¿un mal día?

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La noticia de que Harry y los gemelos Weasley habían sido suspendidos del quidditch de por vida no tardó en propagarse por toda la escuela. Como era obvio, Draco Malfoy estaba más que contento por ello.

- Ya basta, Draco -le interrumpió Helena cuando estaba punto de volver a repetir la sanción que la profesora Umbridge impuso a los Gryffindor. Pero el chico no le hizo caso, y siguió repitiéndoles a los Slytherin (más bien "las") que querían escucharlo la historia del último partido de quidditch.


Llegó diciembre, y dejó más nieve y un verdadero alud de deberes para los alumnos de quinto año. Las obligaciones como prefecta de Helena también se hacían más pesadas a medida que se aproximaba la Navidad. Junto a Anthony Goldstein, la llamaron para que supervisara la decoración del castillo, para que vigilara a los de primero y a los de segundo, que tenían que quedarse dentro del colegio a la hora del colegio porque fuera hacía demasiado frío, y para turnarse con Argus Filch para patrullar por los pasillos.

Mientras caminaba por los corredores, el galeón falso que Helena llevaba en el bolsillo se calentó, y lo sacó rápidamente. Aquella noche sería la siguiente reunión del ED. Aunque la habían avisado con el suficiente tiempo, las obligaciones de prefecta la tuvieron ocupada hasta última hora, por lo que, al abrir la puerta, Helena pudo darse cuenta de que otra vez, era la última en llegar.

- Bueno -dijo Harry cuando Helena se sentó en su cojín-. He pensado que esta noche podríamos repasar lo que hemos hecho hasta ahora, porque ésta es la última reunión antes de las vacaciones, y no tiene sentido empezar anda nuevo antes de un descanso de tres semanas... -los alumnos asintieron-. Practicaremos por parejas. Empezaremos con el embrujo paralizante, y luego nos volveremos a sentar y practicaremos los hechizos aturdidores.

Helena y Hermione volvieron a ponerse juntas y, tras diez minutos, se dedicaron al hechizo aturdidor. Helena pudo notar que todos habían mejorado muchísimo en relación a la primera reunión. Al cabo de una hora, Harry les dijo que pararan.

- Lo estáis haciendo muy bien -comentó sonriente-. Cuando volvamos de las vacaciones, empezaremos a hacer cosas más serias; quizá el encantamiento patronus.

Hubo un murmullo de emoción y luego la sala empezó a quedarse vacía. Helena salió detrás de un grupo de chicas de Gryffindor, y antes de cruzar la puerta, le deseó a Harry una feliz Navidad.

Justo cuando estaba a punto de subir a la torre de Ravenclaw, recordó que le faltaba su túnica, por lo que volvió corriendo a la Sala de los Menesteres. Al abrir la puerta, se llevó una sorpresa que le hizo tambalearse un poco. Harry y Cho Chang se estaban besando en el centro de la Sala. Cuando Helena acababa de coger su túnica, Harry abrió sus ojos, aún en el beso, y cuando llamó a la chica, ésta ya estaba de nuevo por los pasillos de la escuela. Un extraño sentimiento de tristeza se propagaba por su cuerpo, y ella no sabía muy bien el por qué.

Helena llegó como un rayo a su habitación y se tumbó en su cama. El sueño la invadió inmediatamente, pero ésta vez no era un sueño normal. Era real. Parecía real. Arthur Weasley acababa de ser atacado por una serpiente. Tenía que avisar a alguien. Se levantó de un salto y se puso su bata. Agarró su varita y salió corriendo, dirección al despacho de Dumbledore. Llamó un par de veces y antes de esperar respuesta, abrió la puerta de un tirón. El director estaba en su silla, mirando a la joven Ravenclaw entre sorprendido y confundido.

- ¿A qué se deben estas formas, señorita Wheeler? -preguntó el anciano con una sonrisa casi imperceptible. Helena jadeaba.

- Profesor... señor... -le costaba respirar-. El señor Weasley... Arthur Weasley... Acaba de ser atacado... Por una serpiente... -seguía jadeando. Dumbledore no se levantó de su asiento ni mostró indicios de preocupación, simplemente le dedicó a Helena una sonrisa más amplia.

