Movía su cabeza de acuerdo a un ritmo en su cabeza, que no sabía de donde había sacado, pero no podía dejar de repetirlo. Atravesó la sala, el comedor, hasta que por fin llegó al balcón de la casa de su novio. Tenía su mirada fija en sus pies, así que cuando alzó la vista se llevó la sorpresa de que no estaba sola allí. Él estaba con una mano firme a la baranda de metal que lo prevenía de caerse de un octavo piso, y la otra cerca de sus labios. Cuando vio el humo por encima de su cabeza, lo comprendió. Sacó la cajetilla de cigarrillos que tenía en su bolsillo, y sacó uno de ellos. Colocándoselo entre sus labios, se acercó a él, hasta pararse al lado suyo.
— ¿Tienes fuego? —le preguntó, y Zayn se volteó, dándole una media sonrisa.
No tardó en sacar su encendedor y prender el cigarrillo de ella. Ambos se quedaron en silencio un tiempo, pero no uno del todo incómodo. Solo allí, sus manos libres aferradas al barandal, observando la pacifica ciudad de Londres a las seis de la mañana.
— ¿No podías dormir? — preguntó Zayn, rompiendo el hielo, a lo que ella asintió.
—Supongo que tú tampoco—adivinó Jo, y él fue el que asintió aquella vez, demostrándole que estaba en lo cierto—, ¿Por qué?
El moreno dio una profunda calada y expulsó el humo lentamente antes de responder le. Ninguno de los dos se miraba a los ojos, y quizás ello fue lo que hizo que se sintiera más a gusto al contarle que le sucedía.
—Extraño a mi familia—confesó, haciendo una pequeña mueca—, ¿tú no lo haces, Jo?
—Claro que sí—le contesto, mirando como el objeto entre sus dedos, pensativa—. Es extraño, porque antes me quejaba tanto de ellos… Pero bueno, la familia siempre es familia, no importa cuán raros sean—rio— ¿Y por qué no vas a casa?
Zayn negó con su cabeza, ladeándola un poco.
—Es complicado.
Fue todo lo que dijo, y ella supo que no debía insistir mucho más. Al ser él el novio de su mejor amiga, y ella la novia de su mejor amigo, se conocían hace tiempo. Pero una vez que empezaron a hablar hace unos cuantos meses atrás, no pudieron parar. Se llevaban realmente bien, y compartían gustos y cosas en común. No bastó demasiado para que se hicieran grandes amigos.
—Ella va a matarnos si nos ve—pensó en voz alta Janet, a lo que él la miró, con una ceja alzada.
Abrió su boca para preguntar de quien hablaba, hasta que comprendió y la cerró, asintiendo, y riendo un poco entre dientes. Llevó el cigarrillo a sus labios, y a pesar de que los tenía sobre ellos, habló: —Se preocupa un poco demasiado.
Jo sonrió.
—Ella es así—le comentó, encogiéndose de hombros ligeramente—, pero es porque nos quiere bastante—terminó por agregar.
Fumando sus cigarrillos, unos minutos después, ellos terminaron por sentarse en el suelo del balcón, todavía mirando hacia la ciudad a través del vidrio que los retenía. Zayn sonrió al recordar algo, y se volteó para contárselo a ella.
—La otra vez, cuando estábamos con los chicos almorzando en… bueno, no recuerdo el nombre del lugar—admitió, haciendo reír un poco a Jo—, Liam no paraba de hablar de ti, ¿sabes?
Aquello, por supuesto, hizo que ella se avergonzara un poco, y bajara la mirada, a medida que la sangre subía a su rostro.
—Aws—susurró Zayn, revolviendo el cabello de ella, provocando que rodara los ojos y suspirara.
—Espero que hablara cosas buenas…—le dijo, con la intención de que le contara.
Y él comprendió aquello al instante.
—No te preocupes, lo hizo. No dejaba de parlotear sobre cosas que te gustan, y cosas que no. Que eres alérgica a los mariscos, si no me equivoco. Que adoras el pollo, que adoras Disney, y eso.
—Oh mi Dios, que vergüenza…—murmuró ella, tapando su rostro con sus manos.
—No tanto… Luego se fue al baño, y con los chicos tuvimos una pequeña discusión sobre lo enamorado que está—soltó de repente, y aquellas palabras quedaron resonando en la cabeza de ella, una y otra, y otra vez—. Nos damos cuenta por…. Okay, suena realmente cursi, pero por la manera en la que sus ojos brillan. O la sonrisa que no puede evitar cada vez que oye tu nombre. Es obvio. ¿Ya te lo dijo?
Jo negó su cabeza varias veces con nerviosismo.
—Es un idiota— fue lo que dijo su moreno amigo.
— ¿Y tú se lo dijiste a Lucky? —preguntó, sonriendo para sus adentros, con la intensión de devolverle “el golpe sorpresa”.
Él tan solo hizo una mueca, y arrojó lo poco que quedaba de su cigarrillo hacia la calle.
—Eres un idiota—le dijo ella, golpeando su hombro, aunque juguetonamente.
—Y tú tan tierna— le dijo entonces él a ella, solo para molestarla, antes de rodearla con un brazo y con su mano libre volver a despeinarla..
Ella se rio, por supuesto que lo hizo. Le agradaba la manera en la que se habían vuelto tan cercanos. Cuando Zayn se separó de ella, imitó su gesto de arrojar el cigarrillo lejos. Se pusieron de pie,
—Vamos a dentro, comienza a hacer frio, y quiero desayunar—le pidió él, señalando hacia la cocina con su pulgar.
—Está bien.
Entraron y tuvieron un simple desayuno. Té y unas galletas —de naranja, por supuesto— para ella, y un bowl de cereales para él. Comieron en silencio, mirando un poco de televisión, y entretenidos con sus teléfonos de a ratos.
—Son las siete y media— habló él—¸creo que voy a recostarme un rato antes de que esos dos se despierten, ¿y tú?
—Creo que voy a hacer lo mismo—le informó, dejando su taza recién lavada en la alacena.
Se despidieron del otro con la mano, antes de entrar a las habitaciones. Zayn entró en la habitación de huéspedes que Liam le había prestado la noche anterior a él y a Victoria, que se habían quedado después de la cena que habían tenido todos juntos porque había comenzado a llover terriblemente. Y eran las cuatro de la mañana. Y ella se había quedado dormida.
Ella seguía durmiendo tranquilamente en la cama, su cabeza apoyada en sus brazos cruzados, contra la almohada. Él rio y negó con su cabeza, sin comprender como podía dormir cómodamente de esa manera. Se dirigió a su lado de la cama, el que ella había respetado, y se acostó debajo de las sabanas y acolchados de lado, mirando la espalda de ella prácticamente desnuda de ella. Tampoco entendía aquella manía suya de dormir sin camiseta y pantalones, con -2° a veces. Envolvió un brazo alrededor de la cintura de ella, y la acercó a su cuerpo. Inconscientemente, ella se giró, y dormida, se abrazó a su pecho, haciéndolo sonreír antes de cerrar los ojos.
Cuando Jo entró a la habitación que compartía con Liam, él también seguía durmiendo. Ella sonrió al instante, de oreja a oreja. Su corazón latió acelerado, y también lo sintió derretirse ante su rostro pacifico. Se sentó junto a él, sacándose sus zapatos, y de repente, unos brazos la rodearon, y jalaron a la cama. Ella se asustó por dos milésimas de segundo. Pero la sonrisa de él la tranquilizó.
—Vuelve a dormir…—le pidió el castaño con voz ronca y adormecida.
Ella asintió, y se acurrucó contra su pecho, inhalando el aroma de su camiseta. Cuando ella cerró los ojos, sintió los labios de él contra su frente, dejando un delicado beso ahí.