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Escuché su risita al contestar el teléfono.

—¡Ya es hora, Izan! Seremos padres.

Me quedé sin habla, un escalofrío me recorrió el cuerpo, me había mentalizado tanto para este día, pero nunca se está lo suficiente preparado.

Ella tomó el timón de la conversación al ver que yo me había convertido en un padre primerizo y muerto de miedo. Me dijo que nos veríamos en la clínica, estaba tan tranquila y risueña que solo atine a confirmarle mi presencia.

Salí de la oficina corriendo, ni siquiera di explicaciones, me monte en la camioneta y partí al destino que nos aguardaba.

Las chicas de IzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora