XXVIII

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Yoosung se sentía un inútil. Haber olvidado algo tan importante como un examen era grave, pero haberle mentido a una profesora de aquella forma tan descarada podía llegar incluso a causar su expulsión. 

Bien era cierto que el rubio no habría sido capaz de aprobar el examen aunque hubiese asistido, ya que el temario era muy extenso y Yoosung no entendía ni la mitad de este a pesar de prestar atención en clase.

Quizás tendría que contratar a un profesor particular para que le ayudase a sacar a adelante matemáticas, pero aquello supondría el gasto de un dinero que Yoosung no poseía. A lo mejor podría buscar un trabajo para intentar pagar las clases, pero entonces no tendría tiempo para estudiar el resto de asignaturas y eso sería peor aún.

— Buenos días! — El rubio llegó corriendo al aula, pocos segundos antes de que el profesor cerrase la puerta. Todos sus compañeros de clase se encontraban ya sentados, por lo que Yoosung no tuvo otra opción que sentarse en el único pupitre libre que había: Uno situado al fondo de la clase hacia la izquierda y desde el que no se oían bien las explicaciones. Visto que atender a la clase iba a ser sumamente complicado, el rubio se puso a garabetear con un bolígrafo en su cuaderno de apuntes.

Tal era su concentración en llenar de pequeños dibujos aquella hoja cuadriculada que no se percató de que el grupo de alumnos que se encontraban sentados cerca de él estaban cuchicheando, y no fue hasta escuchar su propio nombre en la conversación que no levantó la vista. Los muchachos se rieron de forma nerviosa al darse cuenta de que Yoosung les estaba mirando, e intentaron fingir que estaban comentando algo de un ejercicio.

"Oh, no! Seguro que estoy despeinado o me he puesto la camiseta al revés!" Pensó el rubio al notar como el grupo volvía a hablar entre sí, aunque esta vez en voz baja, y le señalaban.

Nada más sonó la campana Yoosung salió corriendo del aula para intentar ir al baño y revisar qué era de lo que se estaban riendo los otros alumnos. Justo cuando estaba a punto de llegar hasta los aseos, la profesora de matemáticas se interpuso en su camino y el rubio no tuvo más remedio que echarse hacia un lado para no chocarse contra ella, pero, al hacer esto, tropezó con una chica que iba distraída con el móvil.

La muchacha pegó un grito al soltar el vaso de café que llevaba en la mano, pero consiguió agarrarse a la pared para evitar la caída. Por otra parte el rubio no tuvo tanta suerte, ya que aquel no fue lo suficientemente rápido para agarrarse a nada y aquel capuccino hirviendo calló en su espalda.

— Lo siento muchísimo! — Yoosung intentó ayudar a la chica a levantarse, pero esta le apartó con el brazo y se fue con cara de pocos amigos.

— Señor Kim? — La profesora seguía allí, de pie y con los brazos cruzados. - Estaba buscándole para decirle que el director está esperándole en su despacho. Es algo serio.

La docente miró al rubio de forma incriminante y se alejó con pasos lentos hasta desaparecer en el largo corredor. El cuerpo de Yoosung estaba paralizado en medio del pasillo ahora vacío, y las lágrimas no tardaron en aparecer en sus ojos, quizás porque todo apuntaba a que iban a expulsarle por haber mentido, o quizás porque el café que había caído en su camiseta estaba recién hecho y ardía de lo caliente que estaba.

— Yoosung? — Una voz interrumpió el sollozo del rubio. — Yoosung!

El muchacho de ojos violetas gritó al notar el agarre de alguien en su cintura, y se giró rápidamente para encontrarse con dos ojos dorados adornados por rimel que le miraban con expresión preocupada.

Shooting StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora