La jaqueca comenzó a intensificarse a medida que los minutos pasaban. Ella estaba acostada en su cama, abrazando con fuerza a su almohada, escondiendo su rostro en ella. Tenía el aroma de él, y amaba ese hecho.
El dolor era tan fuerte que las años de gritar y de llorar la invadieron con fuerza. Sentía que en cualquier momento su cerebro iba a estallar, aunque no fuera lógicamente posible. Lo único que quería era que el dolor se fuera, dejandola en paz por fin. Pero no creía que aquello fuera a ocurrir pronto. Estando sensible a todos los ruidos, su aliento se atoró en su garganta cuando oyó la puerta abrirse y cerrarse.
« No puede verme así» pensó, y cuando intentó moverse para secar las repentinas lágrimas, no pudo. Sentía como si una fuerza oprimiera su cerebro cruelmente.
Liam arrojó sus llaves dentro del bowl con adornos en la cocina, frunciendo el ceño al no encontrar a su chica, Jo.
— ¿Cielo...? ¿Dónde est...?— no continuó la pregunta al verla arrojado sobre su cama, en plena oscuridad. Notó como se aferraba como si su vida dependiera de ello a la almohada, y comprendió al instante. Lo rompía verla mal, así que, sin decir nada, se acostó al lado de ella. Pasó uno de sus brazos por la cintura, atrayendola contra su pecho. Ella se giro, y escondió su cara en el pecho de él. Jo y Liam sabían que cuando aquellas jaquecas realmente fuertes aparecían, no había otra opción que esperar a que se pasase solo. Pero el hecho de que el castaño estuviera allí con ella, la calmaba bastante.
Con su mano libre, Liam acarició con infinita ternura el cabello de su novia, suspirando. Él deseaba con todo su ser que terminara pronto, que terminara pronto, y ella estuviera bien. En momentos como esos, y otros, él se daba cuenta lo fuerte que era ella, y la admiraba. En serio lo hacía.
Con su dedo índice levantó la barbilla de ella, y notó que tenía los ojos cerrados con fuerza. Delicadamente besó su frente, y contra la piel de ella, susurró: — ¿Quieres que te cante algo? — A lo que ella asintió, rogando internamente que lo hiciera.
Pasó su brazo libre por los hombros de ella, y la abrazó. Con sus labios cerca de su oído, comenzó a cantar aquella canción que sabía que ella amaba.
« It wasnt long enough,
It wasnt long enough togheter.
but it was long enough,
Yeah, it was long enough to last forever.
Sometimes I get so mad, I scream, I swear at this.
'Cause this isn't how we planned it.
I sit here in a cold room,
Prayin', waitin' on you,
To run back through that doot,
To the way it was before,
you left....»
Su voz se fue perdiendo en cuanto se dio cuenta de que la respiración de ella se habia alentado, y sus ojos no estaban tan fuertemente cerrados. Se habia quedado dormida, aunque su ceño estaba ligeramente fruncido. Liam besó su mejilla, y continuó acariciandole el cabello, hasta que él tambien se durmió, sin aflojar su agarre en ella, alerta por si su dolor empeoraba.
A la mañana siguiente, cuando Janet abrió los ojos, se encontró sola en la cama. Su jaqueca se habia apaciguado, y le dolia muy poco. Recordaba que su novio le habia cantado, y abrazado, la noche anterior hasta que en algun momento, se quedó dormida.
Sonrió sin poder evitarlo ante el recuerdo, pero la pregunta de donde estaba él persistia en su cabeza. Obtuvo la respuesta cuando la puerta del cuarto se abrió, y por ella apareció él, con una bandeja en sus manos. En esta habia una taza de té, un bowl de cereales, tostadas con mermelada, y galletitas. Ella enarcó una ceja hacia él cuando se sentó a su lado en la cama, y él rió.
—No sabia que querrias para desayunar, asi que...
Ella rio enternecida a causa de su comentario, llevando su mano a sus labios para bostezar luego.
—Lo que quiero es que desayunes conmigo—le dijo ella, sonriendole y palmeando su lado en el colchón.
—Pero quiero que desayunes.
—Y yo quiero que desayunes conmigo, no me voy a comer todo esto yo sola— intentó convencerlo ella, tocando sus hoyuelos, y lo consiguió.
Se sentó a su lado, y tomó una tostada.
— ¿Cómo te sientes hoy?— le preguntó, dejando un corto beso en los labios de ella, que haceleraron su corazón al instante.
—Muchisimo mejor—le aseguró, un leve rubor poblando sus mejillas.