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Ya había pasado cerca de un mes desde que llegué a Italia. Me sorprendía como en tan poco tiempo cambié, ya no sonreía con sinceridad, ya no comía como se debía, los desmayos se han hecho comunes en mí – inclusive me quedé dos días en el hospital –, no dormía lo suficiente, mi rostro se volvió pálido y mis ojos fueron rodeados por profundas ojeras. A veces me despertaba llorando de pesadillas extrañas y – en cierto punto – ridículas.

De vez en cuando, con Troy y Dominik salíamos a ciertos lugares o nos quedábamos en la habitación, bailábamos coreografías raras y nos reíamos al practicarlas. Era apenas dos de septiembre y ya me estaba yendo de esta patética vida. Pensaba a diario en él y de vez en cuando lo veía – producto de fiebres altas o falta de alimento –, me decía que me ama y que lo sentía, pero cuando intentaba acercarme a él, desaparecía. 

Estaba obsesionándome con él por mucho que lo quisiera evitar, cuando olvidaba el timbre de su voz escuchaba las notas de voz que me enviaba, cuando olvidaba sus ojos, sus incontables lunares o su sedoso cabello, veía sus fotos, pero no era igual; no es lo mismo escuchar su voz desde un aparato que la distorsiona que escucharlo cerca de mí, no es lo mismo tocar su piel o acariciar su cabello con mis propias manos que tocar la pantalla del móvil delineando su fotografía. A veces perdía la noción del tiempo, a veces olvidaba todo y me concentraba en él. Oliver pasa la mayor parte del tiempo con Troy y Dominik, pues era lo mejor para él. Troy me trataba de convencer de ir a un psicólogo, pero, las terapias solo ayudan si eres completamente sincero; y decir mi verdad sería dar por hecho que me tomen por una loca urgida o una loca obsesionada. El dolor me consumía día a día, las horas de los días pasaban más lentas de lo normal. Un segundo para mí era como mil años. Todos reían a mi alrededor, yo – por lo menos – trataba de ocultar mi dolor.

Cuando Oliver se quedaba conmigo, me abrazaba en las noches para poder dormir. Lo lograba. El hacía caricias en mi espalda o en mi cabello con sus pequeñas manitas hasta que yo caía dormida. Pero cada cierto tiempo, despertaba por pesadillas en las que Alex era el protagonista, abrazaba o besaba a Chelsea, me recalcaba lo que yo nunca le di y que lo había encontrado en ella.

Me sentía como un estorbo completo, ya ni siquiera necesitaba un motivo para que mis lágrimas salieran de nuevo, cada día el hueco en mi pecho se hacía cada vez más y más y más grande, sin detenerse. El hambre al igual que el sueño desaparecían de mi cuerpo y eran reemplazados por sensaciones totalmente desagradables: Angustia, ansiedad, tristeza y de vez en cuando la ira también aparecía

¿Sólo yo me enamoré? ¿sólo yo tenía esa sensación de desesperación por volverlo a ver? Lo odio, lo odio ¡Lo odio! ¡Por culpa de él estoy así! ¡Todo esto es su culpa! Ya no sé cuál es mi futuro, Alex se había convertido en mi mundo, mi universo personal. Odio lo que me hiciste. Pero, sobre todo odio seguirte amando; de alguna forma, mi corazón destrozado, te sigue queriendo. Pido que regreses junto a mí, es lo único que quiero, que las veces que sueño que me pides perdón y dices que no lo hiciste, se cumpla. Pero eso es estúpido ¿Cierto? Él debe de estar en algún lado con alguna zorra, entonces ¿Por qué sigo sufriendo por él? ¿Por qué sigo atada a él?

Hace unas noches estaba tan decidida a superar a Alex, pero ¿Cómo supero a alguien que te hizo volver a creer en el "amor"? ¿Cómo supero a alguien que me hizo volar hasta el cielo y desde lo alto arrancó mis alas? Y ¿Por qué mierdas me pasa esto ahora? Ni siquiera cuando estaba en mi adolescencia se me alborotaban de tal manera mis hormonas y mis emociones, bueno, sin contar a mi ex.

Troy y Dominik llevaron a Oliver a dar una vuelta – de nuevo – a la plaza de España y ahora en la noche harán otra noche de chicos, por lo que, no he tenido que aguantar que me diga – por no decir que me obligue – que tengo que comer lo que me han dicho y mucho menos tomar mis medicamentos.

Ya no me importaba si moría ahora, ya no me importaba si pierdo el cuerpo que tengo, ya no me importaba si parecía un zombi, ya no me importaba nada, porque Alex ya no estaba, lo único que aún me mantenía viva era mi niño.

 Y es que lo odiaba y lo amaba ¿Cómo vivo con esos sentimientos? Ya estaba cayendo la noche y literalmente no había ingerido nada en el día. Me la he pasado la mayor parte del día sentada en la cama, viendo a la nada con las piernas flexionadas y de vez en cuando soltando algunas lágrimas. La garganta me dolía de lo seca que la tenía, pero no quería y mucho menos deseaba moverme.

La noche transcurrió, y conciliar el sueño fue un milagro completo. Ya era de mañana y yo ya había hecho la mayor parte de mis cosas – el hecho de estar al borde del abismo no significa oler a muerto –.

El frío se intensificaba cada segundo hasta llegar a preguntarse ¿Por qué no caía nieve? 

A veces pensaba seriamente en continuar viviendo, o al menos intentarlo, vivir sin él es algo que no tenía planeado, durante toda mi vida estuve sola ¿Por qué ahora no podía estarlo? Confié ciegamente en que él era el indicado ¡Y es que con solo la mención de su nombre hacía mi corazón latir a mil! Los últimos días habían pasado y yo me había tornado de un leve color gris, estaba ausente. Odio, rencor, frustración, desesperación, impotencia sentía hacia su persona, pero sobre todo... amor. Mi vida se estaba apagando cada día, ca hora, me iba hundiendo en la tristeza e indiferencia, hasta el punto en el que yo misma me desconocía.

Me levanté de mi silla y me dispuse a caminar por los pasillos de mi oscura habitación, no sabía porqué lo hacía, ni porqué esperaba con ansiedad otro desmayo, lo único que si sabía era que estaba completamente sola. Las lágrimas volvieron a aparecer, me quería morir y acabar con este terrible sufrimiento que me agobia. Jamás imaginé que alguna vez aquello que fue hermoso para mí ahora era tan terrible y me destrozaba el alma.

- ¡No! ¡Por favor, basta! – Grité hasta que mi garganta dolió. Me sentía furiosa y triste a la vez. Mala combinación. Golpeé la pared mientras continuaba llorando, el dolor punzante y las leves gotas de sangre que manchaban la pared me hizo detenerme. Mis nudillos lastimados y ensangrentados dolían. Mis piernas temblaron y caí al suelo. No es fácil ver como tu mundo se derrumba y no puedes hacer nada.

Respiré profundamente y sequé mis lágrimas. Me levanté del suelo, tambaleándome un poco y me dirigí al baño y tomé la caja metálica y saqué el alcohol y las gasas para limpiarme la herida, las heridas pulsaban cada vez más fuerte mientras las limpiaba con alcohol. Con vendas limpias cubrí mis heridas y me dirigí a la sala a aplastar mi trasero en ese cómodo sofá viendo novelas románticas con un enorme bote de helado de vainilla con chispas de chocolate, enrollada en un grueso y suave abrigo.

Ya había pasado media hora desde que había pasado "echada" en el sofá y la novela que veía ya me había aburrido ¡Lo cliché es tan predecible!

Troy llegó en el momento en el que me había terminado el primer bote; Dominik traía a Oliver en sus brazos, puesto que, se había dormido en el transcurso del día. Rápidamente entró en su habitación sin hacer el menor ruido y salió velozmente acomodando sus ropas, ya que había recibido una llamada de la editorial donde trabaja y debía ir urgentemente. Troy vio mis manos y me miró un tanto decepcionado, bajé mi mirada al piso sintiendo como las lágrimas volvían a amenazar con salir, los fornidos brazos de Troy me rodearon y me aferré a su camisa con temor y desesperación; las lágrimas salían con ferocidad y los gemidos lastimosos se hacían cada vez más sonoros en el silencio de la sala.

El silencio fue dominando la habitación y unos leves jadeos lo corrompían cada cierto lapso, Troy acariciaba mi espalda para poder calmarme, lo cual poco a poco lo iba logrando.

- Ya tranquila, bonita – Susurró el pelirrubio al mismo tiempo que depositaba un beso en mi frente. El sonido de la puerta principal ser cerrada abruptamente nos hizo sobresaltar.

- ¿¡Por qué le dices bonita a bonita!?

Enamorada de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora