fiesta

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Una vez más la nieve formaba remolinos tras las heladas ventanas; se acercaba la Navidad

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Una vez más la nieve formaba remolinos tras las heladas ventanas; se acercaba la Navidad. Helena y Harry tenían que aguantar con frecuencia la presencia de Lavender Brown, quien opinaba que cualquier momento que no estuviera besándose con Ron era tiempo desperdiciado; por lo que Helena cada vez se distanciaba más de Harry y Ron y pasaba más tiempo con Hermione.

Ambas chicas se encontraban en la biblioteca, y eso significaba que tenían que hablar en voz baja.

- Tiene total libertad de besarse con quien quiera -afirmó Hermione-. Me importa un bledo, de verdad.

Dicho esto, levantó la pluma y puso el punto sobre una <i>, pero con tanta rabia que perforó la hoja de pergamino. Después de aquello, ambas se quedaron en completo silencio y terminaron sus deberes. Cuando Helena salió de la biblioteca (sin Hermione) se sorprendió de encontrarse a un Harry algo agitado mirando en su dirección.

- ¡Hel! -la saludó-. Te he buscado por todas partes.

Helena frunció levemente el ceño. Pegadas a las paredes de los pasillos, justo debajo de los cuadros, numerosas niñas de diferentes cursos fingían entablar una conversación, pero Helena notó que en realidad miraban a Harry intrigadas.

- ¿Para qué? -preguntó ella.

- ¿Vamos juntos a la fiesta de Slughorn esta noche?

Helena lo miró divertida. Notó una rápida sombra que pasaba a su derecha y vislumbró la platinada cabellera de Draco perderse en la biblioteca. Helena rápidamente se recompuso y miró a Harry, que se frotaba las manos, nervioso.

- Ten cuidado, yo también tengo pociones de amor -bromeó ella, estando enterada de los planes de las niñas de quinto y séptimo curso que descansaban en aquel pasillo.

- A ti no te hacen falta -intentó bromear Harry. Luego tosió, atragantándose con su propia saliva-. Quiero decir... Somos amigos, ¿no?

- ¡Sí, claro! -sonrió Helena.

Harry y ella llegaron al despacho de Slughorn a las ocho y diez. 

- ¡Harry, Helena, amigos míos! -exclamó Slughorn en cuanto entraron-. ¡Pasa, pasa! ¡Hay un montón de gente que quiero presentaros!

Aunque más bien ese <que quiero presentaros> estaba dirigido a Harry.

Justo cuando Helena seguía a Harry por aquel enorme despacho para que conociera a la quinta o sexta celebridad, Argus Filch iba hacia ellos arrastrando a Draco por una oreja.

- Profesor Slughorn -dijo Filch-, he descubierto a este chico merodeando por un pasillo de los pisos superiores. Dice que venía a su fiesta pero que se ha extraviado. ¿Es verdad que está invitado?

Helena, que estaba demasiado cerca del rubio, notó la mano de Harry posarse en su hombro y hacerla retroceder unos pasos.

- ¡Está bien, no me han invitado! -reconoció Draco a regañadientes-. Quería colarme. ¿Satisfecho?

- No pasa nada, Argus -intervino Slughorn agitando una mano-. Es Navidad, y querer entrar en una fiesta no es ningún crimen. Por esta vez no lo castigaremos. Puedes quedarte, Draco.

Pero Helena, observando a Draco, se preguntó por qué éste parecía tan decepcionado como el conserje. Filch se había dado la vuelta y se marchaba murmurando por lo bajo; Draco sonreía y estaba dándole las gracias a Slughorn por su generosidad.

- No tienes que agradecerme nada -dijo Slughorn-. Ahora que lo pienso, creo que sí conocí a tu abuelo...

- Él siempre hablaba muy bien de usted, señor -repuso Draco, ágil como un zorro-. Aseguraba que usted preparaba las pociones mejor que nadie.

Helena no paró de observar a Draco. Lo que le preocupaba no era el peloteo que éste le hacía a Slughorn sino su aspecto, porque verdaderamente parecía un poco enfermo.

- Creo que conoces a esta pareja, ¿no? -preguntó ahora el profesor, señalando a Helena y a Harry. La mano del azabache se tensó en el hombro de la chica, y ésta casi se atraganta. Draco los miró.

- Oh, sí -afirmó Draco, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. Analizó la mano de Harry, tan fijamente que parecía querer agujerearla-. Nos conocemos muy bien, señor.

- ¡Ah! -exclamó Slughorn-. ¿Sois amigos?

Pero nadie pudo responder a esa pregunta, pues Snape llegó y se llevó a Draco fuera de la fiesta. Helena y Harry se miraron y asintieron, y ambos siguieron los pasos de Snape y Malfoy. Una vez en el pasillo, Harry sacó la capa invisible y la echó por encima de él y Helena. Echaron a andar y en la última aula del pasillo oyeron voces.

-... no puedes cometer errores, Draco, porque si te expulsan...

- Yo no tuve nada que ver, ¿queda claro?

- Espero que estés diciéndome la verdad, porque fue algo torpe y descabellado. Ya sospechan que estuviste implicado.

- ¿Quién sospecha de mí? -preguntó Draco con enojo-. Por última vez, yo no maldije a Katie Bell. ¡No me mire así! Ya sé lo que intenta hacer, no soy tonto, ¡puedo impedírselo!

- Vaya, ya veo que tía Bellatrix te ha estado enseñando Oclumancia. ¿Qué pensamientos pretendes ocultarle a tu amo, Draco?

Helena luchó por no soltar un grito de sorpresa.

- ¡A él no intento esconderle nada, lo que pasa es que no quiero que usted ni nadie se entrometa!

- Escúchame -dijo Snape en voz tan baja que Helena y Harry pegaron sus orejas a la puerta-, yo sólo intento ayudarte. Le prometí a tu madre que te protegería. Pronuncié el Juramento Inquebrantable, Draco...

- ¡Pues tendrá que romperlo porque no necesito protección! Es mi misión, él me la asignó y voy a cumplirla. Tengo un plan y saldrá bien, sólo que me está llevando más tiempo del que creía.

- ¿Y la señorita Wheeler sabe de ese plan?

Hubo una pausa en la que Helena agarró la mano de Harry.

- ¿Qué? -preguntó Draco con voz dura-. Ella no sabe nada de ésto, ¿entendido?

- Él la busca, Draco -dijo Snape con voz tranquila-. Sabes que si descubre que estás involucrado con ella, no dudará en...

- ¡Lo sé! -se exasperó Malfoy-. ¡Por eso aprendí Oclumancia! ¡Por eso no quiero que nadie se entrometa!

- Mientras Dumbledore esté aquí, Helena Wheeler estará protegida... ¿No es eso lo que quieres?

Otra pausa, esta vez más larga.

- Lo único que quiero es cumplir mi misión. 

Helena apenas tuvo un segundo para reaccionar: oyó los pasos de Draco acercándose a la puerta y notó la mano de Harry que tiraba de su muñeca. Lograron apartarse y Draco se alejó a zancadas por el pasillo y se perdió de vista tras la esquina. 

Helena y Harry permanecieron agachados incluso después de que Snape abandonara el aula y se encaminara hacia la fiesta. Ambos se quedaron agazapados, ocultos bajo la capa, reflexionando sobre todo lo que acababan de escuchar. Helena lloraba en silencio.

fireproof; draco malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora