[Jiam/Zucky]
— ¿Llevas el termo?
—Sip, ¿repelente?
— ¡Listo! —exclamó la morena, alzándolo por sobre su cabeza, antes de meterlo a su mochila—Estuvimos esperando tanto por esto—le dijo la castaña, sonriendo por pura felicidad, mientras veía y se aseguraba de que en su mochila estuviera todo—, un fin de semana, solo nosotros cuatro, en el medio de la nada...
—Sin teléfonos—agregó su mejor amiga, sonriente también.
—Sin managers—también dijo Jo—, todo va a ser perfecto.
—Eso espero—concordó Victoria, cerrando su mochila y poniéndosela en la espalda, sus manos firmes en las tiras.
Jo la imitó, y luego de dar una vuelta por el departamento, asegurándose que habían apagado todo, y todo estaba en orden, salieron. Bajaron las escaleras del edificio a mayor velocidad de lo normal. Emocionadas, ansiosas. Cuando llegaron a la recepción se despidieron de Steven, recordándole una vez más que no estarían esos tres días por allí. Él les deseó un buen viaje, y por fin, salieron a la calle. El leve tono rosa y anaranjado de la mañana iluminó sus rostros, y cerraron sus ojos por dos segundos, agrandando sus sonrisas por la calidez. Cuando los abrieron, allí estaban ellos. Cruzando la calle, dentro de la camioneta, mirándolas fijamente, con sonrisas en sus labios, también. Se fijaron que ningún auto se acercara, y corrieron el tramo que los separaba. Entraron al vehículo, en la parte trasera, y se desplomaron en el asiento. Jo tomó aire, y con sus manos en los asientos, se acercó a darle un rápido beso a su novio —quien estaba del lado del conductor— como saludo.
—Hola cariño—la saludó él, aún cerca de sus labios.
—Hola cielo—dijo ella, besando la punta de su nariz antes de apartarse.
—Agh, demasiada cursilidad para las siete de la mañana—oyeron gruñir a Victoria, y se voltearon hacia ella.
Pero ella aun sonreía, y cuando abrió los ojos, todos comprendieron que solo estaba bromeando, además, cuando dijo: —Mentira, ustedes saben que los amo juntos. Incluso si empalagan.
Jo rodó sus ojos, dándole un leve codazo.
—Tú te callas, que Zucky es peor—opinó.
El ceño de ella se frunció, horrorizada.
— ¡Claro que no! ¿O si, corazoncito de melón? —jugó, extendiendo su mano y despeinando el cabello azabache del moreno en el asiento de copiloto.
—Por supuesto que no, rayito de sol—sonrió él, siguiéndole la broma—, por cierto, hola.
—Hola—le devolvió el saludo Victoria, dándole una leve caricia en la mejilla, antes de volver a echarse hacia atrás, recostando su cabeza contra la espalda del asiento, y cerrando los ojos.
—A veces juro que parece que fueran extraños—comentó Liam, girando la llave y prendiendo el motor.
Luego de poner en marcha la camioneta, salieron, directamente a su destino. Estaba a una hora y media de viaje, bastante alejado de la civilización de Londres. Prendieron la radio, sintonizándola en una que pasara buena música, y Jo comenzó a servir del termo de café dos vasos, para Zayn y Victoria, y del otro, que contenía té, para ella. Porque a pesar de que Liam quería, él era bastante obstinado, y quería tener sus dos manos fijas en el volante.
A los veinte minutos de haber cantado cada canción que la estación pasaba, Victoria bufó, pasando su mano por su rostro, aun dormida.
— ¿Falta mucho? —preguntó, dando un largo suspiro.