- Querida, me temo que has tenido una gran pesadilla -asintió con su cabeza-. Has cenado demasiado, imagino...

- ¡No! No ha sido una pesadilla, señor.

- Deberías volver a tu sala com...

Pero el director fue interrumpido por otro portazo y Harry entró a su despacho junto a la profesora McGonagall y Ron. El azabache se veía pálido y daba ligeros espasmos.

- Profesor Dumbledore, Potter ha tenido..., bueno, una pesadilla -declaró la profesora-. Dice que...

- No era ninguna pesadilla -se apresuró a corregir Harry. Helena lo miró igual de sorprendida que Dumbledore-. Verá... Yo... estaba dormido, es verdad... Pero no era un sueño corriente..., era real... Vi cómo pasaba -inspiró hondo-. Al padre de Ron, el señor Weasley, lo ha atacado una serpiente gigantesca.

Helena miró al profesor Dumbledore con una miraba que oscilaba entre el susto y el vacile. Las palabras de Harry resonaron en la habitación.

- ¿Cómo lo has visto? -le preguntó Dumbledore con serenidad-. ¿Recuerdas... dónde estabas situado cuando presenciaste el ataque? ¿Estabas de pie junto a la víctima o contemplabas la escena desde arriba?

- Yo era la serpiente -afirmó Harry-. Lo vi todo desde la posición de la serpiente.

Dumbledore se dirigió esta vez a Helena.

- ¿Y tú, señorita Wheeler?

- Desde arriba, señor -contestó ella ante la mirada inquisitiva de Harry-. Lo vi todo a vista de pájaro.

Entonces Dumbledore se levantó y comenzó a darle órdenes a los cuadros. Le molestó que el director mandara a Helena a su dormitorio y dejara allí a Harry junto a los recién llegados hermanos Weasley. Pero era obvio, es Harry Potter, ¿quién no tendría preferencia por él? 

Volvió a abrir la puerta de su habitación y volvió a recostarse en su cama. Esta vez le costaría más atrapar el sueño.


El día siguiente no mejoró demasiado para ella, pues le tocaba despedirse de Draco para las vacaciones de Navidad. El rubio volvía a la mansión Malfoy mientras que Helena se quedaba en Hogwarts.

- No me eches mucho de menos -le dijo él con una sonrisa pícara. Helena rodó los ojos.

- No prometo nada -sonrió también y lo miró a los ojos-. Tres semanas son muchos días -hizo un puchero.

- Te escribiré todos los días -prometió Draco, cogiendo a Helena de la mano y acercándola un poco más a él, sin quitar la vista de sus ojos-. Te quiero.

Helena entrelazó su mano con la de él, dando un paso más hacia el chico. Sonrió ampliamente al tenerlo tan cerca. La torre de Astronomía era un buen lugar para tener intimidad. Draco respiraba con dificultad.

- También te quiero -contestó Helena. Draco ensanchó su sonrisa y acarició el pelo de la chica. 

- Lo siento -comenzó Draco-, pero no puedo aguantar más.

Helena iba a preguntar a qué se refería justo cuando el rubio estampó sus labios en los de ella. Helena ahogó un gritito de sorpresa, pero rápidamente se recompuso y colocó sus manos en el cuello del chico, profundizando el beso. Draco pasó su lengua por los labios cerrados de la chica, provocando que Helena abriera ligeramente su boca. Sentía que en cualquier momento se desmayaría.

- Debes irte -le dijo la chica con pena, interrumpiendo aquel maravilloso beso. Esta vez Draco hizo un puchero-. No me mires así, perderás el tren...

- Está bien -se resignó el Slytherin-. Pero antes, debo decirte una cosa.

Helena asintió, dándole paso a Draco para hablar. Él suspiro.

- Helena Wheeler, ¿quieres ser mi novia?

La morena parpadeó un par de veces, intentando recuperarse de la sorpresa. Volvió a mirar a su acompañante a los ojos y, una vez más, se perdió en la profundidad que estos tenían. En el fondo de su corazón, sabía perfectamente que nunca quería dejar de mirarlos.

- Sí, Draco Malfoy -Helena sonrió-. Quiero ser tu novia.

fireproof; draco malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora