Ella el fuego y él el hielo. Ambos se necesitan, ambos se complementan, pero juntos se destruyen. ¿Conseguirá Draco volverse a prueba de fuego por Helena?
Helena perdió la noción del tiempo mientras yacía sentada al lado un Draco tumbado e inconsciente en una habitación que no conocía. Tampoco sabía qué dirán Harry, Ron y Hermione cuando el rubio despierte, y lo que tampoco sabía y lo que más miedo le daba: cómo reaccionaría Draco.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos ante un movimiento brusco que el recién nombrado emitió, haciendo que la vieja cama en la que se encontrara chirriara ruidosamente. Helena levantó la vista y se encontró con una gris y confundida mirada, que después de escudriñarla detenidamente pasó a inspeccionar la habitación. Draco parecía haber olvidado cómo hablar, pues habría la boca repetidamente pero no soltaba ningún sonido.
- ¿Qué...? -articuló-. ¿Dónde...?
Helena acercó la silla un poco más al borde de la cama y colocó su caliente mano izquierda en el rostro de Draco (ya curado de los cortes), acunándolo suavemente.
- Te saqué de ahí -susurró Helena con una sonrisa-. Ese no es tu sitio, Draco.
El rubio se incorporó con brusquedad, apartando la mano de Helena de su cara.
- ¡¿Estás loca?! -gritó-. ¡Estás completamente loca!
Helena iba a contestar pero la puerta se abrió de golpe y Harry entró por ella.
- ¿Estás bien? -le preguntó a la chica con preocupación. Helena suspiró.
- Sí, Harry -sonrió sin mostrar sus dientes-. No te preocupes.
- ¡Debería preocuparse! -volvió a gritar Draco, sacando sus brazos de debajo de las mantas y levantándose la manga izquierda, dejando a la vista de Harry y Helena la Marca Tenebrosa.
- Vol... Él no va a poder encontrarte aquí -dijo Harry con una voz serena que extrañó demasiado a Helena.
- ¡Él puede hacer cualquier cosa! -exclamó Draco mientras la voz le temblaba.
- Harry -pidió Helena-. Sal, por favor...
El azabache le dio un beso a la chica en la coronilla y echó a andar hacia la puerta mientras empuñaba su varita. Justo antes de cruzar el umbral, se dio la vuelta y volvió a mirarla.
- Dobby ha muerto -anunció mirando al suelo y antes de que Helena pudiera contestar, Harry salió del dormitorio cerrando la puerta detrás de él.
La morena no sabía que decir, pero Draco tomó la mano de la chica por encima de las mantas que lo cubrían e hizo que ella volviera a mirarlo a los ojos.
- Nadie va a quererme aquí -comentó él con una mueca-. No deberías haber hecho eso, Hel. Los has puesto en peligro a todos trayéndome aquí.
Helena sintió una lágrima rodar por su mejilla.
- Tú llevas meses en peligro -susurró con la voz rota.
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- Ese ha sido mi destino desde que nací -Draco sonrió mirando a su acompañante, pero ella pudo distinguir como sus ojos se cristalizaban.
- Quiero cambiar tu destino, Draco -Helena seguía llorando-. Quiero hacer que tu vida sea mejor... Por favor.
- Oh, créeme, Hel -el rubio le dio un leve apretón en la mano-. Ya haces que mi vida sea mejor.
Helena sonrió entre lágrimas y se levantó de su asiento para inclinarse sobre el chico que tenía delante y besarlo.
- Te he echado de menos -dijo ella sin apartar su mirada de la de él.
- Lo siento -articuló Draco, con un nudo en la garganta. Helena frunció el ceño-. Por haber sido parte de todo lo que pasó el curso pasado. Con Dumb...
Helena lo interrumpió.
- Tranquilo -intentó sonreír. Aún le dolía acordarse del momento en el que el mejor mago de todos los tiempos murió frente a ella.
- No tenía ni idea de que tú estarías ahí -admitió, con los ojos empañados-. No hay ni día ni noche en la que no me atormente por ello -suspiró y se le cortó la voz-. Después, cuando llegaron los demás y tú desapareciste... Realmente pensé que no volvería a verte más, ¿sabes? -Soltó una carcajada cansada-. Pensé que moriría ahí, esa noche. Pensé que Dumbledore me mataría, y que si él no lo hiciera, Quien-tú-sabes no dudaría en hacerlo después.
- ¿Qué te han hecho, Draco? -preguntó Helena, temiendo la respuesta.
- No importa qué me hayan hecho -Draco se encogió de hombros-. Sino lo que me han obligado a hacer.
La chica no podía dejar de mirarlo. Sentía como si aquel chico la tuviera hipnotizada.
- Conseguiré que seas feliz, Draco -Helena sonrió-. Aunque sea lo último que haga.
