La música de la radio llenaba él para nada incómodo silencio entre ellos dos. Además de la música, también se oía el golpe que daba el cuchillo cuando Jo cortaba la verdura en pequeños trozos y los ponía en una sarten con salsa a su lado en el fuego.
Liam a su lado la observaba, sentado en la mesada de la cocina, donde ambos estaban.
- Jo...- la llamó por milesima vez en los últimos cuarenta minutos.
- Dime Li.
- ¿Puedo ayudarte a cocinar?
Ella se volteó a verlo y sonrió. Venía diciendole que no, que estaba preparando una cena demasiado importante, y tenía miedo de distraerse por su presencia, y que se echara a perder. La castaña estaba tan nerviosa y quería que todo saliera perfecto porque esa noche conoceria oficialmente a los padres y hermanas (con sus respectivas parejas) de él. Liam la había estado abrazando y repitiendole que no hacia falta, que sus padres de tanto hablarles de ella ya la amaban, pero aún asi...
A diferencia de las otras veces, ella terminó por suspirar y asentir. Su novio se bajó de un salto de la mesada, besando su mejilla, y se colocó un delantal que tenía allí colgado, para luego pararse a su lado, sonriendo, emocionado.
- ¿Que hago?
- Tu... Revuelve la salsa- le pidió ella, entregandole una cuchara de madera para ello.
Él hizo un leve puchero.
- Hey, es algo grande. Tienes que revolverla constantemente para que no se queme y se pegue- le dijo ella, a lo que él volvió a sonreir y tomó la cuchara feliz. Comenzó a revolver, y Janet se dedicó entonces a sacar el pollo del refrigerador y sacarle la piel.
- Jo...- la volvió a llamar el castaño a su lado.
- ¿Si, Li?
- ... Estoy cocinando, oh mi Dios.
Y no pudo evitarlo, estalló en carcajadas. Amaba esos comentarios infantiles de él, realmente lo hacia. Y él amaba decirlos, porque amaba sacarle sonrisas a su preciosa novia.
Él se unió a las risas de ella, puesto que era contagiosa. Segundos después se calmaron, y con grandes sonrisas en sus rostros, continuaron en sus actividades. Jo lo miró, y su corazón latió acelerado. Corrió sin pensarlo hasta su cartera y sacó su telefono, para volver a él. Abrió la camara, y colocandose de un angulo en el que su rostro se veia, el delantal y lo que estaba haciendo, tomó la foto. Liam se volteó cuando esta ya se habia almacenado en su telefono, aun sonriendo, alzando sus cejas.
Ella se sonrojó, y guardando el telefono en su bolsillo, se acercó a él, para tomar sus mejillas y exclamar: - ¡Lo siento, pero eres tan tierno y adorable!
Las apretujó un poco, sonriendo completamente enternecida. Liam intentó borrar su sonrisa y a duras penas lo consiguió y frunció el ceño, fingiendo enfadarse.
- Oh, detente, soy un hombre- le dijo con un falso y exagerado tono grave, inflando su pecho.
Pero no pudo soportarlo mucho más y su pecho se desinfló, una dulce sonrisa adornó sus labios y soltó la cuchara para en cambio, tomar el rostro de ella entre sus grandes manos, arrimandolo al suyo. Juntó sus frentes y se quedó mirandola. Sus ojos café brillaban, sus mejillas estaban sonrosadas, y la sonrisa nunca se habia ido de sus labios. Al igual que sus manos nunca dejaron las mejillas de él.
- Tú eres adorable- susurró, antes de unir sus labios con los de ella en un tierno beso.
Se besaron por largos segundos, el beso cada vez llenandose más de sentimiento. Pero hubo algo que hizo que ella volviera a la tierra y se separara a regañadientes de él.
Olor a quemado.
Se giró para ver la salsa, y vió el humo salir de ella, y lanzó un pequeño grito, apresurandose a apagar la hornalla.
- ¡Liam, estabas a cargo de la salsa!- le reprochó, no del todo enojada, mientras se daba la vuelta e intentaba revolverla.
Pero ya se habia quemado y se habia quedado pegada al metal. Sintió los brazos de él envolverse en su cintura, abrazandola por detrás, y se congeló. Payne corrió el cabello de ella de su cuello y se inclinó sobre el, para dejar un pequeño beso allí.
- Lo siento cariño- murmuró contra su piel, causandole escalofrios.
- No es justo que sepas que cuando haces cosas así no puedo enojarme ni un poquitín contigo, Liam James- le dijo, a lo que lo sintió sonreir contra su piel.
- Amáme- rió él.
- Lo hago, en serio lo hago.
- Yo tambien te amo- dijo él, sintiendo cada palabra, antes de besar su cabeza con cariño.