ÁNGEL PÉTREO

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La neblina espesa envuelve sus sueños, perdidos en los confines olvidados de una tierra mustia, mas se alzan esplendorosos los nichos de los muertos y las frías esculturas de piedra y mármol conservan su posado cabizbajo mientras guardan con melancolía el reposo de los inertes huesos que yacen bajo tierra.

En aquel paraje solitario destaca una estatua ennegrecida, un ángel de alas extendidas y en su rostro puede hallarse pura soledad y melancolía pues los siglos pasan con lentitud, todo cambia mas nada perdura pues el ángel de sonrisa pintada ya sólo reconoce con nostalgia los astros y las estrellas mientras resguarda el nicho de una doncella olvidada.

Y en el féretro de roble el tiempo ha desdibujado su nombre mientras la maleza se apodera de la piedra, cubriéndola, llenando de vida un lugar donde impera la muerte. Pero incluso en este lugar, lúgubre y solitario, se alza el anhelo de una doncella sin nombre, impía alma condenada a una eternidad desolada que sueña con despertar al taciturno ángel pétreo de un beso, guardián y cómplice de su silencio, oh gélido mármol eterno.

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