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Alex:

Caminé en dirección a mi dormitorio, enojado. Las sirvientas y las mucamas me saludaban, pero no quería contestarle a nadie. Mis pasos retumbaban en los pasillos, llegué a las escaleras y subí. Mis puños estaban poniéndose pálidos de tanto apretarlos, sentía como mis venas pulsaban haciendo que mi cabeza doliera. Ya llevaba seis meses

¡Seis putos meses sin sexo! Y para rematar no me he podido masturbar en paz, siempre que lo voy a hacer alguien tiene que interrumpirme. De igual forma, no es lo mismo.

Respiré profundo y cerré los ojos al estar frente a mi puerta, tal vez, solo tal vez, Eleanor tiene razón, no todo en la vida es sexo, no debí haberle dicho eso, no debí haber metido a Oliver en algo como eso. Negué tratando de dispersar esos pensamientos, por ahora, debía calmarme, más tarde le pediría disculpas por mi estúpido comportamiento.

Abrí, cabizbajo y de la misma forma cerré.

- ¿Chelsea? ¿Qué haces aquí? - Pregunté al ver a Chelsea sentada en mi cama de manera provocativa.

- Señor, pensé que necesitaba algo y vine a atenderle - Se levantó y se encaminó hacia mí, invadía mi espacio personal, retrocedí y choqué con la puerta, sin embargo, ella siguió avanzando y se pegó a mí.

Restregaba sus pechos una y otra vez, tortuosamente, mi miembro se empezaba a abultar bajo mis pantalones, dolía demasiado.

- Chelsea, d-detente - Balbuceé. El frío me invadió, mi miembro pulsaba dolorosamente, sudaba helado e inconscientemente cerré mis ojos. No podía hacer esto. No podía hacerle esto a Eleanor. Yo la amo a ella. No a Chelsea. Debía demostrar que no podía dejar a Eleanor por unos momentos de placer.

- Señor, usted solo haga lo que le plazca conmigo - Alzó su rostro hacia el mío y paso su lengua por mis labios. Gruñí, apretando más los ojos.

¡Dios, si es que existes, ayúdame!

La confusión me invadió, no quería, pero mi cuerpo parecía necesitarlo.

Tomó mis manos y las colocó sobre sus pechos, obligándome a apretarlos, sin querer solté un gruñido placentero, sí, me estaba excitando, pero no he tenido sexo desde hace más de seis meses. Sentía que mi pene iba a explotar, necesitaba sacias mis ganas, pero ¡Eleanor! No puedo hacerle esto, es demasiado duro que solo en seis malditos meses ya le sea infiel, la haría sufrir y si sufre ella sufro yo, no puedo hacerla sufrir, porque se lo prometí, se lo prometí a Oliver, me lo prometí a mí mismo.

- Señor, sé que usted está igual de caliente como yo, solo déjese llevar, hágalo conmigo, rápido o despacio, salvaje o tranquilo, con tal de que ambos podamos disfrutar - Propuso. Ya veo que sienten las personas que empiezan a dejar de fumar y les ofrezcan un cigarrillo.

- Chelsea, te or-ordeno que s-salgas de aquí, inmediatamente - La rubia negó y mordió su labio.

- Pero sabemos bien que esa su noviecita no le da lo que yo le ofrezco, cariño, mujeres así no sirven de nada, esa perra no sabe lo que se pierde, le apuesto a que solo está con usted por su dinero, pero yo, yo, mi amo, yo estaré con usted y le daré todo el sexo que usted pueda desear, solo déjese llevar y disfrute - Chelsea terminó de decir eso y comenzó a besar mi cuello, mordiendo y lamiendo, sus manos bajaron hacia mis pantalones y sobre la tela masajeó mi miembro ya erecto.

La tomé del cabello - nada delicado para aclarar - la lancé al suelo, la rubia lanzó un fuerte quejido y abrió los ojos como platos.

- Escucha maldita puta, por muy buena que estés no le llegas ni a los talones a Eleanor, estás despedida -

Chelsea se levantó echa una chispa, me tomó de los brazos, clavando sus enormes uñas en mí y me empujó hacia mi cama, al estar cerca de esta me empujó fuertemente haciéndome caer acostado, no había terminado de caer cuando ella ya estaba encima de mí.

- Me gusta ese juego... Cuando sienta mi interior le gustará. Es obvio - se burló.

- Maldita perra, quítate de encima - Gruñí. Ella comenzó a desvestirse, primero su camisa negra de enormes botones, dejando a mi vista sus terriblemente enormes senos cubiertos por un sostén que... ¿¡Es lencería!? ¿¡En serio, ella planeó esto!?

Chelsea comenzó a desabrochar por completo mi camisa, rompiéndola si era necesario mientras forcejeaba con ella ¿Cómo es posible que sea tan fuerte?

- Mi amo, quiero que me haga suya, señor.

La puerta se abrió y por ella entró Eleanor.

- Alex, cariño, yo... - Se congeló al verme así, se miraba atónita, perpleja, sobre todo dolida. Empujé a Chelsea y rápidamente me bajé de la cama.

- Eleanor, no es lo que tú crees - Balbuceé. Mi corazón latía a mil por hora, tenía miedo de perder a Eleanor. En sus ojos se podía leer el dolor que la situación le causaba.

- ¿Ah, no? ¿Entonces qué es, Alexander?... No debí haberme enamorado de ti ¡Eres un idiota! ¡Te odio, Alexander! - Gritó. Las lagrimas salían de sus ojos, dejando un rastro de dolor, dio media vuelta y salió. Sin decir nada más.

Me quedé estancado, estupefacto. Le había prometido estar siempre con ella, serle fiel y solo por mi estúpido deseo la perdí, por mi enojo, por mi capricho. La adrenalina corría mezclada con furia por mis venas, apretaba fuertemente mis puños. Tomé todo el aire posible y di un grito que me raspó la garganta.

- ¡Guardias! - Mis guardaespaldas y algunos otros guardas llegaron enseguida a mi habitación - ¡Encierren a esta maldita hija de puta!

Chelsea forcejeaba contra mis guardas, mientras que yo procuraba colocarme otra camisa lo más rápido posible, puesto que, esa perra destrozó la que tenía.

Corrí hacia la puerta con desesperación, con la angustia y necesidad de explicarle todo a Eleanor, decirle toda la verdad sobre lo que presenció, si es posible mostrarle la cinta de la cámara de seguridad que hay instalada en cada rincón de la habitación. Choqué con alguien, lo que provocó que cayera sentado, mi trasero dolió.

- ¡Hijo! ¿Qué pasó? Ellie salió corriendo en un mar de lágrimas y no me quiso dar ni una sola explicación - Se inclinó para ayudarme a levantarme mientras decía eso. - ¿Qué hiciste?

- Papá, te juro que yo no quise, peleé con Eleanor en el patio y vine a mi habitación a intentar calmarme pero ahí estaba Chelsea, intento seducirme y yo me negué, pero se enojó y me empujó, papá, Chelsea se puso sobre mí - Los ojos de mi papá casi se salían de sus órbitas y su cara fue de completa furia. - Chelsea estaba sobre mí cuando Eleanor entró, papá, ayúdame a encontrarla, por favor - Las lágrimas corrían por mis mejillas, estaba temblando debido al miedo que sentía en esos instantes. Había perdido a Eleanor y todo por mi estúpido deseo sexual.

La estaba perdiendo y todo por mi culpa.

Enamorada de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora