era aparecer en el momento más inesperado disfrazado de Cat Woman o algo igual de perturbador.

— Qué tal los nervios? Estás listo para conocer a MC en persona?

— E-Estoy un poco nervioso... Pero creo que saldrá bien, cuando hablábamos por mensajes era muy amable conmigo... — Las mejillas de Yoosung se volvieron rosadas. — Eh, no pongas esa cara de perturbado! Ni se te ocurra decirle nada de esto!

— Cara de pertubado yo? Por qué dirías eso?

— Sabes muy bien por qué lo digo. Te veo capaz de ir corriendo hacia ella para hablarle de lo pringado que soy.

— Ser un bizcochito adorable no es lo mismo que ser un pringado, Yoosungie.

— Como se te ocurra decirle algo de esto que acabo de contarte, te... te... uh, castigaré. 

Los ojos de Seven se abrieron como platos.

— Oh? Estás seguro de eso? Te creía yo más sumiso...

Yoosung tardó un par de segundos en darse cuenta de la curiosa forma en la que había formado aquella frase.

— N-no quería decirlo de esa forma! No, no, olvídalo! Seven! Deja de reírte!

— Si quieres castigar a alguien no soy el más indicado para ello, lo siento. — El pelirrojo se secó una lágrima aprovechando que se había tenido que parar en un semáforo en rojo. — No me hagas reír, porfa, preferiría no tener un accidente automovilístico hoy.

Yoosung hizo un puchero y cerró los ojos, dispuesto a ignorar a su amigo. Aquella táctica funcionó durante unos cuantos minutos, hasta que sintió que no podía más y tuvo que abrirlos de nuevo. 

Ir con los ojos cerrados en un coche en movimiento mareaba bastante, pero añadirle a eso el malestar de los nervios hacía que la experiencia fuese incluso peor.

El rubio alargó el brazo hasta la mochila que se encontraba a sus pies, y agarró la botella de agua que estaba dentro de esta para beber. El notar el frío líquido por su garganta hizo que el mareo se aliviase un poco, por lo que Yoosung continuó bebiendo hasta vaciar la mitad del envase.

— Pon el aire acondicionado, por favor. Me va a dar algo. — Susurró el rubio mientras intentaba contener un eructo.

— Ay, estás bien? Tienes calor? — Preguntó el pelirrojo mientras subía las ventanillas para que el aire frío no escapase del vehículo. 

— Estoy un poco mareado... Pero supongo que se me pasará, no te preocupes.

— Necesitas algo más? Igual tengo una pastilla o algo. — Seven sonaba preocupado, pero el rubio negó con la cabeza a la oferta de la medicina.
— Bueno, pues al menos toma esto.

Yoosung extendió la mano sin prestar mucha atención al objeto que le estaba dando su acompañante. Cuando finalmente le echó un vistazo, se dió cuenta de que era un abanico de color rojo con un estampado de cebra. 

— Es esto parte de algún disfraz, o..? — Preguntó el rubio.

— Disfraz? Qué va, es el abanico que siempre uso.

— Es un poco... — "Hortera", pensó Yoosung.— Eh, original?

— Me alegro de que te guste, pero... No te sentías mal? No te lo he dado para que lo mires, precisamente.

— Ah, claro! Gracias... Seven. 

Yoosung comenzó a abanicarse frenéticamente, haciendo que su flequillo se levantase y su pálida frente quedase expuesta. El mareo había hecho que sudase un montón, pero al menos el fresco del abanico estaba ayudando.

— Ya casi estamos. — Dijo Seven, y cuando Yoosung fue a tenderle el abanico apartó la mano. — Nah, puedes quedártelo por ahora. Si acaso devuélvemelo cuando acabemos, no creo que lo vaya a necesitar.

Shooting StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora