Chapter Sixteen.

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"Frustrados"


—"¿Ya la tienen?" Preguntó con impaciencia Lionel.

Los agentes asintieron, y con ello, le dieron una mayor tranquilidad. Pero no la suficiente, de hecho, dudaba que estuviera completamente calmado hasta que Karol no se encontrara a su lado, sana y salva.

Tres camionetas se adentraron inmediatamente por un sendero que se alejaba de la ciudad. Iban a una velocidad superior a los cien kilómetros por hora, pero por el nuevo tramo irregular del camino, se vieron forzados a reducirla.

Lionel miró con impaciencia por la ventana del vehículo, preocupado por lo remoto de las coordenadas indicadas por los técnicos. Era curioso que hubiera una especie de bosque, realmente húmedo y caluroso tan sólo a unos cuantos kilómetros de la ciudad. Como era evidente, no se divisaba nada entre la maleza, pero aún así agradecía a Dios que el sendero estuviera lo suficientemente bien como para poderlo recorrer en los vehículos.

Después de avanzar por más de diez minutos, y cuando lo único que se divisaba era más maleza y ningún tipo de sentamiento o bodega, Lionel, que había permanecido en silencio, estalló de la furia. ¡¿Dónde diablos estaban?!

—"¿Estamos perdidos? ¡Maldición!"

El chofer inmediatamente le contestó, intimidado por el estallido de cólera de su jefe, –"No, señor. Estamos bien, sólo que aún no llegamos"

Lionel le miró con desconfianza –"¿No se suponía que debía estar por aquí?"

El chofer se encogió de hombros –"El GPS no siempre es exacto. Podemos tardar unos minutos más"

Lio apretó los puños y se tragó su ira. Maldición. Esos minutos le podían costar la vida a Karol, ella no tenía esos minutos. Demonios, por todo lo que él sabía, su propia maldita cordura no tenía esos minutos.


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Agustin estaba sonriendo, pero eso no lo podía ver Karol. De hecho, ni siquiera sabía que era el mismísimo Agustin quien estaba a punto de enviarla al otro mundo.

Intentando encontrar alguna manera de retrasar lo inevitable —oh, sí que era inevitable— con gesto nervioso y la mandíbula temblándole, Karol consiguió hablar.

Las palabras salieron más atropelladas de lo que ella hubiera preferido.

—"¿P-por qué-é?" Un gemido le siguió a aquella pregunta.

No tardó mucho en oír que su raptor rompía en sonoras carcajadas, y se sintió desolada y sin ninguna esperanza. Aquel sonido de placer que había soltado aquel hombre era lo más grotesco que había oído, pero al menos le había dado unos segundos más.

—"¿Por qué, dices?" Su risa era malvada, después de todo había que ser lo suficientemente malvado como para cometer una atrocidad de tal magnitud —"¿Por qué? Me gustaría decirte que..." Lentamente se acercó más a la caída mujer, que sollozó ante la súbita cercanía.

Karol juró que escuchaba la misma respiración del hombre, en su cuello... Y se estremeció cuando sintió el primer contacto con el gélido metal punzo cortante...

—"...es por..." El filo que originalmente se había posado sobre su garganta, se deslizó peligrosamente por su clavícula...

Karol ya estaba preparada para lo peor. En ese momento, ya nada le importaba. Iba a morir, sí, pero no lo haría sin presentar batalla. Su cerebro trabajó con rapidez, intentando descubrir la identidad de su agresor a través de su voz. ¿Dónde había escuchado esa voz?

BAJO CONTRATO |MICHAENTINA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora