Capítulo 1: El gran día

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Amanecí gracias al suave sonido de los violines en la primera planta. Los cincos ya habían empezado a ensayar para el gran almuerzo y yo ni siquiera estaba duchada. Me sorprendía que mi madre no hubiera enviado a ninguna mucama a despertarme todavía pero más me valía levantarme antes de que vinieran por mí. Me refregué los ojos y me arrastré hacia mi baño, todavía tenía un par de horas para estar lista así que llené la tina con agua, le eché un par de sales con olores y me sumergí hasta el cuello con el agua tibia. Normalmente con el clima de ese momento me hubiera molestado el calor del baño pero estaba demasiado cómoda como para pensar en la temperatura. Me lavé el pelo maldiciéndome a mí misma por mantenerlo tan largo y hacerlo tan difícil y después de un poco más de 45 minutos me obligué a mí misma a salir de la tina e ir a prepararme, sin olvidar antes de refregar mucho mis manos para sacar las manchas de pintura. Estrujé el agua de mi pelo y salí hacia la habitación con una toalla rosa posicionada alrededor de mi cuerpo. Al parecer las mucamas habían entrado a mi habitación mientras me daba mi baño ya que las cortinas estaban abiertas, el piso barrido, un suave olor a limón flotaba en el aire y la cama estaba hecha, y sobre esta un hermoso vestido corto color bourbon con escote de corazón y falda ancha, esto acompañado por un par de tacones de mi madre. Me puse el atuendo y lo adorné con un par de pendientes de rubí que recibí para mi decimoquinto cumpleaños y un lujoso collar de plata y la misma piedra que me habían comprado para esta fecha, el cuál posiblemente costaba más que todo el dinero junto que un cinco podría tener en su vida.

Todos los treses más famosos e incluso escuché hablar a mi madre de que vendrían un par de familias de doses. Estaba segura de que ella deseaba emparejarme con alguno de ellos porque aunque yo no subiera de casta, tendría familiares doses y eso automáticamente le traería más prestigio a mi familia y así sería más fácil encontrarle marido a mis cuatro hermanas. La causa de tal reunión era cumpleaños número 40 de mi madre, lo que al parecer era digno de una celebración gigantesca con todos los invitados que la casa pudiera alojar. Todas las habitaciones de huésped estaban siendo usadas por los que venían desde lugares más lejanos de Illéa, las cortinas habían sido cambiadas por otras más nuevas con incrustaciones de plata y cobre, se había llamado a los mejores floristas para tener una colorida y fresca decoración, las mesas habían sido delicadamente distribuidas por el patio para que todos se llevaran bien, se había comprado la platería más fina para acompañar los más exquisitos platos y se había hecho todo lo posible para que todo estuviera radiante y no se notara ni una pizca de pobreza dentro de la casa Hart. Éramos de la casta número tres, una de las castas más altas de las ocho existentes, bajo la monarquía, la iglesia y los famosos, pero sobre los artistas, los trabajadores, y los vagabundos, por esta razón el dinero no era un problema dentro de la casa pero no nos podíamos asemejar a los doses por lo que mi madre tenía claro que dando esta fiesta estaba gastando ahorros de años y endeudándose para los próximos, pero valía la pena demostrarle a lo mejor de la sociedad que esta familia tenía de sobra.

-¡Victoria! - la voz de mi madre resonó por el pasillo hacia mi habitación - Victoria, ¿estás lista? Necesito hablar contigo.

Suspiré, adiós a mi poco tiempo libre.

-Ahora voy mamá

Solté mi pelo y dejé que las ondas se secaran con el aire, me puse un poco de maquillaje, lo suficiente para verme mejor pero no exagerado para permanecer con el rostro joven y fresco, y salí de mi habitación dirigiéndome a la principal.

Mi madre se encontraba frente a un espejo vistiendo un alucinante vestido turquesa, su pelo tomado en un hermoso moño bun rubio y su cara maquillada con distintos tonos de marrón. Ella se estaba poniendo un pendiente que se veía demasiado pesado como para sus delgadas orejas.

-¿Qué ocurre?-le dije apoyándome en la puerta.

Ella terminó de ponerse el pendiente y me miró de pies a cabeza analizándome, luego puso una sonrisa de satisfacción hacia el vestido que había comprado para mí.

-Tal como lo imaginaba, estás deslumbrante

-Gracias mamá

-Necesito hablar unas palabras contigo. Sé que tu ideal no es casarte tan joven como lo hice yo ni perseguir chicos, tu mente está en otros lugares, como esas cosas de pintura que tanto te gusta hacer, pero este día es muy importante que todos los chicos de tu edad conozcan aunque sea tu nombre, este día es esencial para tu futuro porque ya tienes 18 y es momento de empezar a buscar una pareja para ti, o si no será demasiado tarde y todos los buenos chicos estarán ya comprometidos.

Suspiré, ¿cómo explicarle a alguien que el arte no era la razón por la cual no estaba preocupada en chicos, sino que había uno en especial que me distraía de ellos?

-No suspires Victoria, estoy hablando muy enserio. Hoy vendrán un par de doses y hay una familia, los Scheck, que si mal no recuerdo, ¡tienen un hijo de 25 años que todavía no está casado!

-Mamá yo no...

-Vamos Victoria - ella me interrumpió - hazlo por mí, sabes que nosotros no estaremos aquí por siempre y quiero que tengas una buena familia para tu futuro.

Suspiré nuevamente.

-Está bien, lo intentaré - dije sabiendo que me iba a arrepentir de esto.

Las campanas indicando que el almuerzo iba a comenzar resonaron por toda la casa y mi madre me dio un pequeño abrazo emocionada y poniendo su postura de superioridad y su sonrisa de perfección bajó las grandes escaleras de mármol a encontrarse con sus invitados.

Elígeme: fanfic de "La Selección" (Kiera Cass) EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora