[In the moonlight you looked just like an angel in disguise.]

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  Eran las once de la noche cuando ella descubrió aquella notita amarillenta pegada en su ventana. Al instante, una sonrisa apareció en su rostro, y se acercó rápidamente a esta para leerla. La arrancó del vidrió, y con emoción, leyó la dirección de aquel parque que conocía bien. Algunas mañanas, la mayoría de las veces los fines de semana, iban a caminar o a trotar por ahí con su mejor amiga. Prácticamente lo conocía como a la palma de su mano. Por suerte, aquella noche no hacia frio. Después de todo, la primavera acababa de comenzar, y por las noches habían unas suaves brisas, en vez de nieve, como hace unas semanas atrás. Por lo tanto, no se abrigó demasiado, y salió de su cuarto. En el sofá de la sala del apartamento Victoria yacía profundamente dormida, con un libro sobre su próximo examen en su estómago. Divertida, la castaña negó con su cabeza, antes de salir por la puerta. Bajó los seis pisos por las escaleras, y por fin abandonó el departamento. Era sábado por la noche, y por supuesto, había mucha gente en las calles, a pesar de la hora. No sabía si era por el cálido clima al que le habían perdido costumbre, o qué, pero todos parecían estar paseando, disfrutando de la noche.

 Caminó apresurada, aunque sin darse cuenta, a aquel parque. Sentía algo muy similar a la adrenalina correrle por las venas, y no podía dejar de sonreír. Por eso, cuando llegó, y lo vio allí parado, con una sonrisa de oreja a oreja, casi se tropezó con sus propios pies. Pero él había reaccionado deprisa, por lo que se acercó a ella y envolvió sus brazos en su cintura, evitando su caída.

—Hola, cariño—la saludo, riendo muy bajo entre rientes.

Jo se puso colorada en aquel segundo tan rápidamente, que hizo que Liam frunciera un poco su ceño, preocupado.

— ¿Estas bien? — el acento en su voz, por supuesto, no hacía nada más fácil para Janet.

Se apresuró a asentir varias veces, murmurando unos seguidos “si”, mientras que colocaba sus manos sobre los hombros de él y se paraba adecuadamente. Hubo un silencio de unos segundos que se tomaron para mirarse e inspeccionarse el uno al otro. Pero no pasó mucho, antes de que ella soltara un agudo grito de emoción y echara sus brazos al cuello de él, abrazándolo con todas sus fuerzas.

—Te extrañé, te extrañé, te extrañé…—murmuró varias veces, su rostro escondido en su cuello.

El cálido aliento de ella le causó cosquillas, por lo que él rio una vez más, antes de devolverle el abrazo, con quizás un poco más de fuerza.

—Y yo a ti, y yo a ti, y yo a ti…—susurró Liam contra su cabellera, besándola cada tanto.

 La noche era realmente perfecta. El cielo, de un azul oscuro, y las estrellas que parecían brillar más que nunca. La luna, que estaba en cuarto menguante. El aroma a césped mojado, y a las flores que empezaban a florecer. Todo era… pacifico, bonito, agradable. Jo cerró sus ojos, inhalando profundo todo aquello, con una suave sonrisa en sus labios. Y mientras ella hacia eso, su novio recostado a su lado en el césped, con un brazo alrededor de los hombros de ella, la observó. Estaba almacenando cada facción, cada detalle, cada todo suyo en su memoria, cuando un pensamiento lo golpeó. Ella era un ángel, un ángel disfrazado. Con aquella sonrisa leve suya, e incluso sus parpados cerrados, y su cabello algo despeinado, la veía hermosa.

Pasó su dedo delicadamente por el costado de su rostro, hasta acabar tocando la punta de su nariz, sonriendo bobamente, provocando que ella abriera los ojos y se volteara en su dirección.

Antes de que ella dijera algo, se apresuró a decirle: —Eres hermosa.

Nervios se apoderaron de ella, además de vergüenza, y ocultó su rostro entre sus manos.

—Mentira…—protestó, en voz baja.

Tomando sus manos con las suyas, en un rápido movimiento, ella se encontró con él encima suyo, con sus manos a los costados de la cabeza de ella, resistiendo todo su peso para no aplastarla.

La miró intensamente por un momento, sin sonreír, algo inexpresivo, hasta que después sonrió, haciendo que ella hiciera lo mismo. Se acercó a besarla rápidamente, sorprendiéndola y alejándose igual de rápido.

—Eres hermosa—repitió, antes de volver a besarla, y volver a alejarse—. Eres muy hermosa.

 Y repitió lo anterior. Cuando volvió a separarse de ella, algo más serio, le preguntó: — ¿Cuántas veces tendré que besarte para que lo creas?

Algo coqueta, ella miró hacia el cielo, apretando sus labios en una fina línea, pensándolo.

—Mmm… diez mil una veces—respondió, intentando no reír.

— ¿Y qué pasa si me paso? —Liam le preguntó, rozando sus labios con los de ella por la cercanía.

—Tendrás que empezar de nuevo—lo desafió ella, en un tono de voz bajo.

El castaño asintió, sonriendo ante el juego —no tan juego— de ellos.

—Trato—selló, capturando el labio inferior de ella entre los suyos y jalando un poco de el, provocándola.

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⏰ Última actualización: Jun 23, 2014 ⏰

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