XLI

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—Cuántos canapés crees que puedo meterme en la boca antes de que Jaehee venga a regañarme? — Seven susurró en el oído de Zen, quien se encontraba sentado a su lado.

—Menos de tres, seguramente.

—Ah, sí? Pues mira esto.

El pelirrojo comenzó a llenarse la boca de pequeños aperitivos mientras Zen contaba en voz alta.

— Doce. Trece.

Jaehee apareció de entre la multitud con un portafolios entre sus manos.

—Catorce! Quince!

— Eh, Luciel! Qué te crees que estás haciendo?! Deja eso! —La muchacha corrió hacia el sujeto en cuestión, cosa que desencadenó una lista de hechos trágicos.

Zen comenzó a reírse.
Su risa le hizo gracia a Seven y también empezó a reírse.
Uno de los canapés que estaba en la boca del hacker salió volando disparado, cosa que le hizo muchísima gracia a Zen y comenzó a reírse aún más fuerte.
Esto causó una carcajada tan fuerte de parte de Seven que comenzó a ahogarse y a toser.

Zen intentó darle golpecitos en la espalda para ayudarle, pero la situación era tan estúpida que empezó a llorar histéricamente por la risa.

Todo esto ocurría mientras Jaehee contemplaba la escena en silencio, cuestionándose si la raza humana realmente había evolucionado con los siglos.

Tras un par de minutos de risotadas (que afortunadamente parecieron pasar desapercibidas entre los invitados de la fiesta), Zen y Seven consiguieron parar de soltar una carcajada cada vez que el otro hacía cualquier tipo de sonido.

—No me puedo creer que tengas veintiún años. —Jaehee habló finalmente.

—Por qué solo me regañas a mi? —Seven hizo un puchero.

—Porque el comportamiento de Zen al menos está justificado con que ha bebido. Tú, directamente, eres un caso perdido. —La cara de Jaehee cambió inmediatamente al ver a MC acercarse.

—Puedo hablar contigo en privado un momento? Es importante. —Dijo MC mientras agarraba dulcemente la mano de Jaehee y la conducía a una zona un poco menos concluída de la sala. Zen y Seven se miraron de reojo, pero no comentaron nada.

Una cabecita rubia apareció entre la multitud, y con paso rápido y gran destreza se deslizó entre la gente seguido por... V?
Yoosung guió al muchacho de cabello azul hacia una silla libre al lado de Zen y luego procedió a sentarse él en otra.

—Me puede alguien servir un poco de vino? —V dijo con un tono de voz calmado. Un camarero se acercó a la mesa en la que estaban, le alcanzó una copa y la llenó hasta la mitad. —Muchas gracias.

El muchacho de cabello azul acercó su nariz a la copa y comenzó a agitarla levemente para remover el líquido de su interior. Supuestamente eso ayuda a oxigenar el vino, o algo parecido.

Al menos eso era lo que había leído Yoosung en internet. No tenía mucho sentido que el sabor cambiase solo por darle vueltas como si no hubiese un mañana, pero el rubio tampoco iba a cuestionar las tradiciones hipsters del hombre al que le acababa de llenar la camisa de lágrimas y mocos.
Tras un par de segundos más de aquel extraño ritual, V sorbió con delicadeza el vino.

—Qué tal estáis por aquí? Pasándolo bien? —V preguntó.

Zen hizo un gesto de la paz con la mano y puso morritos, como si estuviese posando para una foto.

—No cuestionéis mucho lo que está haciendo este hombre. Está un poco ido. —Susurró Seven.

—Pft, qué dices? Si estoy de puta madre.

—Y entonces por qué te ha hecho gracia que casi me muero?

—Me ha hecho gracia que ha ti te haya hecho gracia, pedazo de- —Zen iba a continuar, pero Yoosung hizo un gesto para que bajasen la voz. En la sala se hizo silencio, y las luces se apagaron.

De pronto, un foco iluminó en escenario, y un montón de aplausos le dieron la bienvenida a Jumin. El hombre de cabello negro agarró el micrófono y comenzó a hablar.

Tras el discurso de Jumin vino el de V, y tras el suyo, el de Jaehee y MC.

Una vez terminó de hablar la muchacha de cabello largo, le tendió el micrófono a Yoosung. Este cerró los ojos, inspiró y expiró un par de veces, y comenzó a dar su tan esperado discurso.

—Buenas tardes. Me llamo Yoosung Kim.

El rubio tragó saliva, y tras una pequeña pausa comenzó a hablar. Los primeros cinco minutos del discurso fueron, sin duda, los más difíciles. Sin embargo, aquella tensión que el rubio sentía no duró mucho.
La sensación de estar siendo observado por cientos de ojos desapareció, y no fue hasta cuando fue recibido por un coro de aplausos que Yoosung se dió cuenta de que había sido capaz de recitar, de forma eficaz, todo su discurso.

"V tenía razón." Pensó Yoosung. "Rika estaría muy orgullosa de mi"

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