Sidestory.

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El sol iluminó su rostro, consiguiéndola despertarla de un sueño profundo. Frunciendo el ceño, observó con fastidio la fuente de claridad que la había arrancado de los brazos de Morfeo, pero aquello sólo consiguió deslumbrarla aún más. Aferrándose más a su almohada, decidió que deseaba dormir un poco más.

Pero fue impedida por unos gritos que provenían de algún lugar del que ella era inconsciente. Mascullando una maldición, decidió voltearse hacia el lado derecho, insistiendo en permanecer dormida.

La puerta de su habitación se abrió, pero ella no intentó hacer el esfuerzo por abrir los ojos. Estaba demasiado cansada para hacerlo.

Una suave risa se sumó a la lista de cosas que le impedían dormir.

—"¿Con pereza nos levantamos hoy, amor?" Valentina reconoció la voz instantáneamente, aquella misma ronca y seductora voz perteneciente al hombre que ahora se deslizaba hacia su cama.

Con gran irritación se fijó en sus ropas, completamente vestido y en un elegante atuendo. Su cara estaba fresca y relajada con una suave sonrisa, mientras que su cabello estaba húmedo, seguramente porque había salido de la ducha.

Fue en ese momento en el que se percató del lugar en donde se encontraban, mientras otras voces prorrumpían fuera de la habitación.

Valentina miró con estupefacción el cuarto, mientras su cabeza luchaba por reconocer dónde se encontraban. ¿Sería acaso su imaginación? ¿Mike la había llevado a otra habitación en la casa de sus tíos, y ella había estado tan cansada como para no percatarse?

—"¿Dónde estamos, Michael?" Su voz salió desconocida a sus propios oídos, mucho más ronca de lo usual en las mañanas.

Él la miró con una perfecta mezcla de duda y abatimiento, mientras fruncía el ceño y recostaba un codo para apoyar su cabeza.

—"El doctor no dijo nada de esto. Será mejor que lo llame." Dijo como para sí mismo, pero ahora la miró con preocupación que resultaba extraña en su cara —"¿Todavía sientes nauseas? ¿Mareos?"

Ahora fue el turno de Valentina para fruncir el ceño, y no pudo evitar preguntarse qué diablos sucedía con su marido.

—"No molestes. No es divertido, Michael" Farfulló intentando levantarse, pero falló miserablemente —"¿Todavía estamos en la casa de tus tíos?"

Esta vez, Mike soltó una carcajada —"¿Bromeas, no? No puedes viajar hasta que sea el parto. ¿Segura que te sientes bien?" Y para añadir más peso a su estupefacción, le tocó la frente, como si buscara temperatura.

Valentina abrió la boca para rebatir aquel absurdo comentario —"¡No seas ridículo! ¡Yo no estoy...!" Pero bastó mirar hacia su estómago para confirmar lo contrario y creer que se estaba volviendo loca.

Porque lo que había sido un vientre plano y firme, ahora era uno henchido y enorme.

Súbitamente se sintió mareada ante tal información, mientras luchaba por no gritar en horror.

Sintió el fuerte abrazo de Michael, mientras le susurraba cosas dulces que sólo conseguían enfurecerla y confundirla cada vez más.

—"¡Por Dios!" Logró soltar, creyendo ahogarse al golpearse contra la realidad.

Mike volvió a reír, sin notar en realidad cuán conmocionada en realidad estaba su esposa. —"Valentina, mi amor, ¿podrías aterrizar ya? Se nos hace tarde para le presentación de Karol y no me gustaría tener que calmarla de nuevo"

¿Karol? Aquella fue la única palabra que pudo reconocer en aquella descabellada oración.

—"¿Karol Sevilla?"

BAJO CONTRATO |MICHAENTINA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora