Prólogo

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En algún lugar en Guarrenclow.


—¿Cuánto tiempo más debe de esperar?

—Está en proceso, solo debe de ser paciente.

—El tiempo se agota.

—Debe de esperar el momento indicado.

Un grave graznido de un enorme cuervo resonó. Aleteando con rapidez se alejó y sobrevoló el enorme palacio de ladrillo negro, hasta perderse por el oscuro cielo. Un trueno partió el cielo iluminando la oscura noche, anunciando que una fuerte tormenta se acercaba.



Reino de Etrorion.


La reina Casiopea despierta gritando con fuerza, con lágrimas silenciosas recorriendo sus mejillas y pequeños espasmos. Respira con velocidad, mira a su alrededor desorientada y sus sentidos se relajan un poco al sentir el apretón se su esposo. Ambos se miran, ella continúa llorando en silencio, un extraño presentimiento la invade.

—¿Qué sucede? —indaga su esposo con suavidad.

—No lo sé, tengo un mal presentimiento. —responde ella, tomando fuertes respiraciones.

—Todo estará bien, tranquila. —él la envuelve con sus brazos, tratando de transmitirle tranquilidad.

La noche transcurre con normalidad, la reina logra conciliar nuevamente su sueño al lado de su esposo y pronto el día aparece. Varias habitaciones lejos, Aster es arrastrado fuera de su cómoda cama por una desesperante presencia. Sus padres tratan con todas sus fuerzas de despertarlo, ya que debía de cumplir con su entrenamiento diario.

—Ya, listo, me desperté. —gruñe el elfo, saliendo de la cama.

Su madre lo mira con molestia y chasqueando sus dedos, el pijama de su hijo desaparece por ropa holgada para entrenar.

—Debes de ser puntual, aún más cuando los nobles están sobre su padre insistiendo con la descendencia. —le recuerda su madre.

—¿Por qué no cortarles la lengua y así nunca más los volvemos a escuchar? —pregunta estirando sus brazos, soltando un bostezo en el proceso.

—Esa no es una mala idea. —concuerda el rey, pero ambos hombres miran un poco asustados a la mujer cuando los mira molesta.

—No. Aster debe de mantener su mente enfocada en otras cosas y ninguna de ellas debe de tener relación con la sangre. —la reina obliga a los dos a salir de la habitación—. Drake avisó que vendría a verte para el entrenamiento.

Aster bufa con fuerza, no por la visita de su mejor amigo sino se debía a la presencia de una molesta chica. Él la comparaba con mierda en tu zapato, con un olor horrible, difícil de sacar y nunca te percatabas de ella hasta que alguien lo mencionaba. Aster sabía que ella llevaba meses siguiéndolo de cerca, su padre no.

—¿Por qué sigue ella aquí? —gruñe el chico, cerca de su padre, mirando con recelo a la rara chica.

—Es la hija de uno de los

—Sí, sí, respeto y no tiene a donde ir porque no tiene hogar. —responde con sarcasmo el chico, fuerte y claro para que ella lo escuche.

Pero como siempre, hacía de oídos sordos a cada uno de los comentarios groseros del elfo. Su madre charla animada con la molesta mujer y todos pronto están en la entrada del sitio donde Aster ha entrenado desde pequeño.

El Reino Maldito (Guarrenclow #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora