Nicholas me dijo que no llevara mucho además de lo básico ya que en el palacio me darían todo, así que metí un par de cosas en una mochila y bajé por la ventana después de despedirme de mi habitación y mi casa. Mis padres tendrían que hacer lo mismo pronto.
Lo seguí por el patio hacia el auto pero paré antes de llegar.
-Espera - dije botando la mochila.
- ¿Qué ocurre?
- Hay algo que necesito llevar, no me darán allá.
Nicholas me miró confundido.
Corrí de vuelta a la casa y subí por la escalera de incendios hacia mi habitación, abrí la ventana y me dirigí hacia el mueble donde guardaba mis pinturas. Puse todas las que me cupieron en un estuche junto con varios pinceles. Llené un segundo estuche con minas, gomas y carboncillos. Sabía que no podía llevarme las telas pero ya encontraría donde pintar, incluso una piedra servía. Volví a bajar y guardé los estuches en mi mochila.
- Me alegro que hayas metido eso - Nicholas dijo - me gusta verte pintar.
Le sonreí. Me abrió la puerta del copiloto y me subí al auto junto a él. Partimos. Para ser un príncipe, las clases de manejo le habían fallado bastante porque en varios momentos del camino sentí como si fuera a morir. Con el cinturón fuertemente amarrado y ambas de mis manos agarradas al asiento Nicholas paró el auto a unas dos cuadras del palacio.
-Voy a pedirte que hagas algo
-Dime
-Necesito meterte en la maleta
-¿Qué?
-El guardia me vio salir solo, no me va a dejar entrar acompañado.
-¿No eres el príncipe? ¿No estás sobre todo el mundo o algo así?
-No sobre mis padres, y ellos controlan el palacio, no yo.
-Entiendo - suspiré - odio esto.
Salí del auto que Nicholas había prácticamente robado del palacio y él me abrió la puerta del maletero. Me recosté en él y Nicholas lo cerró con cuidado. El auto comenzó a andar y definitivamente era una de las sensaciones más desagradables de mi vida, estaba oscuro, estrecho y había un olor extraño ahogante, además el movimiento me producía mareo. Envidiaba a todas las chicas seleccionadas, ellas no iban a entrar así al palacio, ellas entrarían como princesas. Sería una historia divertida que contarle a mis nietos.
Después de varios minutos que se sintieron eternos el auto apagó el motor, esperé en silencio hasta que Nicholas abrió la puerta del maletero.
- ¿Todo bien?
- Creo que voy a vomitar - le dije sentándome en el maletero con las puertas hacia afuera.
- ¿Enserio? - él dijo asustado.
- No, pero no te debería sorprender si lo hiciera.
Miré a mí alrededor. Estábamos en una especie de estacionamiento trasero y bastante oscuro, pero estábamos en el palacio, realmente estaba dentro del palacio de Illéa. La hermosa edificación se levantaba al frente mío con cada detalle perfectamente tallado en las paredes de limpio mármol. Se veía tan increíble por fuera, no podía imaginar cómo iba a ser por dentro.
Nicholas tomó mi mano y me dirigió hacia dentro del palacio por una puerta de vidrio. Parecía turista con la boca abierta mirando todo a mí alrededor. Caminábamos por un pasillo iluminado con pequeñas lámparas doradas y una hermosa alfombra roja con detalles que parecían haber sido cocidos a mano por dioses.
-Te voy a llevar donde Bertita. Roberta para ti, ella es la jefa de las doncellas y cree que tú eres una pobre chica de la séptima casta echada afuera por sus padres de la que sentí pena.
- Wow, buena reputación para mí.
- Victoria...
- Lo sé, lo sé.
Después de caminar por muchos pasillos pequeños que por alguna razón parecían demasiado vacíos para ser un palacio, Nicholas paró frente a una puerta cerrada, me sonrió y puso su mano en mi mejilla.
- Cada vez que te vea voy a morir de ganas de abrazarte, pero al frente de otros tendremos que fingir que prácticamente no nos conocemos. Podemos hablar, pero poco, que nunca sea sospechoso. El tiempo que se viene todos estarán sobre mí y cualquier cosa extraña lo notarán.
- Está bien
- Te quiero mucho - él dijo, acercó sus labios a los míos y me besó - la actuación comienza ahora.
Él suspiró y abrió la puerta. Era como si hubiéramos entrado a otro mundo, estábamos en un salón amplio, lámparas de araña, cuadros rodeados en oro y cortinas notoriamente costosas rodeaban el lugar. El techo era muy alto y podía notar que había pinturas preciosas en él. Gente caminaba de un lado hacia otro, doncellas la mayoría, pero también un par de guardias.
-Felicitaciones Señor Schreave - un guardia dijo inclinándose ante él un poquito mientras Nicholas me dirigía hacia el otro lado del salón. A nadie parecía importarle o molestarme mi presencia, ya no estaba tomada de manos con Nicholas, solo lo seguía mirando curiosamente a mí alrededor. Por la única ventana que tenía sus cortinas todavía abiertas pude ver un amplio y hermoso patio que me dio ganas de pintar de inmediato. Paré un segundo y luego retomé el camino detrás de Nicholas. Un par de personas más lo felicitaron por La Selección hasta que llegamos a la cocina. Nicholas saludó a algunos cocineros hasta que paró frente a uno, supuse por su manera distinta de vestir que los otros que era el chef jefe.
- Señor Nicholas - el chef dijo sorprendido por la presencia del príncipe - ¿En qué le puedo servir? ¿Tiene hambre? Si tiene ganas de algo dulce le puedo hacer un postre de chocolate nuevo que estoy probando, le aseguro que es bueno.
- Tal vez luego - Nicholas dijo - pero ahora necesito que lleves a esta señorita donde Bertita. Dile que es la chica de la cuál le hablé en la mañana.
- Como diga
- Gracias Paul, te debo una - Nicholas dijo.
Paul le guiño un ojo y se dio vuelta para sacarse su delantal y su gorro.
- Nos veremos pronto - Nicholas me dijo y rozó su mano con la mía, luego se dio vuelta y desapareció. Me quedé ahí esperando al chef.
Él terminó y me miró de pies a cabeza.
- Eres bonita, posiblemente si tienes la actitud correcta te asignarán a una dos o una tres.
Lo miré en silencio.
- Nunca has hecho esto antes ¿verdad?
Negué con la cabeza, si supiera...
- Sígueme, te explico cómo funciona esto - el chef me dirigió hacia otro pasillo, Dios, de todas maneras me perdería aquí, ya estaba mareada de tanto andar de aquí para allá - Bertita tiene mucha personalidad, así que te va a decir las cosas tal cuál son, pero por dentro tiene un corazón de abuelita, te conviene agradarle. Ella te dirá que hacer, cuando y donde, obedécela siempre, o podrá hacer tu vida un infierno.
- Bonito - respondí. El chef Paul rio.
- Ese tipo de comentarios sarcásticos por ejemplo, guárdatelos, yo tengo buen humor, Bertita no, por cierto, no le digas Bertita, dile Roberta, nunca le digas Bertita a menos que ella te lo permita. Ah, y lo de los comentarios, eso va a hacia todos los que tengan un rango mayor aquí, seleccionadas, amigos de la familia real, obviamente la familia real, jefes, etc. Ya entenderás como funciona todo aquí con el tiempo.
- Eso espero.
Paramos frente a una puerta con una ventana de vidrio que parecía ser una oficina. Una mujer trabajaba mirando hacia un papel en su escritorio. El chef tocó la puerta y me miró al mismo tiempo que la mujer levantaba la vista.
- Buena suerte niña
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Elígeme: fanfic de "La Selección" (Kiera Cass) EN PAUSA
FanficFANFIC DE "LA SELECCIÓN" POR KIERA CASS Para treinta y cinco chicas, la Selección es una oportunidad que solo se presenta una vez en la vida. La oportunidad de escapar de la vida que les ha tocado por nacer en una determinada familia. La oportunidad...