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Desperté desconcertada por aquel extraño y ridículo sueño, las lágrimas estaban acumuladas en mis ojos, haciendo de mi vista nublada. Ya eran las ocho de la mañana... ¡Ocho de la mañana! ¡Al fin pude dormir! Mi cabeza dolía un poco y mi estómago estaba hecho un revoltijo.

Me levanté y pude sentir como si estuviese sosteniendo un gran pesor en mis hombros, era como si ni siquiera yo misma podía sostener mi propio peso. El resto del día pasé con un enorme dolor de cabeza y unas inmensas ganas de devolver el estómago.

Troy vino junto a Dominik a invitarnos a salir con ellos al parque, les expliqué mi condición y Troy me sermoneó con sus típicos "Ves cómo estás, si me hubieses hecho caso no estarías así" para recompensarlo y evitar que se molestara más le dije que podía llevar a Oliver si gustaba. Tanto Troy como Dominik accedieron encantados.

No tenía nada que hacer literalmente, todas las cosas son hechas por las mujeres que trabajan aquí – Limpieza, sobre todo -.

Suspiré y regresé a la habitación de Oliver y me senté en aquel lugar, en el lugar que me desvelo pensando en él. Hacía frío, el cielo estaba nublado y todo se miraba en escala de grises o quizá mi corazón nublaba mi vista haciendo que todo lo alegre lo vea como algo imposible de alcanzar. Agradezco que Troy y Dom traten de ayudarme, pero Alex se transformó en una gran parte de mí, él ya era una parte esencial de mi vida, de mi ADN.

El dolor que sentía en mi estómago era cada vez más fuerte, insoportable. Sentía mi cabeza dar vueltas y mi estómago empujando todo por mi garganta, de una manera torpe me levanté y a trompicones llegué al baño. Ese líquido entre amarillento y espeso raspaba mi garganta, mi estómago me estaba haciendo una mala jugada, no podía parar de vomitar y no había comido absolutamente nada. Cuando mi estómago decidió calmarse, pegué la mejilla al duro y frío inodoro, en otras condiciones, esta acción me daría repulsión. Mi cabeza daba vueltas, me sentía sumamente débil. Miraba doble y podría decir que comenzaba a alucinar, pues, pude ver cómo Alex me observaba con desaprobación, se encontraba sentado un poco lejos de mí, pegado a la bañera, usaba la misma ropa que el último día que lo vi.

- Vaya forma de pasar el día, corazoncito – Reprochó. Las lágrimas se asomaban lentamente y de la misma forma salían.

- ¿Alex?... – Gemí. Mi voz sonaba quebrada, quería correr hacia él y abrazarlo - ¿Cómo me encontraste?

- Tú me llamaste ¿No lo recuerdas? – Negué lentamente al mismo tiempo que volvía a pegar mi mejilla al inodoro – Te dije que cada vez que pienses en mí, yo estaría contigo.

- ¿Por qué...lo... hiciste? – La voz se me cortaba y me costaba demasiado respirar. Sentía un gran frío recorrerme el cuerpo y temblaba bruscamente.

- Bah, creo que deberías descansar. Te ves horrible... Ellie, yo nunca te fallaría.  Sé que lo que viste también estuvo mal, pero no pasó nada. Te amo y lo sabes.

La cabeza me daba vueltas, me resultaba difícil el respirar y mis parpados se cerraban solos. Yo no sabía en donde estaba, lo único que podía saber era que estaba en una fría y dura cama, mi cuerpo lo seguía sintiendo pesado, a pesar de estar acostada. Los párpados los sentía pesados y cada movimiento que hacía, dolía bastante.

- ¿Qué tiene, doctor? – Escuché una voz a lo lejos.

- Estará bien... es solo una infección, producida por sus malos hábitos. Con medicina y reposo estará más que mejor.

Mis párpados pesaban demasiado y con un gran esfuerzo logré abrirlos. Un señor bajo y gordo estaba junto a Troy y Dominik, Oliver estaba sentado en el silloncito, llorando. En cuánto me vio que estaba consciente corrió hacia mí.

Enamorada de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora