Capítulo 6: De paseo

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Esa noche no dormí nada. Era habitual en mí no poder dormir si tenía algo pendiente y las conversaciones de mis padres sobre La Selección y su resultado no me dejaron pegar sueño en toda la noche. Me levanté en la mañana con grandes ojeras y el cuerpo cansado tras una larga noche de darme vueltas sobre la cama sin poder cerrar los ojos y me di una ducha rápida. Salí de la casa lo antes que pude, no quería estar más tiempo en ese ambiente nervioso, ya llegaría en la noche a enfrentarme a la realidad, por mientras podía escapar.

Tomé un bus hacia el centro de la ciudad. Me había vestido de una manera menos vistosa de lo que normalmente hacía, con un par de jeans manchados con pintura y una camiseta blanca ya que si iba con algo demasiado caro no me mirarían muy bien.
Este era uno de mis mayores secretos, era de la casta número 3 y me gustaban los lujos y el dinero, estaba acostumbrada a eso, pero me encantaba ir al centro, donde se juntaban todas las castas bajo la cuarta en la feria, en la plaza, vendiendo, trabajando, caminando, cantando, etc. De alguna manera todo ahí se veía más... real.
Me senté en el primer asiento vacío que encontré y después de un par de paradas se subió una menuda chica de pelo oscuro, tés clara y ojos azules. Me miró y me sonrió. Había conocido a Claire hace alrededor de un año, ella solía hacer algo parecido a mí, era de la casta cuatro y al igual que yo tomaba el bus un par de veces por semana e iba a pasear por la provincia, yo iba al centro pero ella seguía derecho hasta la última parada, unas calles donde solo vivían sietes y Claire iba a dejarles comida y ropa que le sobraba.

- No te veía hace un tiempo - ella dijo con una sonrisa.

-Lo sé, mi madre me tenía loca - le respondí.

-Me imagino, escuché lo de la gran fiesta. Estaba todo el mundo ahí.

-Había bastante gente, pero yo hui de ahí lo antes posible.

-Me imagino - ella dijo sonriéndome.

Después de una hora conversando con ella en bus paró en la plaza central, me despedí y me bajé. No era una chica que tuviera muchas amigas, conocía un par de chicas treses como yo pero todas eran demasiado parecidas a mis padres y las de castas más bajas no vivían cerca de mí, por lo que me había acostumbrado a tenerme a mí como mi única mejor amiga. Claire podría haber sido la amiga más cercana que tenía y aunque solo nos veíamos un par de veces al mes nos contábamos prácticamente todo. Yo le hablaba sobre cómo era vivir con mis padres, y ella me hablaba sobre cómo era vivir con sus once hermanos, sí, once hermanos.

En la plaza se escuchaba una suave música en el fondo de unas guitarras y algo parecido a un piano mientras los cincos practicaban su música. Había niños corriendo persiguiéndose entre ellos y las señoras vendedoras gritaban sus productos en la feria que se ubicaba a la derecha de la plaza. Justo en el centro de esta se encontraba una gran pileta donde en el centro se podía ver una escultura de Gregory Illéa, fundador y primer rey del país.

Tenía que asegurarme de irme del centro con suficiente anticipación para llegar a las ocho para el Report. No me tenía que preocupar del toque de queda a las diez ya que raramente llegaba así de tarde a casa y si es que lo hacía nunca había guardias en la parte de mi provincia donde vivíamos los tres. Aquí en cambio podía ver notoriamente a guardias del palacio parados en algunos puntos estratégicos, no existía mucha violencia en Illéa pero últimamente con la economía bajando era usual encontrarse con huelgas y levantamientos que podían tener resultados trágicos.
Me sorprendía como se podía ver notoriamente la diferencia entre las distintas castas, los más altos del lugar, los cuatros, caminaban con cierto ademán de superioridad, se ponían encima todo lo caro que tenían para demostrar que no eran ni cinco ni seises y mucho menos algo menor a eso. Los cuatros eran los jefes, los propietarios de granjas, negocios, restaurantes, hoteles, etc., y lo hacían notar. Después de ellos estaban los artistas, de todo tipo, artes manuales, música, actuación, se diferenciaban del resto ya sea por los instrumentos en sus manos, el block de dibujos, las manchas de pintura, los trajes de circo, etc. En mi opinión era la casta que era más agradable de ver, aunque pasaban hambre, sobretodo en estos momentos, siempre se les podía ver disfrutando la vida a través de su arte. La sexta casta no sobresalía por nada en especial, sino por el hecho de no sobresalir, ellos eran los empleados, las secretarias, los cocineros, las vendedoras, los conductores, y dentro del palacio o casas extremadamente ricas, las mucamas. Los de la séptima casta se notaban por su desgano vital, se notaban resentidos, odiaban su trabajo, y con razones ya que su paga con suerte les alcanzaba para alimentar a una persona por lo que era muy difícil para ellos mantener una familia, eran los trabajadores al aire libre, jardineros, albañiles, limpiadores de piscina, et, por esta razón sus ropas eran cómodas y estaban normalmente sucias. Y la última casta no era visible dentro de la plaza, era difícil ver gente de la octava casta en lugares demasiado públicos ya que estos estaban retraídos, escondidos, avergonzados, estos eran lo peor de lo peor, mendigaban por las calles de noche, comían de la basura, se abrigaban con lo que fuera que encontraran por ahí, los sin hogar, los adictos, los fugitivos y básicamente cualquier persona mental o físicamente mal. Había escuchado historias de doses que nacían con algún defecto grande como una enfermedad mental o la falta de alguna extremidad y que eran lanzados a lo más bajo. Tal vez en un momento estos habían sido malos
¿Cómo sabía yo estas cosas, siendo que en la zona donde vivía las castas más bajas apenas se mencionaban si no eran para hacer algún servicio? Gracias a que en mi casa mi opinión no era lo más escuchado me había acostumbrado a observar, y observé durante horas cada vez que iba a la plaza, tal como lo estaba haciendo en ese momento, sentada en un banquito rodeada de palomas hambrientas y la gente, cada uno en lo suyo, sin darse cuenta del detallado análisis que yo les hacía. Tenía que admitir que nunca había visto a un ocho de muy cerca, solo algunas veces mientras andaba en auto o en bus y miraba por la ventana, pero todo lo que sabía sobre ellos era lo que había escuchado de mis padres.
Compré algo de almorzar en la feria y estuve ahí paseando hasta que el sol comenzó a bajar y sabía que tenía que volver a mi casa.
Me subí al bus de vuelta.

Elígeme: fanfic de "La Selección" (Kiera Cass) EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora