Ted empieza a salir con una chica llamada Cathy aparentemente perfecta.
Sin embargo, cuando se la presenta a sus amigos, estos no le dan su aprobación ya que afirman que tiene un defecto que Ted no termina de descubrir.
Después de insistir, le confiesan que habla demasiado y éste se lleva una gran desilusión.
Para desahogarse, comienza una espiral de confesiones sobre las manías del resto del grupo que termina en discordia.
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Monólogo:
Hijos, el primer florecer de un amor es algo maravilloso, conoces a alguien, conectas y esa persona se convierte en la imagen de la perfección para tus ojos, eres incapaz de verle ningún defecto y estas deseando contarle al mundo tu experiencia. Así que salimos todos juntos a cenar y yo estaba impaciente por ver si Cathy resultaba tan adorable como a mí. Veréis hijos, durante el verano Marshall se había presentado al examen de abología de Nueva York. Todos sus años de facultad y sus horas de estudio habían culminado en esa agotadora prueba de dos días. La presión era enorme. Todos los años había gente que se derrumbaba durante la prueba, pero Marshall consiguió llegar hasta el final. Y ahora, meses después los resultados de aquel examen iban a ser publicados en internet a las 10 en punto y eran las 9 y 59. Y asi lo hice. Y de golpe la ilusión se hizo añicos. Asi que hijos, la chica con la que estaba saliendo no paraba de hablar ¿podeis imaginar lo desagradable que es? Pero no dio igual. Y así, de golpe, dejamos de pelearnos y celebramos el éxito de Marshall. Veréis, cuando alguien te señala los pequeños defectos de una persona es difícil ignorarlos. Pero si les quieres lo suficiente, esos pequeños defectos son fáciles de perdonar. Tres años después me encontré casualmente con Cathy y le iba muy bien.
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